LA CORTESANA, de Sarah Dunant. Barcelona, Seix Barral, 2007 (1ª ed.)
Se trata de una novela histórica que se desarrolla en la Italia del siglo XVI. El relato recoge las vicisitudes de una “cortesana” de la época, probablemente inspirada en un cuadro de Tiziano, el mismo que aparece en la sobrecubierta del ejemplar que he leído: una venus desnuda, recostada, que mira directamente al espectador y que se conoce como la Venus Urbino, actualmente en el Museo de los Ufizzi. Cuando la historia comienza, estamos en Roma. Fiammetta, la protagonista, ya es una prostituta de lujo conocida a pesar de su juventud. Ha sido adiestrada en el oficio por su madre. Vive cómodamente en una casa rodeada de lujo y sirvientes. Entre ellos destaca un enano, inteligente, de confianza, medio bufón medio confidente: Bucino.
El equilibrio de la situación se rompe con la invasión y el saqueo de Roma en 1527. A partir de ahí, Bucino y Fiammeta deben ingeniárselas para sobrevivir, huir, instalarse y comenzar de nuevo en Venecia. La caída en desgracia y las dificultades unen a los personajes que actúan como socios y confidentes. La llegada y la instalación en Venecia están rodeadas de dificultades, pero no quiero anticipar acciones o dificultades para que leáis la obra. Merece la pena.
Frente a una Roma corrupta, se nos ofrece una imagen de Venecia pujante de comercio, independiente y orgullosa, floreciente. Y la recorremos palmo a palmo de la mano de Bucino. Allí encontraremos a otros personajes secundarios que irán adquiriendo relieve en el desarrollo de la trama. Entre ellos, Tiziano, el pintor, y la Draga, una curandera joven, ciega, con fama de hechicera que recuerda mucho al personaje de la Celestina por sus artes, técnicas y ocupaciones.
Quiero destacar como acierto la elección del punto de vista. El enfoque del relato se realiza desde la perspectiva del enano deforme, sirviente y socio de la cortesana. Es el narrador testigo y el auténtico protagonista de la novela. El sustraernos los pensamientos y sentimientos de Fiammeta permite un tratado de las técnicas, formas y empleos de las meretrices de la época pero desde el enfoque de un proxeneta lisiado y marginado que vive por y para su ama y socia, la novela en ningún momento traspasa la frontera del buen gusto. También es un acierto la atención a los sentidos por parte de la autora. Sin retrasar la trama con excesos, sí que nos hace oler los canales de Venecia, las ropas de la época, los perfumes; disfrutar de los colores de las puestas de sol o del tacto de los vestidos de raso. Y por último, quisiera también destacar la minuciosa ambientación escénica e histórica, lo cual es siempre de agradecer: que la novela no esté reñida con la historia en el marco y las circunstancias donde se desarrolla la acción.
El ritmo del relato es bueno, aunque creo, personalmente, que a Sarah Dunant, le hubiera gustado ampliar y matizar algunos aspectos del final de la obra que ahora no quiero desvelar. Sería de muy mal gusto por mi parte.
Mi consejo es que se trata de una obra muy recomendable para los amantes del género de la novela histórica, que me ha traído a la memoria aquella famosa novela española de La lozana andaluza escrita en la época y perdida en el recuerdo.
José Carlos Aranda Aguilar