¿VAMOS A ESCRIBIR EN ANDALUZ CON LETRAS ÁRABES?

VAMOS TODOS A ESCRIBIR EN ANDALUZ

Llega a mis manos este cartel, no sé si anunciador o conmemorativo, de una “reunión, congreso, simposio” de escritores “en andaluz”. Se celebró en Marchena los días 18 y 19 de octubre de 2008.

Con la muralla medieval de fondo, unos contertulios conversan tranquilamente. Una señora, a la izquierda, está hablando. Los demás, hasta el niño, el único sentado en el banco, la escuchan atentamente. La mayoría son personas mayores, excepto el joven que ocupa el centro de la imagen y está de frente, y el niño. La actitud es distendida, las manos a la espalda o en los bolsillos de rebecas o pantalones… o cruzadas en el pecho: una imagen que forma parte del paisaje andaluz pero que no deja de ser una alegoría de lo que me preocupa con todo este asunto de “escribir en andaluz”.

El problema me viene cuando trato de leer lo que dice la leyenda superior. Como siempre, trato de leer de izquierda a derecha empezando por la parte superior, es mi costumbre. Y lo que me encuentro es: “Hunta d´ehkritoreh en andalú”. Como la “k” es una grafía extraña e infrecuente, y la “h” es una grafía muda, me quedo parado, un poco extrañado, perplejo. Empiezo a comprender, e interpreto que la “h” debo leerla como una aspiración laríngea que no llega a ser la “j” castellana. De ahí deduzco que lo que estoy leyendo es “Junta de escritores en andaluz”.

Y tengo un problema porque no sé qué andaluz es el que tratan de representar en esas leyendas. Desde luego no el de Jaén, la tierra del “ronquío”, precisamente porque pronuncian la “j” a lo castellano, igual que sucede en toda su serranía hasta la frontera con Murcia allá por Santiago de la Espada. Lo de la “h” sustituyendo la aspiración me provoca otro problema, porque no todas las “h” escritas se pronuncian en Andalucía, ni siquiera en todas las zonas.  Creo recordar que sólo se pronuncia la “h-“ inicial cuando procede de “f-“ latina, de ahí que digamos “jacer o jaser o hacer o haser” porque tampoco en toda la comunidad se produce este fenómeno, sólo en la Andalucía occidental. Por motivos de repoblación, no se aspira esta hache ni en Jaén, ni el Granada ni en Almería. Y pongo este ejemplo porque la palabra provoca otra división regional entre seseantes, ceceantes y distinguidores; porque hay andaluces nacidos en Andalucía que pronuncian distinguiendo la “s” de la “z”, y lo hacen como lo hacían sus padres y sus abuelos y sus bisabuelos y sus chornos, todos ellos andaluces.

Otro problema me plantea eso de usar “h” para señalar la pérdida de la “s” en posición implosiva (“ehkritores”) porque, si bien la supresión de “-s” final de los plurales, es un fenómeno muy extendido, lo más destacado es la abertura de las vocales de la palabra cuando esto sucede. Lo de la aspiración ya es un fenómeno más o menos extendido y fuerte según las zonas. Las hay incluso donde no queda vestigio ni de la abertura vocálica ni de ninguna aspiración, o eso nos decía el profesor Umberto López Morales. También hay zonas –sierra de Córdoba y Jaén- donde no se pierde esta ese. ¿Qué andaluz tratan de escribir estos señores? El de Córdoba con su seseo, el de la Sevilla rural con su ceceo, el gaditano con su peculiar “ch”, ¿qué andaluz? ¿Y quién decide las grafías que representen estos peculiares sonidos? Si elegimos el seseo como norma para esta nueva escritura, ¿estaríamos llamando incultos a los andaluces ceceantes?; ¿serían incultos y poco patriotas los serranos andaluces que distinguen “s” de “c”?; ¿tendríamos que aprender, por ser andaluces, a decir y leer “jetas” por “setas”?

Hace años, el profesor Ramón Morillo afirmaba que no podíamos pensar en un andaluz, porque no existe, debíamos pensar en “hablas” andaluzas. Cada pueblo –algunos distantes sólo cuatro o cinco kilómetros- tiene su forma peculiar de hablar. Realizan unos fenómenos fonéticos, otros no; han preferido una solución frente a otra por razones que se nos escapan –sociológicas, históricas, asentamientos, repoblaciones…- y siempre se ha tenido el castellano como lengua de referencia. Por eso los andaluces escribimos en castellano, porque desde nuestra variedad, si escribiéramos en “nuestro andaluz” no nos entenderían nuestros vecinos, y me refiero a los de “al lado”, no a los castellanos, ni los catalanes o los gallegos. Esos tampoco nos entenderían.

En alguna ocasión, ha caído en mis manos un libro de esta nueva hornada de escritores, escrito en andaluz rural occidental con soluciones gráficas más o menos pintorescas. No sé decirles nada de su calidad literaria porque no lo entendí y eso que soy andaluz, cordobés, de madre sevillana y abuelos malagueños y gaditanos. Y, a pesar de eso, no lo entendí.

Quizás sea que la cultura me ha adulterado y el ser inculto sea connatural a hablar en andaluz. En ese caso, si para ser andaluz hay que hacer alarde de incultura, renuncio a mis credenciales.

Estoy orgulloso de ser andaluz. Esta tierra ha dado buena parte de los mejores escritores en lengua castellana: desde Fernando de Herrera, pasando por Góngora o Bécquer, Juan Valera o Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado o el duque de Rivas… Yo mismo hice la tesis doctoral sobre narradores andaluces del siglo XIX, pero todos ellos escribieron en castellano su andaluz. Y si algo ha caracterizado a los escritores andaluces de todas las épocas, según la profesora María José Porro, es su vocación de proyección universal, como canta nuestro himno, por otra parte. Una cosa es erradicar ese complejo “paleto” de inferioridad que tiene el andaluz por su forma de hablar –ya mencionado por don Manuel Alvar al elaborar el ALEA-, explicar que superar el registro vulgar es algo que va más allá de la fonética y afecta al léxico y a la sintaxis; explicar que el registro familiar es el idóneo para cada uno en conversaciones de ámbito restringido, o local,  y que la cultura no supone la renuncia a tu forma de hablar, sino lograr adaptarla a tu interlocutor para lograr el fin último: la comunicación… Y otra, que se anime a ser un burro, asociar ser andaluz a la vulgaridad y el vulgarismo.

Por último, me preocupa otro detalle de este cartel: el libro abierto sobre el que se desliza una pluma que escribe de derecha a izquierda en símbolos “árabes”. El libro ocupa el centro mismo del logotipo formado por los círculos concéntricos donde podemos leer la convocatoria. ¿Qué quiere sugerir este pequeño detalle? Desde luego, la cultura andaluza debe entenderse en relación con la árabe, no en balde vivieron por estas tierras más de cinco siglos. Pero Córdoba fue la capital del imperio romano en la Bética durante más siglos todavía, a lo que hay que añadir los dos siglos de dominación visigoda y los cinco o siete siglos que hace que formamos parte de España por la expansión castellana. Limitar nuestra identidad a la época árabe es empobrecernos, es renunciar u olvidar todo aquello que civilización tras civilización, también los árabes, han ido depositando entre nosotros. Por eso, no entiendo ese reduccionismo cuando escribimos en letras latinas heredadas de Roma en una lengua romance traída al sur por castellanos y leoneses durante la Reconquista. ¿A quién se le habrá ocurrido identificar escritores andaluces o “en andaluz” con escribir en árabe? Y ahora pienso en una noticia de última hora según la cual parece que el Presidente de la Junta de Andalucía ha presentado un proyecto de ley para invertir entre 2500 millones de euros y 5000 millones en poner el árabe como segunda lengua en los centros de enseñanza de Andalucía ¿Qué significa esto? ¿No sería un enorme despropósito en tiempos como estos?

Desde mi humilde opinión, creo que lo peculiar de Andalucía no es tanto su fonética, tan dispar, como su creatividad, su capacidad de concebir imágenes, requiebros y, sobre todo, su ritmo más rápido, trepidante, respecto al castellano. Me encantan esos vocablos que perviven entre nosotros y poco a poco van perdiéndose –mejor “alfombra” que “tapiz”, me duele que se marche silencioso el “alfayate”o que la “algofifa” (aljofifa) deje de pronunciarse con ese verbo tan ecijano “algofifar” (aljofifar) con el que entregan la vivienda nueva ya limpia; mejor la “aceituna” que la “oliva”… y tantas otras-, esos arcaímos conservados inopinadamente como la aspiración de la “f-“ (¿qué has jecho? –factum-) o el uso de “ser” como auxiliar en construcciones condicionales (No me fueses llamado)… De ahí a tratar de inventar un “andaluz” con una transcripción ortográfica propia hay un abismo. Creo que es una tarea inútil por no emplear adjetivos más duros. Apoyar ese proyecto desde la Administración pública, un despilfarro. Pero como me dijo alguien en una ocasión… «¡Deja eso para los que entienden!». ¡Ah, bueno!

José Carlos Aranda

Acerca de #JoseCarlosAranda

Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Filosofía y Letras; Creador del Método Educativo INTELIGENCIA NATURAL (Toromítico 2013, 2016). Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba (España). Profesor universitario y de EEMM, educador, escritor, conferenciante, colaborador en TV, Prensa y Radio. PREMIO CENTINELA DEL LENGUAJE 2015 de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
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7 respuestas a ¿VAMOS A ESCRIBIR EN ANDALUZ CON LETRAS ÁRABES?

  1. Lamento contradecirte, pero no opinamos de forma diferente. Me remito para ello a otra entrada del blog a la que titulé «Mi andaluz que no me lo toquen». Evidentemente, ¡qué menos que el respeto de lo que es la lengua materna! Que, en mi caso no es el español, sino una variante hablada en Córdoba. Te ruego eches un vistazo a esa entrada que va contra quienes creen que hay formas de hablar de 1ª categoría y formas de 2ª y, además, se permiten decirlo en los Parlamentos. A lo que me opongo es a que se confunda al personal y, con un cuento pasado y trasnochado, haya quien coma de la sopa boba. El mozárabe, la lengua romance hablada por los cristianos antes de la llegada de los árabes, nada tenía que ver con el árabe. Y es tan de respetar que, aunque desapareciera después de la Reconquista, en ella se escribieron los primeros poemas en lengua vernácula en toda Europa, las Jarchas. No parece poca razón para sentirse orgulloso. Pero lo que hoy hablamos son variantes locales evolucionadas a partir del castellano o del leonés llegado con los conquistadores a partir del siglo XIII. Aquel mozárabe se extinguió, aunque no me cabe duda de que algo de sustrato fomentaría determinadas variaciones como siempre sucede. No. No estamos tan lejos querido amigo.

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  2. Siento contradecirte, pero en mi opinión quizás si somos nosotros mismos los que le damos entidad de por si a nuestra forma de hablar y no la limitamos a palabras sueltas y expresiones con amplitud de uso más o menos extendida por tal o cual zona, quizás podamos exigir entonces que se respete nuestro habla, dialecto o lo que quiera que sea. No creo que habitantes de zonas dispares por ejemplo del norte y sur francés hablasen inicialmente igual sin que en algún momento de su historia por algún tipo de criterio de unificación(ya fuese por mayoría o por imposición de la región dominante) se hubiese estandarizado la gramática y posiblemente con el tiempo la fonética… en mayor o menor medida.
    El «como» lo dejo a los expertos pero, que es positivo que se haga, sí
    Saludos

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  3. Me encanta encontrarte por aquí. Presumo que de nombre, Adolfo. ¿Cómo te va con tu Historia? Tienes toda la razón, pero es que está escrita en «andaluz» de mi tierra de infancia, zona de Almodóvar, rural profundo. Por eso está entrecomillada. Quede constancia de que la RAE recoge la palabra tal y como tú la escribes. Mejor la introduzco entre paréntesis para evitar confusiones, gracias. Un abrazo. ¿Sigues escribiendo? Espero que sí.

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  4. Ex-alumno dijo:

    Buen post. Aunque me desconcierta lo de «algofifa», yo siempre he oído «aljofifa» y «aljofifar».

    Saludos

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  5. Carmen, gracias por tu comentario. Tampoco yo sé qué decir ante este tipo de acontecimientos, movimientos, estrategias, corrientes… no sé cómo nombrar lo que atenta contra el sentido común apoyado en el desconocimiento y no sé si el interés -intuyo que algo habrá pero prefiero no afirmar lo que ignoro-. Si introduzco el comentario es porque creo que merece la pena que se sepa y una reflexión, aunque sea breve; pero esto, como ya digo, hay que dejarlo a quienes saben -tampoco sé quiénes son esos sabios ni dónde están, ni qué hacen que no se pronuncian para frenar la preocupante defunción de neuronas colectivas- ¡A veeeeeeeeeeeeeee!

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  6. Carmen dijo:

    José Carlos, ¿qué decirte? que estos que nos gobiernan nos quieren quitar el complejo de paletos y, en lugar de eso, hacernos quedar como tontos oficiales de la península.
    De mis ancestros de la sierra de Córdoba, fronteriza con Badajoz, viene la expresión «¡ave!» y la pronunciación de la «ll» y la «y» como la «sh» de los argentinos, aparte de «el rabo», forma coloquial de llamar al acento de la zona de Los Pedroches y que consiste en alargar en extremo las vocales del final «¡aveeeeeeeeee!», ¿cuántas vocales habría que ponerle? Tal vez estos señores lo sepan.

    Un abrazo

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  7. zirtalef dijo:

    Demasiado benévolo creo yo, porque entre el empeño de hacer norma la realidad -en vez de adecuar la realidad a la norma-, y el absurdo de someter una cultura a los inmigrantes en vez de al revés, yo no sé por dónde empezar a clamar al cielo. Pero ya que alguien pone algunos puntos sobre las íes, al caballo no le miraré el diente. A ver si se mete Ud. un día con los «oygans» de internet, que son otros que tal bailan. Al menos ésos no están siendo promovidos a costa de las arcas públicas, por ahora…

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