COMENTARIO DE TEXTO: Fragmento de San Manuel Bueno, mártir, Miguel de Unamuno. «Y entonces, serena y tranquilamente, a media voz, me contó una historia que…»

Las ideas que quedan aquí expresadas son de carácter orientativo. Cada comentario puede elaborarse desde distintas perspectivas igualmente válidas y certeras. Lo importante es “razonar” y, a partir de las perspectivas seleccionadas, alcanzar una conclusión personal. Planteamos el desarrollo atendiendo a las claves que pueden encontrarse en el manual CÓMO SE HACE UN COMENTARIO DE TEXTO. Berenice, 2009 (3ª edición)

TEXTO:

Y entonces, serena y tranquilamente, a media voz, me contó una historia que me sumergió en un lago de tristeza. Cómo Don Manuel le había venido trabajando, sobre todo en aquellos paseos a las ruinas de la vieja abadía cisterciense, para que no escandalizase, para que diese buen ejemplo, para que se incorporase a la vida religiosa del pueblo, para que fingiese creer si no creía, para que ocultase sus ideas al respecto, mas sin intentar siquiera catequizarle, convertirle de otra manera.
-Pero ¿es eso posible? -exclamé consternada.
-¡Y tan posible, hermana, y tan posible! Y cuando yo le decía: «¿Pero es usted, usted, el sacerdote, el que me aconseja que finja?», él, balbuciente: «¿Fingir?, ¡fingir no!, ¡eso no es fingir! Toma agua bendita, que dijo alguien, y acabarás creyendo». Y como yo, mirándole a los ojos, le dijese: «¿Y usted celebrando misa ha acabado por creer?», él bajó la mirada al lago y se le llenaron los ojos de lágrimas. Y así es como le arranqué su secreto.
-¡Lázaro! -gemí.
Y en aquel momento pasó por la calle Blasillo el bobo, clamando su: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». Y Lázaro se estremeció creyendo oír la voz de Don Manuel, acaso la de Nuestro Señor Jesucristo.
-Entonces -prosiguió mi hermano- comprendí sus móviles, y con esto comprendí su santidad; porque es un santo, hermana, todo un santo. No trataba al emprender ganarme para su santa causa -porque es una causa santa, santísima-, arrogarse un triunfo, sino que lo hacía por la paz, por la felicidad, por la ilusión si quieres, de los que le están encomendados; comprendí que si les engaña así -si es que esto es engaño- no es por medrar. Me rendí a sus razones, y he aquí mi conversión. Y no me olvidaré jamás del día en que diciéndole yo: «Pero, Don Manuel, la verdad, la verdad ante todo», él, temblando, me susurró al oído -y eso que estábamos solos en medio del campo-: «¿La verdad? La verdad, Lázaro, es acaso algo terrible, algo intolerable, algo mortal; la gente sencilla no podría vivir con ella». «¿Y por qué me la deja entrever ahora aquí, como en confesión?», le dije. Y él: «Porque si no, me atormentaría tanto, tanto, que acabaría gritándola en medio de la plaza, y eso jamás, jamás, jamás. Yo estoy para hacer vivir a las almas de mis feligreses, para hacerles felices, para hacerles que se sueñen inmortales y no para matarles. Lo que aquí hace falta es que vivan sanamente, que vivan en unanimidad de sentido, y con la verdad, con mi verdad, no vivirían. Que vivan. Y esto hace la Iglesia, hacerles vivir. ¿Religión verdadera? Todas las religiones son verdaderas en cuanto hacen vivir espiritualmente a los pueblos que las profesan, en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer para morir, y para cada pueblo la religión más verdadera es la suya, la que le ha hecho. ¿Y la mía? La mía es consolarme en consolar a los demás, aunque el consuelo que les doy no sea el mío». Jamás olvidaré estas sus palabras.
«

RESUMEN:

Lázaro cuenta a Ángela cómo don Manuel le había revelado su secreto en sus paseos: lo había convencido para que fingiese creer y actuase procurando el bien de los demás. Y cómo ante su requerimiento de la verdad, don Manuel le confiesa su falta de fe y el porqué fingía él mismo. Su misión era procurar la felicidad de los demás, si les quitaba la fe les impondría la carga de la angustia de aceptar la muerte. Si la felicidad pasa por la ilusión de la vida eterna, toda religión es buena y necesaria. Lo había elegido a él porque necesitaba desahogarse con alguien antes que traicionarse a sí mismo y gritarla a los cuatro vientos. Su forma de consolarse era buscar el consuelo en los demás. Así fue como convirtió a Lázaro a sus prácticas. Ángela queda escandalizada por las declaraciones.

ESTRUCTURA:

1) Lázaro revela a Ángela el secreto de don Manuel: no tiene fe.
2) Lázaro reproduce para Ángela la argumentación de San Manuel.
…..2.1. La ausencia de fe significa el reconocimiento de la muerte.
…..2.2. Esta realidad condena al ser humano al sufrimiento –experiencia propia-.
…..2.3. La fe en el más allá conforta al ser humano en su sed de eternidad.
…..2.4. La revelación de su secreto solo traería sufrimiento e infelicidad a los demás.
…..2.5. Su único consuelo es procurar la felicidad de los demás.
…..2.6 [por lo tanto] Hay que actuar como si se creyera.
……….Toda religión es bueno en cuanto satisface esa sed de eternidad.

     La estructura presenta una parte de narración introductoria (párrafo 1) y un diálogo posterior con las intervenciones de Ángela y Lázaro. El contenido se centra en las intervenciones de Lázaro (intervenciones 2 y 4). En la primera se produce la revelación (1) y en la segunda la argumentación. Las intervenciones de Ángela son expresivas; transmiten su reacción de asombro y estupor ante el relato de su hermano.

TEMA: Procurar la felicidad ajena contra la angustia existencial

COMENTARIO CRÍTICO DEL CONTENIDO:

     Estamos ante un fragmento de San Manuel Bueno, Mártir donde Ángela actúa como narrador-testigo. En él se nos reproduce una conversación clave en el argumento de la obra. En ella Lázaro, su hermano, la informa de la revelación del gran secreto del protagonista. Don Manuel es un sacerdote sin fe que vive para mantener en su pueblo la ilusión de la vida eterna que les permita ser felices en esta vida sin la angustia de pensar en la muerte como el final de todo. Se marcan así una serie de hechos que constituyen el núcleo de la obra. Don Manuel es un sacerdote y ejerce su ministerio a pesar de no creer lo que predica, ¿es esto una actitud ética? Considera que las mentes sencillas no podrían ser felices en el conocimiento de su verdad, que las condenaría al sufrimiento, ¿justifica esto la ignorancia? La acción como medio de redención de la angustia existencia enfocada a procurar la felicidad de los demás, ¿no es un planteamiento vital evangélico? ¿Pueden caber otras actitudes ante idénticos planteamientos?

     Nos enfrenta el texto a algunas de las interrogantes clave en la existencia de cualquier ser humano. La fe consiste en creer en algo sin prueba empírica que lo demuestre. El problema es que no llegamos a alcanzar la fe a través de la razón porque son cuestiones contradictorias. La razón nos pide demostración empírica, la fe se afirma a sí misma en ausencia de estas. O se tiene o no. Cuando tratamos de creer en Dios a partir de la razón el resultado suele ser un fracaso –a pesar de algunos intentos desde la filosofía como los de Santo Tomás de Aquino-, y el propio Evangelio nos habla de la fe como un don que Dios otorga, lo que significaría que el hombre no puede alcanzarlo por sí mismo.

     La ausencia de fe no significa la no existencia de Dios. En cierta ocasión un amigo estaba confuso por tener que explicarle a un hijo el don de la ubicuidad de Dios y su invisibilidad. Le contesté que le explicara como funcionan las ondas de radio. El que no tengamos capacidad para percibir las ondas no significan que estas no existan. Cuando alcanzamos el grado de conocimiento técnico necesario aprendimos a controlar ciertas ondas, generar aparatos capaces de emitirlas e interpretarlas. Encendemos una radio y oímos una emisora determinada. Encendemos la televisión y vemos una cadena determinada. Y están determinadas por unas frecuencias fijas, lo que significa que simultáneamente hay otras ondas llegando al receptor que no son sintonizadas por vibrar en una frecuencia diferente, ¿significa eso que no existen?

     Esto nos lleva al concepto de “verdad”. Ya Machado ponía en los cantares esta palabra entre interrogaciones (“¿Tu verdad no; la verdad/ y ven conmigo a buscarla/ la tuya, guárdatela”). El que nosotros creamos algo no significa que necesariamente esa sea “la verdad” en mayúsculas, de hecho sabemos que la diferencia entre dos verdades irreconciliables como un círculo y un rectángulo puede resolverse dando un paso lateral para contemplar que constituyen una realidad única: un cilindro. Esta es la prudencia que otorga la reflexión y el conocimiento. Y es el planteamiento que Ángela nos aporta al final de la obra:” acaso murieran creyendo no creer” lo cual no sería sino otra forma de fe.

Lázaro exige la verdad a don Manuel, don Manuel sufre con su verdad y necesita comunicarla para desahogar su alma. Pero, ¿es esa la verdad? Si no lo fuera, y cabe la posibilidad de que así sea, estaría condenando a un sufrimiento innecesario a aquellos que él cree (nuevo acto de fe) que no podrían ser felices compartiendo esta certeza. ¿Merece la pena afirma esta verdad, la suya, como única y verdadera? Si yo tuviera la certeza de que el receptor no iba a poder con la carga que soporto sobre mis hombros, también optaría por no descargarla sobre él si no fuera por propia supervivencia –no dejaría caer una bombona de butano sobre los hombros de mi hijo de cinco años, sé que no soportaría el peso-.

     Con independencia del concepto de verdad, Unamuno introduce un tercer elemento en la dicotomía clásica entre razón y fe: el sentimiento. Nuestro filósofo centra su atención en lo que el ser humano siente con independencia del concepto de “verdad” objetiva. Unamuno defiende que el ser humano siente la necesidad de autoafirmarse en la existencia de la eternidad. La negación de esta afirmación conduce a la angustia vital, otro sentimiento. La lucha ha de enfocarse a la felicidad –otro sentimiento- de los demás, ofreciéndoles la visión de una vida más allá de la muerte, o de la acción para procurar esa felicidad –terapia de la acción para mitigar el sufrimiento-. Hoy llamaríamos a esto inteligencia emocional en tanto en cuanto se enfoca a la capacidad del ser humano de gestionar sus propios sentimientos. ¿Es un error de don Miguel de Unamuno o fue un adelantado a su época?

     Lo que parece incuestionable es que estamos ante ideas, actitudes y planteamientos que nos invitan a la reflexión, la crítica y la adopción de posturas vitales coherentes con nuestras conclusiones, ¿qué más se puede pedir de un texto?

José Carlos Aranda

Acerca de #JoseCarlosAranda

Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Filosofía y Letras; Creador del Método Educativo INTELIGENCIA NATURAL (Toromítico 2013, 2016). Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba (España). Profesor universitario y de EEMM, educador, escritor, conferenciante, colaborador en TV, Prensa y Radio. PREMIO CENTINELA DEL LENGUAJE 2015 de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
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16 respuestas a COMENTARIO DE TEXTO: Fragmento de San Manuel Bueno, mártir, Miguel de Unamuno. «Y entonces, serena y tranquilamente, a media voz, me contó una historia que…»

  1. Todos los fragmentos son socioculturales en tanto en cuanto manifiestan un pensamiento propio de una sociedad y de una época determinadas. Cuando leemos San Manuel Bueno debemos hacerlo en clave de los acontecimientos históricos generados a partir de un pensamiento -cultura- que recorre el mundo. El papel de Dios, de la relación entre los habitantes de la aldea, el papel de la mujer en personajes como Ángela o la madre, el colegio de monjas, el agnosticismo marxista de Lázaro… Todo se presta a un análisis sociocultural. El autor que escribe -Unamuno- es hijo de una época y, en el caso de esta novela, los personajes lo trascienden para convertirse en símbolos de actitudes vitales. Se trata de comprender esas claves. Por eso, aunque hay quien defiende que el comentario de un texto puede realizarse desde él mismo, sin necesidad de conocimientos históricos, sociológicos, biográficos o culturales -y es cierto que puede hacerse-, yo defiendo que en la medida que conocemos mejor al autor y la época que generó la obra, entendemos mejor su contenido y penetramos mejor en el sentido del texto. Después vendrá nuestra reflexión sobre la vigencia actual de lo dicho. Un saludo.

    José Carlos Aranda

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  2. Alejandra Loera dijo:

    ¿Cuáles son los fragmentos socioculturales?

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  3. Luis dijo:

    jajajajaj muchas gracias hombre ,es la primera vez que me lo dicen, y no se preocupe porque cualquiera se hacen un lío con las tecnologías , sobre todo con las redes sociales; yo creo que es mas importante tener una buena cultura literaria y saber escribir bien, que con las redes sociales se pierde mucho en ese tema, y no es por hacer la pelota jajajajaj. Un abrazo , le comentaré como me fue en selectividad.

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  4. Ahí me has «pillao». A mí, con esto de las nuevas tecnologías me ocurre lo mismo que a ti con los textos: a la mínima de cambio va y me pierdo. Debe de ser cosa de la edad… Por cierto, lo del caballo queda muy bien. Un abrazo.

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  5. Luis dijo:

    Muchas gracias.Si ese debo ser yo seguro , pero no es desde México , eso es en Montellano (Sevilla), ¿porque le ha dado la impresión de que es desde México? es solo curiosidad.

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  6. Pues ponte a ello porque me saltó en Twitter alguien con tu mismo nombre con una foto montando a caballo desde México. Curiosas coincidencias. Suerte en Selectividad.

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  7. Luis dijo:

    Muchas gracias de nuevo.¿Desde México? Yo soy Español, de Sevilla concretamente jajajajaj

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  8. La estructura de desarrollo es abierta, depende del «tema» que desarrolle el fragmento. En el libro Cómo se hace un comentario de texto, propongo que se utilice el tema de la rotación de perspectivas. Una vez determinado el tema, mira cómo puede ser analizado considerando distintas perspectivas -personal, social, política, histórica…-, selecciona las más interesantes y realiza la reflexión de forma organizada y por párrafos: Introducción-exposición, 4 párrafos de desarrollo y conclusión. Pero se trata básicamente de una reflexión madura que penetra en el contenido del texto que tenemos delante, nada más -y nada menos-.
    En cuanto al comentario del poema, es diferente porque el tema suele ser un sentimiento dominante -dolor, frustración, amor, desesperación ante…-. En este caso, el comentario va más en la línea de lo que llamamos «Inteligencia emocional» o la capacidad de asumir y gestionar nuestras emociones ante distintas circunstancias. Es cuestión de práctica. También en la estructura externa hay modificaciones dado que en el poema tratamos la estrofa y la versificación que condicionan la composición del texto. ¿Qué haces preparando Selectividad desde México?

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  9. Luis dijo:

    Hola, tengo otra duda , normalmente me lío un poco con los comentarios críticos, porque no tengo una estructura fija a la hora de hacerlos….¿Podría aconsejarme una estructura sencilla pero eficiente para el examen de selectividad? Gracias de antemano.
    P.D:¿Hay alguna diferencia entre los comentarios críticos de novelas y poemas?

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  10. Luis dijo:

    Muchísimas gracias, ; discúlpeme por no haberle respondido antes, ya me he leído el epílogo y me ha servido mucho al igual que su aclaración.

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  11. Trataré de responderte, Luis:
    La clave es «la duda agónica», duda que nos hace sufrir como si padeciésemos una agonía. Don Manuel tiene algunas verdades propias, una de ella su carencia de fe, otra que la única terapia a su sufrimiento espiritual es «amar a los demás» procurando su felicidad en esta vida, para lo que no existe otro camino que la acción por el bien común, otra verdad es que la negación de Dios (ausencia de fe) lo condena a la certeza de su propia finitud. No hay nada más allá de esta vida, la muerte es el fin. Pero «esa verdad» es tan dura que entiende dos cosas: la primera, que entra en contradicción con la de procurar la felicidad de los demás porque esta certeza los contaminaría con su misma agonía; la segunda, la posibilidad de que Dios exista y él viva condenado porque no le ha sido otorgado el don de la fe, en cuyo caso la agonía transmitida sería innecesaria e injusta porque si existe Dios -quien otorga el don de la fe- estaría transmitiendo una agonía absurda condenando a la infelicidad a sus feligreses. Pero eso le hace vivir en una contradicción permanente que se transforma en una presión psicológica insoportable que logra descargar cuando por fin encuentra a una persona que estima lo suficientemente fuerte como para confiar en él su conciencia. Ese es Lázaro. Cada uno de los personajes encarna una postura vital que don Manuel trata de respetar orientándola hacia su «propio paraíso». Observa las reflexiones de Ángela y del propio Unamuno en el epílogo.
    Un abrazo.

    José Carlos Aranda

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  12. Luis dijo:

    A que se refiere con: «Pero, ¿es esa la verdad? Si no lo fuera, y cabe la posibilidad de que así sea, estaría condenando a un sufrimiento innecesario a aquellos que él cree (nuevo acto de fe) que no podrían ser felices compartiendo esta certeza.» ¿ Que quiere decir esto?, ¿Se refiere ala verdad que le cuenta Don Manuel a Lázaro de que necesita comunicar su verdad para desahogarse, o se refiere ala verdad sobre que se vuelca en la acción para sofocar su dolor por su falta de fe.? A veces me confundo mucho con los textos, con respecto a lo que quieren decir, suelo tener una interpretación totalmente distinta a lo que quiere decir en verdad el texto.Por ejemplo en otro comentario sobre esta obra dice que Don Manuel , multiplica su acción para con los demás para intentar salvar su alma , pero en otros comentarios dice que lo hace para buscar el consuelo de su alma.¿Para salvar su alma o para consolarla?( son cosas distintas). Porque,como va a salvar su alma , si para salvar el alma ay que tener fe ( en este caso en Dios, es decir, ser creyente) , de modo que todo lo que esta haciendo por los demás, si lo hace para salvar el alma, pero sin tener fe, no le sirve para nada.Gracias

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  13. Luis dijo:

    hay algo que no entiendo

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  14. iv dijo:

    Gracias 🙂

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  15. Es un fragmento interesante. Por un lado se cuestiona las motivaciones que llevaron a don Manuel a la carrera eclesiástica. Ya conocemos su ausencia de fe o su duda agónica, ¿por qué entonces renuncia a la posibilidad de ser un seglar y fundar una familia? Creo que la ausencia de fe le impide sin agonía contemplar la trascendencia a sí que puede suponer un hijo. El uso de «suyos» es significativo, porque expresa la vinculación afectiva de don Manuel con las gentes de la aldea. Las ideas abstractas, generales no van con su carácter. Unamuno, como su personaje, piensa que la transformación, la regenaración que necesita la sociedad se inicia en la intimidad de la conciencia del propio ser humano. Esa transformación irradia a su entorno. No pensemos en cambiar el mundo, pensemos en cambiarnos a nosotros mismos y que ese cambio redunde en la transformación del entorno inmediato. Si lo lográramos, como una mancha de aceite, se extendería la transformación al resto del mundo. Pero eso, ya, no depende de nosotros. Lo que sí depende de nosotros es el cambio posible en el aquí y el ahora.

    En la confrontación entre marxismo y cristianismo, la tesis de don Manuel es simple: la transformación no se logrará con la violencia ni la lucha de clases organizada, sino a través del amor hecho actos simples, cotidianos, inmediatos. Y esto es lo que se enumera en el presente párrafo. En definitiva, el amor y la caridad como motores de acción en la transformación inmediata. La conclusión vital de don Manuel es que si el cristianismo no existiera, habría que inventarlo porque los principios que mueven al ser humano solo pueden ser los que marca el Evangelio, exista o no exista Dios. De ahi, por ejemplo, el interesante concepto de culpa diferida que aparece en el diálogo final. Y, sobre todo, la ley de los actos «Por sus actos los conoceréis» dice el Evangelio. Los apóstoles se identifican por su forma de actuar con los demás y al amor y la caridad se subordina todo lo demás, incluso la fe que no deja de ser un «don» como se señala en otro capítulo del libro.

    Espero que te sirva algo de ayuda.

    Hasta pronto.

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  16. iv dijo:

    Me gustaría saber las ideas que puedes sacar de este fragmento, me sería de mucha ayuda:
    Decíase que había entrado en el Seminario para hacerse cura, con el fin de atender a los hijos de una su hermana recién viuda, de servirles de padre; que en el Seminario se había distinguido por su agudeza1 mental y su talento y que había rechazado2 ofertas de brillante carrera eclesiástica porque él no quería ser sino de su Valverde de Lucerna, de su aldea perdida como un broche3 entre el lago y la montaña que se mira en él.
    ¡Y cómo quería a los suyos! Su vida era arreglar matrimonios desavenidos,4 reducir a sus padres hijos indómitos o reducir los padres a sus hijos, y sobre todo consolar a los amargados y atediados5 y ayudar a todos a bien morir.
    Me acuerdo, entre otras cosas, de que al volver de la ciudad la desgraciada hija de la tía Rabona, que se había perdido6 y volvió, soltera y desahuciada,7 trayendo un hijito consigo, Don Manuel no paró hasta que hizo que se casase con ella un antiguo novio, Perote, y reconociese como suya a la criaturita, diciéndole:
    –Mira, da padre a este pobre crío8 que no lo tiene más que en el cielo.
    –¡Pero, Don Manuel, si no es mía la culpa—!
    –¡Quien lo sabe, hijo, quién lo sabe!, y sobre todo no se trata de culpa.
    Y hoy el pobre Perote, inválido, paralítico, tiene como báculo9 y consuelo de su vida al hijo aquel que, contagiado de la santidad de Don Manuel, reconoció por suyo no siéndolo.

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