CONMEMORACIÓN DEL 25 ANIVERSARIO DE LA XXV PROMOCIÓN DE COLEGIO AHLZAHIR (14 ABRIL 2012, CÓRDOBA).-


Me llamasteis y acudí a vuestra llamada para compartir este día con vosotros. Costó trabajo traspasar vuestros rostros ya maduros para reencontrar aquellas caras adolescentes que entre miedos e inseguridades iban buscando el ser en la vida. Pero apenas fueron unos instantes porque ahí estabais. Es tremendo cómo en el niño ya está presente el adulto que será mañana. Hoy ya sois realidades rotundas y maravillosas.

Cuando subí al estrado a dirigiros unas palabras os pasé lista, recorrí las filas una a una, como si fuera ayer cuando acabasteis COU y no hubiera pasado el tiempo, y el tiempo -ese duende juguetón- se deshizo en los recuerdos. Miguel Ángel me dio diez minutos de tiempo y soy disciplinado. Recordé unas palabras de Federico García Lorca en su Recital poético del Romancero Gitano, hablar con la lengua bañada en el corazón, y desde ahí me dirigí hasta vosotros. Sin embargo me faltó tiempo y me sobraban emociones para transmitiros todo cuanto me hicisteis sentir ayer. Por eso hoy, a solas, con mi pluma ya informática, siento la necesidad de hablar con todos aquellos a los que no tuve ocasión de escuchar ayer, porque ayer -y esa es la grandeza del acontecimiento- volví a ser vuestro tutor por unas horas maravillosas.

Cuando se es tan joven como lo éramos en aquellos años, nos sobra energía y nos falta experiencia para apreciar de verdad el valor de las vivencias que nos están forjando en el presente. Hoy ya tenéis esas vivencias y aquilatáis ese valor. Por eso, en esa regresión temporal nos encontramos con las claves que, sin ser conscientes, nos impulsaron a ser lo que somos. En la obra de teatro La clase de historia, se quejaba un alumno a su profesor de que les hablaba de experiencias y sentimientos que ellos no habían vivido. El profesor le respondía:»Pero las viviréis». En cada una de vuestras vidas, ya os habéis encontrado en la diatriba de elegir la opción correcta para definiros como personas a través de vuestros actos. Cada vez que os habéis encontrado en esa disyuntiva, aquellos valores e ideales vividos pesaron en la conciencia para lograr el ser que hoy habéis construido. Y lo más bello del reencuentro: fuisteis plenamente conscientes de que esas «raíces» y ese «tronco» recio y fuerte, como el de nuestro algarrobo, eran comunes a vosotros, a nosotros, desde el principio mismo que inspiró a Fomento y a mí mismo cuando me tocó dirigiros en aquella etapa adolescente: la libertad desde la responsabilidad y el respeto.

Ofrecisteis la Santa Misa por Carlos Amil y me devolvisteis uno de los más grandes ejemplos de ser humano que he conocido en mi vida. Lo vi con su enfermedad degenerativa dando tumbos por los pasillos del colegio resistiéndose a apoyar sus manos en la pared y afrontando el reto de guardar el equilibrio, sin rendirse a la comodidad de una silla de ruedas. Recuerdo cómo todos lo mirábamos y, cuidándolo en la distancia, respetábamos su esfuerzo heroico de normalidad. Recuerdo cómo con unas manos ya contorsionadas se esforzaba en hacer sus exámenes de lengua aunque la letra resultara ininteligible. Cuando ya resultó imposible, recuerdo a su hermana acercándolo en silla de ruedas y cómo el primero que lo veía se lo arrebataba transformando la silla en un juguete y negándose, negándonos, a que su enfermedad fuera un impedimento a la risa, porque él quería ser uno más entre  vosotros. Recuerdo sus exámenes orales cuando ya no pudo escribir y recuerdo la naturalidad abrumadora de su respuesta cuando le pregunté qué quería hacer y me respondió, como si le sorprendiera la pregunta por improcedente, que ir a la Universidad y estudiar Derecho. Era consciente de que había nacido con una injusta fecha de caducidad, pero también era consciente de que quería vivir su vida en la normalidad del ser y que quería vivirla siendo uno más entre vosotros sin que su deterioro supusiera un obstáculo. Quizás, entre todos nosotros, fuera la estrella que más brillara porque nadie como él vivió con tanta intensidad el tiempo que estuvo entre nosotros.

Os puedo prometer que muchas veces, a lo largo de mi vida, cuando las dificultades han hecho mella en mi ánimo, la imagen de Carlos ha regresado a mi mente para señalarme el camino, para abrazar mi cruz con fuerza y pensar que cada instante de vida, cada aliento, cada amanecer, merece ser vivido sin que «nada»  enturbie mis ansias de felicidad. Alguno puede pensar que me debe gratitud en el recuerdo, pero lo que nunca os podréis imaginar es cuánto os tengo yo que agradecer a vosotros, cuánto me hicisteis crecer como persona.

No quería dejar de compartir con vosotros estas imágenes que, quizás, hubieran enturbiado la alegría que a todos nos embargaba ayer con el reencuentro. Hoy las fijo aquí, en este blog, para que se recuerde su nombre, su ejemplo y su presencia siempre entre nosotros.

También me emocioné porque me sentí orgulloso de vuestros gestos, de esa colecta para Caritas, de ese recuerdo cariñoso, de esa sonrisa, de ese respeto. Me sentí revivir desde vosotros porque aquellos valores que tanto predicamos los reconozco en las personas en que os habéis convertido. Habrá un día en el que ya no pueda acudir a vuestra llamada, pero sé que hay quien ya empuña la antorcha con más luz de lo que yo mismo pude empuñarla y no hay mayor orgullo que el ver que ese proyecto en el que participaste en la educación de seres humanos ha logrado superar con creces al maestro. Vosotros hoy lo sabéis cuando miráis a vuestros hijos desde la zozobra de la incertidumbre y la fe en la providencia. ¿Qué mejor deseo podría haber en vuestro corazón que verlos capaces de volar más alto que vosotros mismos? Y sentí el dolor de las ausencias porque no puedo evitar el sufrir con vuestro sufrimiento y pensar si en aquellos días pude hacer, decir o callar algo que hubiera logrado que todo fuera diferente. Hoy sé que nuestra grandeza y nuestra mayor servidumbre es la libertad, que no podemos forjar el destino ajeno, que bastante tenemos con tratar de gestionar la propia, que hay que ser humildes. Y todos los días pido a Dios esa humildad para aceptar lo inevitable, fortaleza para cambiar aquello que puede ser cambiado y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro. Sin embargo… ¡Es tan difícil! Pero esto, hoy, también ya lo sabéis.

«Maestro». Cuando los nuevos alumnos me llaman «maestro» los callo inmediatamente: «No me llames maestro hasta que no te haya enseñado algo. La palabra maestro es algo muy grande. Seré tu maestro cuando tú me reconozcas como alguien que merece ser tomado como guía en esta vida. Y la palabra «discípulo» hay que merecerla, soy yo quien tiene que apreciar en ti unos mínimos valores que te acrediten como persona digna de ese título, y solo lo haré cuando logre reconocerme en ti. Y lograr eso por tu parte y por la mía requiere tiempo, mucho tiempo. Y si alguna vez lo logramos, se habrá establecido un vínculo permanente entre nosotros». Y cuando tengo menos tiempo y ganas de filosofar, simplemente les digo:»No me llames maestro, no sea que alguien te oiga y piense que eres culpa mía».

Ayer, entre vosotros, me sentí maestro porque me encontré cara a cara con mis discípulos. El cordón umbilical sigue ahí. Sabéis que contáis conmigo, y sabéis que si me llamáis estaré entre vosotros. Y no olvidéis nunca aquella etapa porque es alimento vivo en los corazones. Cuando escribí El libro de la gramática vital, un ensayo sobre las claves de la felicidad en la vida, anoté la importancia de estos recuerdos como una de los resortes más importantes. Ahora, ese breve capítulo en concreto me gustaría compartirlo con vosotros y que nunca lo olvidéis:

“No dejes de ser niño, sólo lo niños disfrutan de la magia de todo cuanto nos rodea porque todo se estrena para sus ojos nuevos. Después nos acostumbramos a vivir entre milagros y somos tan tontos que creemos que son cosas normales. Vuelve a dejar que la realidad te sorprenda en todo su esplendor, recupera el placer de la caricia suave de una mano amiga, de una sonrisa. Vuelve a dejarte atrapar en la transparencia arácnida de un ala de libélula y a disfrutar del vuelo de los pájaros sin preguntarte por qué. Vuelve a sumergir tu mano en la corriente fría de cualquier arroyo sin pensar nada más que en esa sensación, suspendiendo el tiempo en tus emociones porque has nacido para sentir. Acepta que el mundo es maravilloso porque sí. Vuelve a reaccionar ante la belleza grandiosa que te rodea, disfruta este paraíso.

Vuelve a ser niño para vivir el presente, para vivir la vida –la vida es aquello que sucede mientras planeamos el futuro, decía John Lenon-, disfrutarla sin ser víctima de tu pasado ni verdugo de tu futuro, por el sencillo placer de disfrutar. Está bien, muy bien, que la prudencia te lleve a anticipar los problemas que pueden ir surgiendo en el camino, está muy bien que reflexiones sobre tu pasado y puedas rehacer, modificar, reconducir, mejorar tus actuaciones. Pero es necesario aparcar la preocupación y dejar que la vida te llene por sí misma, después regresarás a tus ocupaciones y tus anticipaciones, pero procura con frecuencia dejarte atrapar por lo maravilloso que puede ser vivir sin más. ¿Has visto alguna vez qué feliz puede ser un niño, simplemente, botando una pelota? ¿No has dejado tu mente en el vacío contemplando el vuelo de una mariposa? ¿Nunca has lanzado una flecha al aire, simplemente, para ver cómo se deslizaba por el cielo para caer en cualquier parte, sin otro objetivo que disfrutar de su vuelo? ¿Nunca has oído un cuento sufriendo por la bruja sin racionalizar el hecho de que las brujas de los cuentos no existen? Luego vendrá la razón, volverá la seriedad. Pero recuerda siempre lo feliz que fuiste vestido de pirata, y piensa que eso es una actitud mental. Deja respirar al niño que fuiste y que sigue viviendo en ti. Mantén la ilusión de descubrir la aventura que hay en cada nuevo día”. (El libro de la gramática vital, Almuzara, 2010)

Ayer os desprendisteis de las chaquetas y corbatas diarias y recuperasteis la chispa de la inocencia entre los motes y las risas -gracias, Javier-, porque muchas de estas experiencias las tenemos asociadas a esos campos de deporte, a esas clases con pizarras rotas, a esas colas para comprar el bocadillo de Salud, a ese Oratorio, a esos despachos de tutoría, a esa charca de la Arruzafa donde íbamos a coger ranas para la clase de Biología, a esas magdalenas de la panadería del Brillante… a esa edad y ese colegio, a esas vivencias.

Gracias por este día, por sentirme reconocido entre vosotros, por permitirme reconocer en vosotros todo cuanto hoy ya sois. Entre todas las promociones que han pasado por mis manos a lo largo de los más de treinta años de docencia sois los únicos que tenéis vuestra propia banda musical asociada en el recuerdo. Aquí os la dejo para que reviváis aquellos maravillosos días que compartimos en Mallorca. (PINCHA AQUÍ)

Un abrazo siempre.

José Carlos Aranda

Acerca de #JoseCarlosAranda

Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Filosofía y Letras; Creador del Método Educativo INTELIGENCIA NATURAL (Toromítico 2013, 2016). Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba (España). Profesor universitario y de EEMM, educador, escritor, conferenciante, colaborador en TV, Prensa y Radio. PREMIO CENTINELA DEL LENGUAJE 2015 de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
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10 respuestas a CONMEMORACIÓN DEL 25 ANIVERSARIO DE LA XXV PROMOCIÓN DE COLEGIO AHLZAHIR (14 ABRIL 2012, CÓRDOBA).-

  1. Gracias a ti, Juan Carlos, por compartir tus recuerdos. Y por todo ese cariño. Coincido contigo, Carlos fue una lección de vida para todos nosotros y quienes lo conocimos siempre lo llevaremos con nosotros en el corazón. Un fuerte abrazo.

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  2. Juan Carlos García dijo:

    Pasé sólo cuatro años en el Ahlzahir, desde 1º hasta 4º de EGB, compartiendo ese tiempo con esta generación. Vagamente recuerdo nombres, y en algunos casos sólo los apellidos, pero hay un nombre que siempre ha quedado grabado en mi memoria. Carlos Amil fue mi mejor amigo durante esa época. Vivíamos muy cerca, en Ciudad Jardín, y especialmente durante el curso de 4º pasamos todas las tardes juntos. Su madre, sus dos hermanas, y su hermano mayor siempre me trataron como a uno más dela familia. Y su padre era el representante, distribuidor, o algo parecido, de las galletas Fontaneda, y cada tarde, para merendar, empezábamos juntos una nueva caja. Cada día podía elegir la que más me gustase. Me parecía mágico que eso pudiese ocurrir. A partir de ahí, montábamos nuestro universo de juegos, en su cuarto, en el rellano de la escalera, o en las calles del barrio. Recuerdo que cuando cogió las Paperas, no me separé de él, y lógicamente me las contagió a mí también. Simplemente no le di importancia, y sólo nos molestó que nuestras madres nos mantuvieran unos días aislados por prevención, y no pudiéramos jugar juntos.
    En alguna ocasión, ya de mayor, intenté localizarlo siguiendo esta posibilidad de conectar que nos ofrecen las redes sociales, pero no conseguía encontrar el perfil. Hoy, en uno de esos nuevos intentos aleatorios, he visto esta entrada al log y, aunque es de hace tiempo, he querido responder porque es la única conexión, la única forma que se me ocurre de despedirme de Carlos. Se me han llenado los ojos de lágrimas al leer tus palabras, pero te doy sinceramente las gracias por haberlas compartido. Gracias a todo el colegio por unos años maravillosos, y a Carlos, donde quiera que esté, y más sinceros amor y amistad.

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  3. Gracias por tus palabras. Nos despedimos con una fuerte intención de reencuentro que, estoy seguro, se producirá. Confío en que nos veamos allí o cuando tú quieras. Hasta pronto. José Carlos Aranda

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  4. Josep Graells dijo:

    Aunque no estuve en ese maravilloso encuentro, la llamada telefónica de Carlos Eslava, que me permitió charlar unos minutos con algunos de vosotros, y la sentida reflexión de José Carlos, me han hecho rememorar los momentos tan alegres, intensos y llenos de ilusión que pasé con vosotros.

    A ver si un dia podemos reencontrarnos.

    Por cierto José Carlos, hace poco más de unaño te leí en la contra de La Vanguardia, enhorabuena por tus éxitos profesionales.

    Un fuerte abrazo a todos

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  5. Gracias, Miguel Ángel, tanto por el contacto como por la invitación. Llámame para hablar de tu traslado a Córdoba. Un abrazo.
    José Carlos Aranda.

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  6. MIGUEL ANGEL VERA dijo:

    Solo decirte que tus palabras me han emocionado. Hay actos en la vida que se hacen con la razón y también con la intuición. Desde el año 1987 no sabía nada de ti hasta que nos vimos en Gorki hace algunos meses. Sabía que entre el gran número de profesores que tuvimos tú serías el que pudieras transmitir mejor eso que se siente pero que no se sabe decir, difícil tarea para cualquiera, además de tener el cariño del alumnado. Superaste cualquier espectativa.

    Miguel Ángel Vera, Kosko

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  7. Otro para ti, Fernando. Te envío mi dirección. Hasta pronto.
    José Carlos Aranda.

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  8. Fernando Medina dijo:

    Que difícil se hace poner unas letras después de leer todo lo ue acabo de leer, con tanto sentido … Y sobre todo tan bien dicho!

    De verdad ha sido un placer poder volver a compartir esa jornada con todos y ver que no hemos cambiado tanto (no vale reírse que lo digo con buena intención).

    Te vuelvo a dar la enhorabuena por tantas cosas tan bien dichas y todo lo que nos dejaste. Ha sido un orgullo pertenecer a esa generación del 69 de ese bendito colegio donde tantos y tan buenos momentos hemos pasado.

    Siento no haber podido hacer mención a tantos y tantos buenos profesores y amigos que dejamos; comenzando por nuestro eterno director, Juan Carlos Aguilar, Fernando Añon, Joaquin Fernández, Antonio Sarmiento, Tolo, mi gran amigo Rafael Villalba, …. Y tantos y tantos que espero entiendan que no los mencione expresamente, pero sobre todo me acuerdo bien de Lorenzo Sotillo que tanta paciencia tuvo con nosotros. Para todos mis mejores recuerdos y espero que sepamos organizar algo en lo que participen.

    Un fuerte abrazo y espero que no tengan que pasar otros veinticinco años para repetir una convivencia.

    Fernando Medina

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  9. Yo, por mi parte, estoy encantado de reencontraros. Te pasaré la dirección de correo electrónico personal para que la tengas a tu disposición. Un fuerte abrazo, Antonio, y gracias por esa entrada.

    José Carlos Aranda

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  10. Antonio Ramírez dijo:

    Te escribo desde la dificultad del teclado del teléfono móvil porque no quiero esperar a llegar a casa, no sea que en la espera se pierdan tantas emociones y recuerdos. Mientras tecleo me doy cuenta de que no soy capaz, no voy a saber expresarte cuan orgulloso me siento de haber sido tu alumno, no encuentro palabras para agradecerte lo que me has hecho sentir en apenas un minuto que he gastado en leer tus líneas. Y lo peor, seguro que he cometido alguna falta de ortografía.
    Mil gracias Maestro.

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