
Antes de escribir sobre un tema, conviene informarse y leer todo cuanto puedas. Para desarrollar el método de Inteligencia Natural (Toromítico, 2013 y 2016) revisé toda la bibliografía que pude para poder contrastarla con mi experiencia como persona, docente y padre. Este fue uno de los libros leídos y analizados.
Tiene como foco original el centrarse en los hijos (varones) cuando tanto se habla y escribe de las niñas. Sin embargo creo que es muy «americano» en su desarrollo y planteamiento. Cada minicapítulo finaliza con un apartado para profesores y otro para padres con recomendaciones que quieren ser concretas, pero que, en muchas ocasiones, no pasan de ser recomendaciones con falta de criterios de aplicación práctica. Organiza los contenidos con ideas que suelen ser peticiones de principio que parten de la base de que debemos abandonar el «curriculum oculto». Es decir, el sistema de crianza tradicional es erróneo porque lastra el desarrollo y equilibrio emocional de los niños impidiéndoles expresar sus sentimientos y preparándolos para el ostracismo y la competitividad. No creo que esto sea así hoy en día porque la realidad ha cambiado y con ella la relación de pareja y los roles tradicionales que existían cuando solo era el hombre quien trabajaba. Hoy no es así y con ello cambia la realidad en todos aquellos casos en que la situación ha cambiado y son los dos miembros de la pareja lo que trabajan. Es algo que me ha sucedido, he vivido esa transición y pertenezco ya a una generación antigua.
Otro aspecto que no acabo de ver es la defensa de la individualidad frente a valores sociales establecidos y recurrentes. Es un aspecto con el que debemos tener cuidado. Nacemos en el seno de una sociedad y estamos condenados a convivir en ella, es importante la capacidad de adaptación sin, por ello, renunciar a nuestros principios, pero leyendo el libro parece que sea la sociedad la que deba adaptarse al individuo y esto es un error. De ahí que una de las inteligencias que trato en Inteligencia Natural sea precisamente la «inteligencia social» y cómo se desarrolla desde la infancia primera, cuando hacen su aparición las emociones secundarias.
Por último, está el principio de ser tú mismo como ser humano para poder transmitir como padre aquellos valores que a ti te han permitido vivir, sobrevivir y adaptarte a las circunstancias de la vida. Si renuncias a ser tu mismo acabas convirtiéndote en un espejismo de confusión que no aportará la seguridad que tu hijo necesita.
En mis conferencias sobre educación utilizo un ejemplo que puede resumir en pocos minutos el contenido de este libro, un ejercicio que propongo en Inteligencia Natural: siéntate con tu pareja, el padre de tu hijo, la madre de tu hijo, y hazlo con un papel en blanco delante. Daos diez minutos para escribir cómo desearíais que fuera vuestro hijo en el futuro, escribidlo todo: tranquilo, reflexivo, deportista, lector, buen estudiante, amable, optimista, piadoso… Seguid. Luego leedlo en voz alta y poneos de acuerdo en qué es más o menos importante. Por último, miraos a vosotros mismos y anotad si vosotros sois así. Os daréis cuenta de aquellos aspectos en los que os conviene mejorar como pareja si queréis darle a vuestro hijo la oportunidad de ser así algún día. Un ejercicio, os aseguro, que no os dejará indiferentes.
No hay mejor escuela en educación que el ejemplo en el seno de la familia.
























