Se trata de un libro magnífico para todo aquel que sea aficionado a la historia, a nuestra historia, y le apetezca leerla desde una perspectiva vivencial, no literaria. Gracias a Almuzara, a la generosidad de la familia Cruz Conde y la erudición de don Enrique Aguilar y don Julio Ponce, nos llega este cuaderno diario en el que el cordobés José Cruz Conde va volcando sus sensaciones, ideas, sentimientos, premoniciones y confesiones íntimas sobre el devenir de los acontecimientos durante la Guerra Civil, sobre el conflicto intenacional que va gestando la II Guerra Mundial y sobre su propia situación en ese asilo forzado.
No es una obra literaria, es un diario. No tenía intención alguna de que fuera publicado y su única esperanza fue que llegara algún día a su mujer, a su familia, a pesar de las enormes dificultades de comunicación que suponía el ser buscado, el estar confinado en medio del Madrid republicano, el miedo constante a ser apresado y ejecutado un día cualquiera en medio de la contienda. Esa sinceridad es la que más puede apreciarse a lo largo de las páginas que, con frecuencia, se convierten en la purga de la conciencia de un militar reconducido, por las circunstancias, a político. Esto, precisamente, es lo que confiere un valor extraordinario a la obra. No es ficción, son vivencias reales. Su conocimiento del ejército -era Coronel de Artillería-, de la política -Alcalde de Córdoba- y de la diplomacia internacional -Gobernador Civil y Comisario de la Exposición Universal de Sevilla durante la dictadura de Primo de Rivera- lo hacen un observador y un comentarista de extraordinario calado y precisión.
Lo que más me ha impresionado es ver cómo, desde su nobleza, lamenta una y otra vez el derramamiento de sangre en esa Guerra Civil. Él la juzga necesaria pero llega un momento en que prefiere la derrota antes que seguir viendo masacrado al pueblo cuyo valor y nobleza admira una y otra vez. Llega, así, a ser un derrotado de la guerra. Y murió unos meses antes de la victoria de su bando, los nacionales.
En este sentido, y porque es un sentimiento que me sugiere la evolución del capitán Alegría en Los girasoles ciegos -«Primera derrota»-, he seleccionado algunos fragmentos que nos sumergen en esa lectura de la realidad de la guerra, del horror de la muerte y, por fin, de la injustificación ética del hecho en sí. Para todos aquellos que sean aficionados a la historia, es un libro que no deben perderse.
SOBRE EL VALOR ADMIRABLE DE UNA RAZA VÍCTIMA DE LA MANIPULACIÓN POLÍTICA:
«Sus reiterados anuncios de ofensiva [de los republicanos] siempre me preocupan algo porque en periodo revolucionario con la masa inmejorable por crédula, valerosa y sufrida… cualquier momento es bueno para que aparezca el que sea capaz de manejarla. No aparece porque en las alturas no hay revolucionarios-verdad… por fortuna. No pasan de explotadores de la credulidad inocente del pueblo, eterno engañado. Ellos, los de arriba, enchufándose en pingües cargos en el extranjero […] y los milicianos, carne viva y sana de la Patria, cayendo sin cesar en la pelea sin que vacile su espíritu de sacrificio ni aún ante lo reiterado de sus derrotas. ¡Qué admirable tenacidad y qué derroche de valor y de energía! ¡Dura y brava raza la nuestra! Cuando lo eternos pesimistas la creían atacada de indiferencia y cansancio, lógica consecuencia de tres siglos de decadencia y derrotas, surge el chispazo que enciende el rescoldo no extinguido jamás de su inmortal espíritu y se levanta joven, heroica, encendida de entusiasmo para luchar y morir… como si hoy empezáramos a escribir nuestra historia. ¡Qué pena que jamás haya encontrado nuestro pueblo quien encauce y oriente este caudal inagotable de energías en un sentido de nacional grandeza…!» (Págs. 107-8)
LOS CULPABLES SIEMPRE SON LOS MISMOS: POLÍTICOS, REYES, DIRIGENTES INCAPACES:
«Bilbao próximo a caer, y Madrid… perdiendo mucho de su heroico e inagotable aliento. ¡Y todos son españoles! ¡Qué pena! ¿Será triste destino de nuestra raza este morir, casi por capricho; por vanas discrepancias políticas, como ahora, por razones dinásticas en el pasado siglo y nunca todos unidos sirviendo un ideal de Nacional grandeza? Los culpables de este «insensato» desconcierto, ayer y hoy, no podrán cancelar nunca ante la historia la responsabilidad de su crimen de lesa Patria. Y ayer y hoy… eran los mismos: en su tiempo, los Reyes y sus validos; hoy sus sustitutos los políticos de profesión con sus partidos organizados como viejas mesnadas hábiles para toda suerte de aventuras y latrocinios.» (pág. 120)
SOBRE EL LAMENTO DE LA MUERTE DE UN ESPAÑOL, AUNQUE SEA ENEMIGO:
«Anoche conocimos la desagradable y humillante noticia del bombardeo de Almería por los alemanes. […] Yo no puedo, no sé, mejor dicho, llegar en mi pasión de partido a alegrarme de que caigan españoles ametrallados por barcos extranjeros. […] Y [creo] despreciable del todo el gesto de contento de muchos de los nuestros que, cegados por un egoísmo feroz y sin patria… ¡todo les parece bien con tal de ganar! No han llegado a la vida, por lo visto, más que a gozarla, al amparo de organizaciones sociales protectoras de su privilegiada situación. Y si llega, como ahora, una crisis en la que esto peligra, bueno será cualquier remedio, aun cuando suponga tirar al barro varios siglos de gloriosa historia, y si útil fuera, hasta cambiar de nacionalidad. ¡Cuánta «masa» despreciable hay en nuestras mal llamadas «derechas»!». (págs. 137-8)
15 de junio de 1937: «La toma de Bilbao, previamente destrozado, sería un éxito… pero ideal de nuestros doloroso y poco alentador. Si la guerra se ha de ganar conquistando ruinas españolas, será una victoria bien triste. ¿Hasta dónde será capaz de llegar el espíritu de sacrificio y la fe en su ideal de nuestros enemigos? ¡Quién lo sabe! Y esta es mi principal preocupación. La capacidad ofensiva no la tuvieron nunca eficaz, pero resistir cada día lo hacen mejor y más tozudamente: ¡es la eterna ley de la herencia! Un español detrás de una tapia y un fusil es algo muy serio que difícilmente se domina. […] La desesperanza no tiene más remedio que «ganarlos» a fuerza de derrotas.» (pág. 145)
25 de junio de 1937: «[…] Yo no quiero ni aun ganar la guerra, si a ello se ha de llegar a fuerza de bombardear ciudades españolas las escuadras italiana y alemana: si esto se vuelve a repetir… me sentiré un poco «rojo»… sin poderlo remediar. […] Porque Almería, Valencia o Barcelona son carne de la Patria de todos, son España «única» y a nosotros nos tiene que herir su dolor, con la misma intensidad que lo sientan nuestros «circunstanciales» adversarios de hoy, que fatalmente han de ser nuestros «hermanos» mañana». (pág. 150)
28 de junio de 1937: «Como decía con clarividente visión del porvenir Perico Sáez en la primavera del 36, aquí solo se trata de alcanzar al final la condición de superviviente.» (pág. 155)
SOBRE EL PROBLEMA DEL EGOÍSMO AUTONÓMICO VASCO Y CATALÁN:
2 de julio de 1937: «[…] ha continuado sin cesar el avance en Vizcaya […]. Acabó el fantasma vasco, rojo y anti-español. Parece que se ha decretado la supresión de «fueros» y «conciertos económicos» de Vizcaya y Guipuzcoa. Ya era hora de que entraran en el régimen común estas privilegiadas provincias que tan mal han correspondido siempre al trato de favor que les otorga el Estado. ¿Cuándo le llegará la hora a Cataluña? Yo que, hasta ahora, sin grandes conocimientos del problema, un poco instintivamente, me sentía inclinado a conceder cierta autonomía regional, convencido hoy de que en el fondo de esta aspiración donde se siente, no late el noble deseo de desligar su desenvolvimiento económico de las posibles trabas de una administración central lenta y torpe, sino la aspiración egoísta de eludir las cargas que a todos nos obligan, el alarde de presumir de «hechos diferenciales» y supuestas tradiciones y derechos de «nacionalidad» que no existieron jamás… para terminar todo ello en un sentimiento irreductiblemente separatista y antiespañol, he cambiado radicalmente de criterio. Descentralización administrativa… toda la que se quiera y para todas las provincias. Nada de Regiones y menos admitir la palabra «autonomía». (pág. 156)
«Es muy cómodo admitir sin protesta la nacionalidad española para gozar de todo lo que el Estado español sostiene y paga, y a la hora de contribuir a las cargas de este mismo Estado, eludir habilidosamente la obligación aduciendo inadmisibles razones de un supuesto españolismo «especial» y «condicionado» que, según ellos, les da derecho a todo y les obliga a muy poco». (pág. 157)
SOBRE LA NECESIDAD DE UN GOBIERNO QUE PUEDA GOBERNAR, DA IGUAL QUIEN, PERO QUE SEA QUIEN MÁS CONVENGA A ESPAÑA:
11 de agosto de 1937: «[…] ya es hora de que España llegue a una meta clara y definida de su destino histórico: ¡blanca o roja! Gris nunca: esto es… no ser nada y seguir debatiéndose en la irresolución estéril y en la duda intranquila y perturbadora. Que gane de los dos bandos el que más convenga al progreso y la felicidad de la Patria; pero que gane del todo, rotundamente, en forma tal que proporcione a nuestro desdichado País (¡una vez siquiera en su sangrienta historia!) cincuenta años de tranquilo y humano vivir, dedicándonos todos a algo más noble y más útil que devorarnos los unos a los otros.» (pág. 175)
REFLEXIÓN SOBRE LA CONTRADICCIÓN DE BOATO, RIQUEZA Y RELIGIÓN:
2 de octubre de 1937: «En Asturias sigue el avance «por metros». Ha caído Covadonga y desaparecido la riquísima corona de la Virgen. Condenado el robo, me parece mejor y más digna de adoración la venerada imagen… sin un montón de miles de duros en la cabeza. Nunca he comprendido cómo nuestra religión, por errores de su Iglesia, pudo llegar a esa exaltación y derroche de lujo y poder en el exorno de sus imágenes y cruces, que constituye además una traición a la buena doctrina de Cristo (culto a la «pobreza» y a la «caridad») y un intolerable insulto a los hambrientos y desvalidos. El oro y los brillantes pueden adornar cualquier cosa, menos cruces y santos, si estos símbolos han de seguir representando los «preceptos» y mandatos sociles y religiosos de Aquel que voluntariamente nació en un pesebre y murió en una Cruz. ¡¡El dinero o cosa que lo suponga en poder de la Iglesia, a cumplir la función social en socorro del menesteroso!! ¡¡Como lo hacía Cristo!! Si ha de emplearse estérilmente en empeños de ostentación, brillo o soberbia… no está del todo mal la imprevista y revolucionaria «incautación», como justo castigo a tan grave y condenable error del destino.
Estoy seguro de que algún día, por quien pueda, seglar o religioso, se prohibirán, por inmorales en el sentido social y en desacuerdo con los sanos y puros principios de nuestra religión, esas exhibiciones de oro y pedrería en las manifestaciones externas del culto cristiano. Todas ellas, reducidas a dinero, debieran emplearse en «casas de comer» y de «dormir» para tanto desdichado que no puede lograr ni lo uno ni lo otro en este régimen social organizado de cualquier manera… menos justa y cristianamente. […] No hay modo de «ligar» el oro y las piedras preciosas con las ideas de humildad, pobreza, amor y caridad que llenan el Templo. El sitio de perlas y diamantes está «fuera», en el «atrio», entre los mercaderes, esperando el látigo de Cristo que disperse ricos y riquezas por un mundo sin amor y sin piedad» (págs. 204-5)
SOBRE EL TEATRO INÚTIL DE LA DIPLOMACIA INTERNACIONAL:
5 de octubre de 1937: «Cayó el telón en Ginebra. Ha terminado la representación cómico-trágica número X. Cerca de un mes han durado los trabajos de aquellos buenos señores para conseguir su tradicional y firme propósito de no hacer nada, ni «justo» ni «útil». Hay que confesar que lo han logrado brillantemente. Cabildeos, conferencias reservadas, debates espectaculares, suntuosos banquetes, más suntuosas dietas… y la obligada declaración romántica de condolencia por las «desdichas comprobadas», que por unas u otras razones la Asamblea no remedia, llegando a lo más a esperar que la prudencia y reflexión de todas las naciones mejore las horas del mundo, sacudido por los horrores de la guerra… y esto es todo. […] Y vamos ganando días, semanas, meses… hasta que uno de los contendientes perezca, de lo que sea… y no exista posible error ni riesgo alguno, en declarar vencedor al único superviviente… como hecho inevitable y consumado. ¿Hasta cuando soportarán los pueblos esta burla constante de Ginebra?». (págs 205-6)
17 de octubre de 1937: [tras el fracaso de otra conferencia internacional] «Claro está que la «prensa roja» endulza el fracaso afirmando que se tomarán por las democracias las medidas de previsión necesarias para evitar que otra vez nada se consiga, merced a expedientes dilatorios… ya lo veremos. Yo empiezo a creer que todo esto es un «acto» más de la eterna comedia ginebrina y que unos y otros saben a donde van. Los únicos inocentones somos nosotros, los malditos de siempre, que nos tragamos crédulamente toda la «puesta en escena» que tan brillante y emocionadamente saben organizar los grandes «cómicos internacionales»… y que siga la bola, que ya parará». (pág. 211)
29 de noviembre de 1938: [Ante la falta de posturas internacionales válidas que puedan acabar con el conflicto] «Los que se proponen que de esta tragedia salga nuestra Patria destrozada y sin valor estimable internacional para muchos años, lo están organizando todo de la mejor manera para conseguirlo. Por este camino llegará la victoria, sin duda alguna; pero si aún tardan mucho las luminarias, alumbrarán solo desolación, ruinas y dolor…». (págs. 353-4)
REFLEXIÓN SOBRE LA DIFERENCIA ENTRE FASCISMO, SOCIALISMO Y DEMOCRACIA:
13 de marzo de 1938: «Lo que se ventila hoy en España con las armas en la mano es un problema que preocupa y alcanza a todo el mundo civilizado. O «socialismo integral» o «fascismo»: estos son los dos modos que hoy se disputan el gobierno de los pueblos. Quedan en pie aún algunas democracias grandes y pequeñas, pero cada vez más debilitadas y en trance inevitable de desaparecer poco a poco, absorbidas por el torrente «socialista» y «sindical». Hijas legítimas de la Revolución Francesa, han cumplido su misión histórica. La «libertad» decía Lenin es «un privilegio burgués» y al negarse a la burguesía casi hasta el derecho a la vida no se comprende como pueden subsistir (después de una revolución de avances sociales) democracias que no son otra cosa, en general, que la hegemonía de la clase burguesa. El proletariado, la «masa» al vencer hooy, condena por igual a clero, aristocracia y burguesía; ahoga toda libertad que no sea la suya, implanta «su dictadura» y quema el Registro de la Propiedad. Contra este programa surgió el fascismo que también es dictadura, que también es «socialismo», pero que conserva y exalta el culto a la Patria y respeta la propiedad privada, aunque muy notablemente condicionada. Y no hay opción: o uno u otro sistema. Y en «eso» estamos debatiéndonos, aun cuando los dos bandos nos hablen de libertad, justicia, etc., etc. El que gane impondrá su dictadra y extirpará hasta el recuerdo del enemigo vencido: ¡un encanto de porvenir dulce y cordial! ¡Y nos creemos super civilizados! ¿Dónde estarán la verdad y la justicia…?: ¿En Moscú?; ¿en Berlín y Roma? No lo sé, pero los modos en los dos campos son dignos de la Edad de Piedra.» (pág. 233).
Y, AL FINAL, TODO ES LO MISMO:
21 de septiembre de 1938: «Lo perpetrado con Checoslovakia es una faena de despreciables rufianes [se refiere al reparto de Checoslovakia entre los distintos países][…] Por Dios, vamos a no hablar más de Democracia, de justicia, de derecho y de santidad de los tratados. Confesemos que el que está arriba, hace ahora y siempre lo que le conviene y le gusta sin más limitación en estos últimos tiempos que la conveniencia de encubrir sus apetitos y atropellos al derecho ajeno, con el oporuno y pudoroso atuendo protocolar que tan inteligentemente proporciona siempre la moderna y sabia diplomacia.
Por fuera vestiditos y educados; por dentro, y en conducta, como el hombre desnudo de las cavernas. Por esto, entre otras cosas, no siento yo gran respeto por las llamadas democracias: ¡no lo son más que de nombre! Llegada la hora, resuelven media docena de hombres lo que ellos estimen más oportuno, sin cuidarse de la opinión de la masa y menos aún de las obligaciones morales o compromisos firmados y escritos. Lo mismo que en las dictaduras, con la responsabilidadd más diluida y una presentación de aparente respeto y consideración a la opinión pública y al derecho.» (págs. 322-3)
SOBRE LA POSIBILIDAD DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y EL FRACASO DE LA CIVILIZACIÓN:
10 de mayo de 1938: [la tensión va aumentando en Europa. Hitler visita Roma y crece el fantasma de la segunda guerra mundial] «Yo creo que todo acabará por arreglarse sin desenvainar la espada: ¡aún está muy reciente el horror de 1914! Claro que hoy existe una pugna trágica -entonces inexistente- entre dos principios del todo incompatibles, en franca lucha de muerte, «comunismo y fascismo» y esta batalla general habrá que darla algún día. A nuestra desdichada patria le ha tocado ser la primera nación europea en que se ventila este problema con armas en la mano: ¡triste suerte!». (pág. 258)
8 de septiembre 1938: «Yo no puedo creer que ni por los «checos»… más o menos legítimos… ni por nuestro «pleito interno», consientan quienes pueden evitarlo, que ¡otra vez! arda el mundo entero. Si así sucediera, habría que considerar fracasada esta «civilización occidental»… que no quiere o no sabe, (¡poder, sí puede!) evitar una segunda hecatombe mundial… a los 24 años de haber sufrido la primera. ¡No cabría mayor demostración de «incapacidad» y de «impotencia» para el bien!». (págs. 314-5)
27 de septiembre de 1938: [ante la posibilidad manifiesta de la segunda guerra mundial] «Sin embargo, yo no puedo creer en la guerra. No concibo que se pueda llegar a tal horror por los motivos que se ven. ¿Es que habrá algo oculto? Háyalo o no, es bien triste considerar que nuestra decantada civilización solo ofrezca como solución a las diferencias y pugnas de las naciones una catástrofe mundial cada 25 años. Eso no puede ser. Mañana o pasado surgirá lo imprevisto, o acaso lo concertado, algo que resolverá el conflicto sin ensangrentar Europa. Yo así lo espero, para no despreciar del todo a los hombres… ¡y para seguir creyendo en Dios!». (Pág. 329)
EL INDIVIDUALISMO ESPAÑOL, CLAVE DE LA DURACIÓN DEL CONFLICTO Y LA RESISTENCIA HEROICA DEL EJÉRCITO REPUBLICANO:
17 de junio de 1938: «Como aquellas patrióticas bandas de la Independencia, [los rojos] no vences nunca o muy rara vez, pero se baten siempre inaccesibles al cansancio y al desaliento, tenaces en el pelear y morir. Parecía imposible lograr esta «amplia elasticidad» en un Ejército moderno […] Pero eso será verdad en cualquier parte menos aquí: ahí están nuestros «rojos» para demostrar que no hay imposible que resista a los españoles si se trata de dar rienda suelta a sus pasiones, a su tendencia a la aventura, a la pugna personal, a la lucha por la lucha misma. ¡La locura heroica, eterno motivo de esta tragedia española y de su gloriosa historia! En este medio de violencias se desenvuelve, libre y potente, nuestro «individualismo» duro, agrio, agresivo, incansable, muchas veces cruel y siempre irreductible y sectario. Pero también siempre de una eficacia en la acción imposible de alcanzar sin estas características tan netamente españolas.» (pág. 266)
SOBRE LO INEVITABLE DE LA RECONCILIACIÓN Y LA CONVIVENCIA EL DÍA DE DESPUÉS:
13 de julio de 1938: «[…] si difícil ha sido dominar la sacudida revolucionaria y ganar la guerra, será mucho más difícil administrar sabia y sensatamente la victoria. Y cuando llegue esta ansiada hora y en silencio las armas estalle la pugna apasionada sectaria y vengativa de las distintas tendencias, sindicatos u organizaciones que fatalmente pretenderán una hegemonía del éxito, siempre incompatible con la salud de la Patria. […] Con la guerra deben terminar las violencias: no habrá más remedio que olvidar agravios, daños y dolores y convivir todos los españoles más o menos agriamente al principio. Unos, los patriotas y «obligados» de grado, otros, los incomprensivos y sectarios. Y esta necesaria labor de «convencimiento» e «imposición» necesita en las «alturas» un hombre que a los que no inspire fe, imponga respeto. […] Porque no todo es malo en los «rojos»; ni mucho menos perfecto todo en el «ideario vulgar» derechista. Habrá que prescindir, de nuestra parte, de muchas cosas que nos parecían «derechas» y admitir algunas del bando opuesto que entendíamos disolventes y perturbadoras de nuestro concepto estático y cómodo del derecho a la propiedad. […] ¡Pobre señorito!». (pág. 289)
REFLEXIÓN SOBRE LO INNECESARIO DE LA CRUELDAD Y LA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN DEL SER HUMANO A LA GUERRA:
14 de agosto de 1938: «Mis queridos «compañeros» nos obsequiaron anoche con una sesión muy estimable: más de quinientos proyectiles en el centro de Madrid. ¡Cada vez comprendo menos… esta innecesaria crueldad!». (pág. 306)
21 de agosto de 1938: «La adaptación al ambiente agrio y duro de la guerra, a sus miserias y a sus privaciones… es una «alta capacidad»… bien poco envidiable. También resulta en cambio a veces una gran virtud y, en todo caso, es una característica exclusivamente española. El cañón truena, los hermanos caen y la Patria sangra… ¡pero no importa: el pueblo ríe, llena los teatros… y los ministros se dedican, (a 100 leguas de sus puestos y de su primordial obligación) a disertar sobre problemas de sindicalismo o fisiología! ¡Asombroso… e inexplicable! ¿Somos como pueblo «locos» o de una suprema y despectiva indiferencia ante el dolor y la muerte y para «enjuiciar» y «exigir» a nuestros conductores? Yo no lo entiendo bien […]
SOBRE LA URGENTE NECESIDAD DE AHORRAR MUERTES INNECESARIAS (no puedo evitar pensar en el Capitán Alegría):
23 de noviembre de 1938: «[…] había que ganar la guerra, en una palabra, y ante esa primordial necesidad todo sacrificio, por sensible que fuera, era lícito y necesario. Hoy, alcanzado el principal objetivo, con la guerra absoluta y totalmente ganada, hay que ahorrar sangre y riqueza que no sea preciso gastar. […] Las pérdidas de ambos bandos son pérdidas nuestras». (Pág. 350)
SOBRE EL EGOÍSMO DE LA DERECHA Y SU FALTA DE VISIÓN COMO PARTE RESPONSABLE EN EL CONFLICTO:
13 de septiembre de 1938: «Monarquía y clases privilegiadas! ¡He aquí los inconscientes organizadores de la tragedia que hoy vivimos! ¡Que Dios los perdone! La historia no podrá ser benévola con ellos en sus juicios. Fue excesiva e indefendible su contumacia en el error, su apego cerril a privilegios insostenibles, su ceguera ante el peligro… y llegado éste, lamentable la falta de decisión para afrontarlo o para caer con gallardía. ¡No han sabido ni perder! Vayan con Dios y que no vuelvan si no son capaces de arrepentimiento y enmienda.» (págs. 318-9).
PROPUESTA DE ARTÍCULO FUNDAMENTAL QUE PREVENDRÍA LAS GUERRAS (lo suscribo):
27 de septiembre de 1938: «La presunción o la vanidad en los hombres de Estado, es una enfermedad gravísima para los pueblos que han de soportarla y sufrir sus consecuencias. […] Claro está que estos buenos señores presenciarán el terremoto a distancia y al margen de todo riesgo personal. A mí se me ocurre pensar que si en la diversaas Cartas Constitucionales que rigen los Estados europeos existiera (en todas, desde luego) un articulito en el que yo he soñado muchas veces… ello resultaría eficacísimo para evitar toda clase de guerras. Podría redactarlo así:
ARTÍCULO FUNDAMENTAL: «El servicio a la Patria con armas en la mano constituye la primera obligación y el mayor honor de todo buen ciudadano. Como consecuencia, en caso de conflicto armado, la primera guerrilla del primer batallón de la vanguardia de la nación en armas estará integrada por el Presidente y los ministros del Gobierno que haya declarado o aceptado la guerra. Es puesto de honor que les pertenece, por derecho natural, en su cualidad de primeros ciudadanos de la Patria».
No estaría mal, ¿verdad?», (pág. 328)
Y de todo esto, que cada uno extraiga sus propias conclusiones. Da miedo ver reflejadas algunas opiniones que podrían ser recogidas en cualquier medio de comunicación actual.
Gracias por el comentario, Carmen. Es una alegría verte por aquí. Seguimos en contacto.
José Carlos Aranda
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