HISTORIA DE UNA ESCALERA. Antonio Bueno Vallejo. Resumen de la obra por actos.

 

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[Un resumen nunca podrá sustituir la lectura reposada de la obra, menos cuando se trata de Buero Vallejo, uno de los grandes autores del teatro social durante el franquismo. Pero cuando la lectura es obligada y es motivo de examen, necesitamos recordar, actualizar, rememorar personajes, argumentos y vivencias. Ese es el sentido de estos resúmenes, ayudar a mis alumnos a refrescar contenidos de forma eficaz.

Para la correcta realización del comentario, recomiendo que se trabaje siguiendo las pautas de Cómo se hace un comentario de texto (Berenice, 2009, 3ª ed.). Ahí encontraréis las guías útiles para el desarrollo de comentarios tanto de contenido, como de forma y literarios. De hecho, el principio del acto I, la conversación entre Fernando y Urbano, está comentado como ejemplo de «comentario literario» en el último capítulo. Confío en que os resulte interesante.

Por otra parte, el teatro está diseñado para ser representado y visto en directo. Recomiendo que empecéis por visualizar la obra. Para ello, al final del resumen os dejo dos enlaces, el primero explicativo, el segundo a una representación grabada. Lo mejor será que empecéis viéndolos en ese orden, esto os facilitará la comprensión del resumen y su actualización posterior. 

Las referencias a las páginas a través del resumen están tomadas de Historia de una escalera. Las meninas. Madrid: Espasa-Calpe, 1990. Colección Austral, 10. con prólogo de Ricardo Doménech].

RESUMEN

ACTO I

[La acción transcurre en el rellano y la escalera de un bloque de vecinos. Se trata de un edificio modesto, con barandilla de hierro, un ventana al fondo, una bombilla enrejada y polvorienta pende hacia el hueco. En el rellano hay cuatro puertas numeradas (I, II, III y IV). Los personajes presentan un vestuario algo anticuado]

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El cobrador de la luz va subiendo fatigosamente las escaleras, llega al rellano y va llamando con los nudillos a las puertas. Salen la señora Generosa (I) y Paca (III), miran los recibos y comienzan a quejarse de lo cara que está la luz. También sale Elvira (II), una joven linda. Paca se enfrenta al cobrador, esto se arreglaría con una revolución, como dice su hijo Urbano. Entra a regañadientes a por el dinero. Doña Asunción (IV) abre su puerta, coge el recibo, se disculpa, en ese momento no tiene dinero, le ruega que vuelva más tarde, pero el cobrador protesta porque no es la primera vez. En ese momento sale don Manuel, padre de Elvira, ésta le susurra algo al oído y él coge el recibo y se hace cargo del pago, ante las disculpas de doña Asunción.

Don Manuel se interesa por el hijo de doña Asunción, Fernando. Trabaja en una papelería, pero descontento porque gana poco y él vale mucho más.  Tiene muchos proyectos, sueña con ser delineante y se pasa el día pensando, leyendo, tumbado en la cama. También escribe poesía, le pedirá una para Elvira. Esta, turbada, trata de disculpar a Fernando. Doña Asunción alaba su belleza pero el padre tiene prisa, deben marcharse, se despiden. Ya a solas, Elvira abraza y besa a su padre que sabe que anda enamorada de Fernando aunque él, personalmente, opine que es un tarambana sin un duro. Pero Elvira lo defiende, cree que llegará muy lejos, y lo haría más rápido si el padre lo colocase en la empresa. Ante las protestas del padre, comienza a hacerle mimitos enganchándose a su brazo. Así comienzan a bajar las escaleras.

Trini, hija de Paca, sale a comprar (III), al coincidir con la Generosa bajan juntas cotilleando sobre la subida de precios, sobre doña Asunción, que no podía pagar el recibo, sobre cómo se lo pago don Manuel… Para Trini, Elvira es una lagartona que va a por Fernando. Camina -joven guapa, sencilla y humilde- sale llamando a su madre, ha olvidado la lechera. Fernando, que la ve bajar tras su madre, trata de pasar desapercibido. Doña Asunción le pregunta por qué no ha ido a trabajar, pero él no le responde. Se ofende cuando le cuenta que don Manuel ha pagado la factura de la luz, se siente humillado y la empuja dentro de la casa. Cierra dando un portazo.

Se recuesta en el descansillo y aparece Urbano -traje azul, joven, fuerte, moreno y rudo, un proletario-. Cuando lo ve invita a Fernando a un cigarro y traban conversación. Fernando está harto de su trabajo, de las miserias, de su vida, pero confía en salir de allí, en progresar.  Urbano se lo toma a broma porque siempre le cuenta la misma historia. Por su parte, le habla de la fábrica, de la última huelga, de cómo ha aumentado la sindicación. Se muestra apasionado, cree en el asociacionismo y el sindicato, confía en que la solidaridad obrera transformará la sociedad. Se burla de los sueños de Fernando, para lograr ese progreso del que habla  hay que trabajar muy duro, mucho tiempo, ahorrar como una Urraca y no ve en Fernando esa naturaleza sino todo lo contrario, muchos sueños pero  siempre aplazados para empezar al día siguiente. Y vuelta a empezar. Tampoco Fernando confía en la solución de Urbano, no cree en el asociacionismo. Confiesa a su amigo su miedo al paso del tiempo, a la posibilidad de una vida de frustración como la de sus padres, de los vecinos de ese bloque, el no lograr salir de allí. Urbano cree que lo que le hace falta es enamorarse en serio, le sonsaca, averigua que está por Carmina, aunque él se empeña en negarlo. Ambos se emplazan para ver en diez años quién de los dos tenía razón.

La llegada de Rosa -hermana de Urbano, joven, provocativa, en actitud desafiante y despectiva- interrumpe la conversación. Urbano está molesto con ella, la increpa preguntándole si viene de «pingonear» pero ella se le enfrenta y responde con descaro. Sale Pepe (I) -hermano de Carmina: 30 años, chulo y presuntuoso-, mira con complicidad a Rosa y la invita a bailar por señas. Ella asiente con alegría cuando Paca abre de improviso y los sorprende. La manda entrar en casa, la empuja hacia dentro, la obliga llamándola «golfa». Después se vuelve hacia Pepe y lo amenaza para que la deje en paz. Pepe se retira y comienza a bajar la escalera, pero Urbano lo detiene y lo amenaza «…como vuelva a verte con Rosa… te tiro por la escalera…». Fernando media y Pepe se marcha protestando entre dientes.  Urbano entra también en casa y queda Fernando solo en la escalera.

Llegan don Manuel y Elvira subiendo las escaleras. Elvira aprieta el brazo de su padre y le hace señas, es una buena ocasión. Pero don Manuel no entra en el tema y se separan de él mientras Elvira sigue a su padre volviendo la cabeza con frecuencia para mirar a Fernando que ya no le presta atención.

Cuando llega Generosa, lo invita a comer, invitación que Fernando declina. Le pregunta a ella por su marido, don Gregorio,  lo van a jubilar, le va a quedar una mala pensión después de 50 años conduciendo un tranvía. A Pepe, su hijo, no hay quien lo encarrile. Fernando la consuela, aún le queda Carmina, y Generosa se deshace en elogios hacia su hija (53). Generosa entra en su piso dejando solo de nuevo a Fernando.

Elvira sale silenciosa, lo llama y le pide que la acompañe a comprar un libro como regalo, pero él no quiere, insiste y él le da la espalda y la rechaza. Entonces, ella juega al chantaje afectivo «…te aprovechas de que te estiman demasiado para devolverte la humillación». Eso lo enrabia aún más, la despide a gritos y ella retrocede, llorosa cierra la puerta.

Paca sale y llama a casa de Generosa, le pide sal, entablan conversación y derivan en el cotilleo sobre cómo don Manuel ha pagado el recibo de luz de doña Asunción. Fernando, sin que ellas se den cuenta, está escuchando la conversación con expresión de disgusto. Don Manuel lo hizo por intercesión de Elvira, que no es la primera vez. Para Paca, fue la propia doña Asunción quien casi lo suplicó, pero la disculpa porque con una pensión de 75 céntimos y un hijo que no da golpe… Fernando gana una miseria en la papelería y, además, puede que lo echen por faltar.  Lo que busca el muchacho es pescar a Elvira y con ella los cuartos de su padre. Don Manuel tiene dinero desde que montó la empresa, una agencia para sacar permisos y licencias, certificados… Generosa opina que es más bien al contrario, que es Elvira la que está encaprichada de Fernando. Finalmente, Paca se interesa por don Gregorio: anda disgustado con el retiro, «¡Qué vida, Dios mío!». Se despide insistiéndole a doña Asunción en que no quiere ver a Pepe con su Rosa (58) pero inmediatamente se queja de su propia hija, «otra que tal». Ninguna de las dos se lo merecen, lo único que han hecho ha sido sufrir por sus hijos. Se despiden.

Fernando está , solo, abrumado. Cuando sale Carmina, la detiene aunque ella trata de continuar su camino. Le habla de usted y él protesta, se conocen desde niños, cuando jugaban a ser novios, pero Carmina lo toma a burla, le recrimina «sus conquistas». Pero él insiste, es a ella a quien quiere de verdad, le suplica que le escuche, la acompaña hasta que se sientan ambos en el primer peldaño. Le quita la lechera que lleva en la mano y la deja en el suelo para cogerle la mano y declararle su amor. Entonces, Carmina le dice que se declare a Elvira. La observación alegra a Fernando que entiende los celos que hay detrás. Él no quiere a Elvira, la detesta, solo quiere cazarlo con su dinero. Ahora es Fernando quien le pregunta por Urbano y ella bromea, «está loca por él». Por lo que siente por ella, no podía coquetear, porque la quiere. La necesita para lograr salir de la ordinariez que les rodea.

Se pondrá a trabajar en serio, estudiará mucho, se hará primero delineante, en un año aparejador. Trabajará mucho, se casarán y vivirán en un barrio limpio y tranquilo. Pero él seguirá estudiando para ser ingeniero, poeta, escritor… Carmina le escucha extasiada y, cuando él se inclina para besarla, derrama sin querer la lechera. «Temblorosos se levantan lo dos y miran, asombrados, la gran mancha blanca en el suelo» (61)

Fernando y Carmina sueñan un futuro juntos, ¿qué lo trunca?

TELÓN

ACTO II

Han pasado 10 años pero nada parece haber cambiado en el edificio. Los personajes han envejecido. Están en el descansillo mirando por el hueco. Se están llevando el féretro de Gregorio. Los vecinos comentan entre sí, se lamentan, tratan de consolar a Generosa. Finalmente, Generosa y Carmina entran a casa de Paca, «¿Qué va a ser ahora de ellas, de Carmina?».

Fernando y Elvira salen de su casa, llevan consigo un niño de pecho. No saben si dar o no el pésame. Fernando prefiere aplazar la decisión, discuten. Elvira recrimina a su marido su indecisión, el ser un pusilánime, el no ganar suficiente dinero, de ser un niño mimado, de haberla engañado. Está arrepentida de su matrimonio (66). La llegada de Pepe por las escalera interrumpe la discusión. Duda si entrar en la puerta I, su antigua casa, pero finalmente llama al IV. Le abre Rosa y comienzan las recriminaciones, toda la noche emborrachándose y ellas sin nada con que comer. Cuando Pepe la amenaza con marcharse, Rosa se echa a llorar (67). En ese momento, salen Trini con un capacho. Pepe aprovecha para piropearla pero ella se revuelve, «¿No te da vergüenza haber estado haciendo el golfo mientras tu padre se moría?». Está preocupada por el futuro de Carmina y su madre, pero eso a él le da igual. Es un chulo despreciable que vive de las mujeres.

Urbano, que la ha escuchado, sube furioso, agarra a Pepe por las solapas y lo amenaza, que no vuelva a molestar a Trini (68). En ese momento, Rosa sale (del IV) y se interpone, intercede por Pepe y recrimina a Urbano su violencia. Este no puede entender que ella se perdiera por un imbécil. Pero Rosa se defiende, prefiere cargar con Pepe que con quien no quiera nadie. El señor Juan sale enloquecido (III), los manda callar a todos. Recrimina a Pepe que siga allí para amargarle la vida, pero Trini intercede. Finalmente el señor Juan manda a Urbano soltar a Pepe y este cede. También sale Paca (I), se lamenta del escándalo donde ha habido un muerto, echa en cara a su marido el que se mezcle con basura. Rosa se retira avergonzada y se lleva a su marido. Y a Urbano, le manda decir a los vecinos que el entierro ya ha acabado. Pepe se marcha murmurando entre dientes.

Urbano va a llamar al I cuando sale Carmina. Está llorando, le da las gracias (70). Lleva un capacho en la mano, ¿qué van a hacer ahora? Se han quedado sin la pensión del padre. Urbano trata de ofrecerse, pero ella lo interrumpe, ha sido muy bueno, le está agradecida. Cuando intenta continuar, él la detiene, la acompaña hasta el descansillo. Allí se le declara. Está enamorado de ella. Sabe que no es el mejor día, que es un bruto. Es consciente de que ella no lo quiere, pero quisiera cuidar de ella, casarse con ella. Carmina lo rechaza al principio, había pensado quedarse soltera. Urbano intuye que aún puede sentir algo por Fernando, es consciente de que él no es más que un obrero, pero la quiere, estaría dispuesto a trabajar duro y a cuidar de ella y de su madre. (72) Continúa, no la deja hablar, insiste, hasta que finalmente Carmina se refugia en sus brazos llorando y le da las gracias.

Cuando se separan, aún con las manos cogidas, ella sonríe.. Paca sale al rellano y se interesa por ella. Al saber que Trini no había ido a la compra, se ofrece y los manda subir. Los sigue con la vista hasta que entran (73). En ese momento se cruza con la Trini, Paco la había mandado a consolar al padre, por un momento piensa en cotillearle lo que acaba de descubrir, pero finalmente no lo hace.

Sale el señor Juan, va a consolar a «esas pobres mujeres», «¿Viste cómo defendía Rosita a ese bandido?» Se siente avergonzado de su hija y le ordena retirarle la palabra. Pero Trini intercede, la mayor pena de Rosita era el daño (74) que le estaba causando al padre. El señor Juan no puede evitar interesarse por su hija, y Trini le cuenta que le va muy mal, que se juntó con Pepe porque lo quería, pero que es un golfo que no gana una peseta, «No quiere que él la deje. Tampoco quiere echarse a la vida… Sufre mucho». Con lo poco que le da apenas come y lo más probable es que acabe echándose a la calle para que no la abandone. El señor Juan se exalta (75), no hay que lamentar lo que ella misma ha buscado, lo que sí le disgusta es verla a ella sufrir por su hermana. Si eso la consuela, le ofrece unos ahorrillos que tiene guardados. Trini se lo agradece, «¡Qué bueno es usted, padre!», pero se los tiene que dar a Rosita si quiere, como cosa suya y sin que se entere la madre. (76). Después, llama al I, le abre Urbano y entra.

Trini llama al IV y sale Rosita que se disculpa por la discusión de antes. Pero Trini la disculpa y le da el dinero del padre. Rosita lo acepta llorando, sin creer que su padre tenga ese gesto con ella, Trini le insiste en que «Padre te quiere» ambas, charlando, entran en el piso y cierran la puerta (77).

Llegan Fernando y Elvira, siguen discutiendo, el niño llora. Fernando quiere pasar a dar el pésame, pero Elvira no, siente celos de Carmina y le reprocha el que se casara con ella sin quererla, solo por el dinero del padre (78). Urbano y Carmina salen al rellano cogidos de la mano; al ver a Fernando, Carmina trata instintivamente de soltarse, pero Urbano la retiene. Fernando aprovecha la ocasión, le da el pésame a Carmina que los invita a pasar para acompañar a la madre, pero Elvira arrastra a Fernando, hay que dar el pecho al niño. En realidad, está retregando a Carmina su matrimonio y su maternidad (79), «Mira qué rico está mi Fernandito», se parece a su padre. Carmina y Urbano no saben qué decir y Fernando mete la pata, «todos los niños se parecen, igual podría parecerse a Carmina». La situación es muy tensa. Urbano y Carmina se apartan y dejan paso. Así se separan.

TELÓN

La escalera es un símbolo de la vida y el destino. Podemos subir, también bajar, o permanecer. ¿Dónde están los personajes?

ACTO III

Han pasado 20 años. Sigue siendo la misma pobre escalera con algunos pequeños cambios, intentos fallido de remozar el edificio (cristales romboidales en la ventana, un letrero «QUINTO» en el rellano, timbre eléctrico en las puertas).

Paca llega al rellano, gordísima, cabello blando, fatigada, va caminando lentamente con un capacho en la mano. Se queja de su vejez, de la escalera…(83) pero no quiere morir, le gustaría que su nieta le hiciera más caso. Entra en su casa.

De la puerta IV sale un señor y de la I un joven bien vestido. Bajan juntos charlando, ambos van a la oficina. Están esperando a que alguien del bloque se mude para poder cambiarse a un piso exterior. Desprecian a los vecinos antiguos, habría que desinfectar el piso antes de mudarse. Pero, en realidad, la casa no está mal, lo pisos son amplios, solo falta el ascensor. Poco a poco van alejándose (84)

Salen Carmina y Urbano (III), ya son casi viejos. Cuando empiezan a bajar aparecen subiendo Fernando y Elvira. Nada, excepto la edad, ha cambiado. El uno es un matrimonio obrero y el otro un matrimonio de «empleado». Se cruzan con un saludo seco. Llegan al rellano, llaman al timbre y Manolín, su hijo de 12 años, les abre y besa a su madre (Elvira). Comienza a girar en torno a ella, busca algún regalo, es su cumpleaños y quiere pasteles. Pero no hay y se enfada. Se marcha a jugar. Cierran la puerta.

En realidad, se queda en el descansillo quejándose de lo tacaños que son los padres. Saca un cigarrillo y comienza a fumar. Rosa y Trini salen (III), viejas y tristes de desilusión. Rosa lleva un capacho. Trini protesta, pero Rosa no quiere quedarse a solas en la casa con «madre». Está convencida de que no la quiere bien «desde aquello» (86). Al verlas, Manolín las saluda con alegría. Trini trata de recriminarle con cariño el que esté fumando, y él se justifica, es su cumpleaños. Entonces le ofrece algo de dinero para que compre pasteles, pero él ya no quiere pasteles, prefiere el tabaco, a lo que ella se niega. Se la lleva aparte para hacerle una pregunta: «¿Quieres casarte conmigo cuando sea mayor?». Trini rompe a reír mientras Rosa los mira con cara triste desde la barandilla. «No digas simplezas, ¡qué tonto eres!». De esta forma, Trini se despide de él sin saber si regalarle pasteles o tabaco (88).

Manolín enciende otro pitillo. Salen Carmina-hija y Urbano (III). Paca la despide en la puerta. Es una chiquilla atolondrada de unos 18 años, está llena de energía. Paca le riñe, pero ella es zalamera, la abraza, la besa… hasta que la hace reír. «No te olvides de comprar ajos», le dice por fin antes de cerrar la puerta (89). Fernando-hijo sale con su madre, Elvira (II). Va en mangas de camisa, es apuesto. Al verla, llama a Carmina y la alcanza. Manolín espía la escena con picardía. Carmina le pide que la deje continuar, los pueden ver, pero Fernando-hijo la detiene con brusquedad. Le exige que le diga por qué lo ha estado esquivando. Ella trata de aplazar la conversación pero él la sujeta contra la barandilla. Le recrimina que solo haya querido coquetear con él e insiste hasta que logra que ella se sincere: «Yo te quiero, pero lo nuestro no puede ser». Los padres son el problema. La han amenazado, incluso le han llegado a pegar. Tiene que olvidarla, tiene miedo. Al final logra desasirse y se marcha llorando.

Al ver a Manolín su mirada se endurece, lo manda para casa, pero él se niega, es su cumpleaños (92)… «…y hago lo que quiero». «Si no fueras el favorito…». Manolín se burla de la escena que acaba ver con Carmina, lo amenaza con contárselo a sus padres, Fernando lo amenaza con chivarse de que estaba fumando.  Manolín sube corriendo y llega hasta la puerta justo cuando Fernando-padre sale: «Papá, Fernando estaba besándose en la escalera con Carmina». Los manda entrar en casa, Fernando sube entre protestas, no estaba besando a Carmina aunque sí estaba con ella. Sin embargo, el padre ya le había advertido muchas veces que no tonteara con ella. Cuando le ordena entrar, Fernando-hijo se rebela, está harto. Al escuchar la discusión, Elvira acude a la puerta e interviene con acritud. Fernando-hijo no puede entender que él tenga que sufrir los rencores y las rencillas de los padres (94). Pero la Elvira es tajante y, cuando Fernando-padre duda y ofrece a su hijo una explicación, se le enfrenta, no hay nada que explicar. Ordena entrar al hijo y este, finalmente, cede: «No os comprendo… No os comprendo…». Cierran la puerta.

Rosa y Trini regresan de la compra… Rosa ha dejado a Pepe que solo la entretuvo hasta que ya nadie la miraba a la cara. Ahora, cuando ya es un viejo quemado por la vida, anda buscándola. Afortunadamente no tuvieron hijos, aunque a ella le hubiera gustado. Trini, por su parte, ha permanecido soltera, también le hubiera llenado el tener un hijo. Pero la una por marcharse, la otra por quedarse a cuidar de los demás…al final dos fracasadas. Abrazadas por el talle, avanzan llegan hasta la puerte (95)

Llegan Urbano y Carmina con su hija, quieren que su hija se olvide de Fernando, un gandul igual que su padre. Carmina-madre sube con mucho esfuerzo, jadeando, «Dichoso corazón». Urbano insiste en llevarla a otro médico (96) pero ella se niega porque no hay solución: «Esto es de la edad y de las desilusiones». Urbano no entiende que se casara con él si no lo quería, pero ella le recuerda su insistencia. El creía entonces poder hacerla olvidar. Poco a poco van subiendo (97).

Ya a punto de cerrar la puerta, ve salir a Fernando-padre. Lo llama, le exige que hable con su hijo para que no siga rondando a Carmina; Fernando se defiende, ya lo han intentado sin éxito. Brotan los viejos rencores (98), se enfrentan. Fernando culpa a Carmin-hija, es Urbano quien debe vigilar; para Urbano, en cambio, el problema es Fernando-hijo, un tenorio, un vago como su padre que, igual que todos, sigue amarrado a la misma escalera. Tampoco Urbano, son su asociacionisimo y su sindicato ha logrado salir de allí, le reprocha Fernando.

Carmina-madre interviena tachando de gandul y cobarde a Fernando. El altercado va ganando en violencia. Urbano trata de callarla sin conseguirlo, nunca consentirían en que sus hijos se casaran. Fernando compara a Carmina-hija con Trini, ligera de cascos, y Urbano salta rojo de ira, Carmina lo sujeta. Elvira interviene en tono despreciativo: no tendría que discutir con gentuza, y Carmina-madre se le enfrenta: ella es la culpable de todo por entrometida y zalamera.

Todos van apareciendo atraídos por las voces de la discusión. Elvira le regalaría hoy Fernando a Carmina, está equivocada si cree que se lo quitó (100). Urbano y Fernando tratan sin éxito de detener la discusión. Elvira insulta a toda la familia de Carmina: Paca una chismosa consentidora, Rosita una cualquiera. Rosa se abalanza y la agarra del pelo mientras Carmina también trata de pegar a Elvira. Urbano y Fernando las sujetan para separarlas. Fernando-hijo, poco a poco, asqueado, va separándose del grupo.

Aun separadas, continúa el cruce de insultos. Rosita acusa a Elvira de haber cazado a Fernando, otro chulo como Pepe. Fernando trata de protestar, pero Urbano lo interrumpe acusándolo de cazador de dotes. Se amenazan y, entre insultos, van entrando en sus respectivas casas. Fernando-padre baja tembloroso la escalera, es un vencido. Su hijo lo ve desaparecer con una mirada de espanto (102) y se queda sentado con la cabeza entre las manos.

Carmina-hija sale con sigilo, también tiene la cara descompuesta. Fernando-hijo la llama. Carmina está convencida de que su relación es imposible, pero Fernando la anima a ser fuerte. Sus padres se han dejado vencer, son viejos y torpes, pero él está dispuesto a luchar. Solo necesita el cariño y la confianza de Carmina. Ellos no se dejarán vencer por ese ambiente. Se apoyarán mutuamente y lograrán salir de allí. Carmina se deja llevar por el sueño, «Te necesito, Fernando, ¡no me dejes!». Se abrazan, se sientan cogidos de la mano. Empezará a trabajar… Tiene muchos proyectos…

Mientras, Carmina-madre sale de su casa y lo ve. Fernando-padre, que va subiendo las escaleras, se paraliza al ver la escena. Fernando-hijo sigue hablando, dibujando su futuro… Estudiará mucho, se hará aparejador, luego arquitecto, ganará mucho dinero, se casarán y tendrán un hogar alegre y limpio. Después seguirá estudiando, se hará ingeniero… Se miran extasiados a punto de besarse. Mientras, Carmina-madre y Fernando-padre se miran largamente. Sus miradas están cargadas de una infinita melancolía (104)

Antonio Buero Vallejo

TELÓN Y FIN

Para conocer más de la obra, circunstancias, personajes y argumento

 

Grabación de la obra representada:

Acerca de #JoseCarlosAranda

Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Filosofía y Letras; Creador del Método Educativo INTELIGENCIA NATURAL (Toromítico 2013, 2016). Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba (España). Profesor universitario y de EEMM, educador, escritor, conferenciante, colaborador en TV, Prensa y Radio. PREMIO CENTINELA DEL LENGUAJE 2015 de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
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