
Primera parte de la historia en https://josecarlosaranda.com/2022/02/04/san-juan-de-avila-en-cordoba-el-caso-de-la-mujer-arrepentida-1-casos-raros-ocurridos-en-la-ciudad-de-cordoba/
Hacedme el favor de decirme, si sabéis, lo que hizo el Cupidito cuando vino y no halló en su casa a la señora. Yo lo contaré, dijo Domingo Excusado. Vuelto, pues, abrió la sala como acostumbrara, y no halló a doña María, que así se llamaba, y saliendo como un león desatado, preguntaba a (A) uno y a otro. Vase al mayordomo, pregúntale qué cuidado tiene de su casa y, al fin, como perro rabioso, viendo que nadie le daba cuenta de lo que preguntaba, los hacía pedazos entre las manos: excusábanse con decir que todos se fueron acompañándole y que no estaban avisados de nada. Al alboroto del amo y de las voces que daba, se fueron todos los criados y, entendida la contienda, dijo un mozo de caballos que a poco de haber salido el amo, entró uno con una escalera, que no conoció ni cuidó de ello por estar ocupado con los caballos, y que no pasó mucho tiempo cuando vio salir una mujer con tal vestido y sin chapines y tan deprisa que más corría que andaba, que él no había visto más que esto. Con estas señas, conoció que aquella era doña María y que, si fue para el sermón, quedaría para casada, pues fue para pecadores.(B)
Hizo luego mil diligencias, y la última fue enviar un criado a la casa donde estaba la señora preguntando si estaba en la casa una mujer de tales señas. No se previno esto y le respondieron que sí, que dentro estaba. Volvieron y dijeron al caballero lo que pasaba. Sabida la verdad, quedó fuera de su consideración que si el maestro Ávila intervenía en el negocio, lo había de vencer. Sin embargo, hizo una diligencia extraordinaria y fue que cercó toda la casa del depósito con gran porción de criados sin que la pudieran sacar sin venir la presa a las manos.
Alborotose todo el barrio viendo la prevención de los guardias, y nadie sabía la causa. Avisaron al maestro Ávila que, por evitar lo que pudiera suceder, se fue a casa del Corregidor, que era un caballero muy cristiano y contole lo que pasaba, y como buen juez, acudió al (A) remedio con la brevedad que había menester y fue que dio su misma carroza y hombres a caballo y de a pie y él, en persona, autorizó el hecho. Y sabida la voluntad del maestro Ávila, que convenía llevarla a Montilla a implorar la mediación de los Marqueses, que estimaban al Padre Ávila como a santo, se determinó llevarla allá aquella tarde.
Salió el Corregidor con el Padre y doña María en la carroza, corridas las cortinas, por la puerta del puente y andadas dos leguas se volvió el Corregidor. Finalmente, viendo el Cupidito que todas las puertas se le cerraban, acudió a un recurso que no fue menor desatino que el poner las guardas, y fue enviar un propio al Duque muy deprisa diciéndole en sustancia que el maestro Ávila le había quitado una mujer de que había recibido notable disgusto, y que sabía que marchaba adonde él estaba. Le suplicaba se la devolviera porque en ello recibiría merced. Lo que no surtió efecto (B), aunque el caballero era deudo de los Duques, porque hechos, estos señores, cargo del asunto, lejos de acceder a lo que les pedía, abominaron la demanda.
CASOS RAROS OCURRIDOS EN LA CIUDAD DE CÓRDOBA. CAJASUR, 2003 (2 TOMOS, EDICIÓN FACSÍMIL)
Transcripción del original, publicado en edición facsímil. Los números iniciales corresponden a los párrafos, los números entre corchetes a las páginas. Hemos respetado el léxico y la sintaxis por entender que se trata de un tesoro, pero hemos actualizado la ortografía para no inducir a error.