ACTO DE PRESENTACIÓN DE DON JOSÉ ANTONIO PONFERRADA CEREZO COMO ACADÉMICO CORRESPONDIENTE POR MONTILLA DE LA REAL ACADEMIA DE CÓRDOBA (JUEVES, 24 DE NOVIEMBRE DE 2011).
Se efectuaron las presentaciones, nuestro maestro Joaquín Criado hizo la glosa de tus méritos y subiste hasta el atril. No puedo evitar oír repetidos los versos que Dámaso Alonso dedicara a Vicente Alexandre, ¿te acuerdas? («Vicentico, Vicentico, ya te lo decía yo / la gran zorra de la vida nos la jugaba a los dos»).
Te subiste hasta el atril para mirar frente a frente, como siempre has hecho. Gafas de media luna, brillo en tu frente ya ancha, despejada; pajarita en camisa blanca bajo traje oscuro, gris: ¡qué otro tú! Pero te busco detrás de las apariencias y sigues ahí, donde siempre: tu coleta delata esa seña de identidad nunca perdida de rebeldía vital contracorriente, como los quevedos de Valle-Inclán. Y se me fue la mente hasta nuestra facultad y nuestras tardes de café, de sol en el patio de los naranjos, de cuadrafónico sonando a Garfunkel en aquel piso del barrio viejo, nuestras densas conversaciones de libros y de música, de política y de ideas y de ideales, entre el humanismo exacerbado de Feliciano, los panfletos volando anónimos por las ventanas de la segunda planta del patio mudéjar que aterrizaban indiferentes a nuestras inquietudes sobre la solera de canto rodado en que aguardábamos las clases de Filosofía de Miguel Castillejo. ¡Cuánto admiré siempre tu erudición, tus lecturas, tu buenhomía!
José Antonio, qué placer verte hoy arropado, oírte amontillado entre las brumas de un Palacio Valdés decimonónico. Hay siempre un interés muy humano detrás de esa erudición bien anclada -hoy ya académica-. Un deleite simple y terruñero de lo más unamuniano, pero también machadiano que logra armonizar a los dos hermanos: el inquieto filósofo responsable y el panteista contumaz. Montilla, tu vino, tu vida, tu literatura. El placer de vivir sin más otero que el paladar fino y el gusto refinado por lo auténtico y lo cercano.
Enhorabuena. Desde hoy la Academia será más personal, más íntima, más cercana, más mía… porque tú estás ahí.
José Carlos Aranda Aguilar
Querido José Carlos:
Aprovecharé que te mando una foto de la Academia, para divagar sobre la letrilla que te gusta decirme. Aquella de : Vicentico, Vicentico / ya te lo decía yo / que la perra de la vida / nos la jugaba a los dos. Que le decía don Dámaso a Vicente Aleixandre.
Pues el caso es, por lo que he podido averiguar, que ya venía de antiguo. La nuestra es un calco de la original, una admonición atribuida a Ignacio Sánchez Mejías para su pariente Joselito el Gallo: Joselito, Joselito / ya te lo decía yo: / no vayas a Talavera / que va a ser tu perdición. Y en la plaza de Talavera de la Reina fue muerto Joselito.
Más. En flamenco esto se canta por bulerías, como lo hace José Monge «Camarón de la Isla». Al que sus amigos llamaron también Joselito y que muerto quedó, también, en los ruedos de la vida de artista: Joselito, Joselito, / que bien te lo decía yo, / que no fueras p´a la vera / que iba a ser tu perdición. Está en la letra de «Una estrella chiquitita». Variantes, tan del gusto de la literatura popular.
Lo que nos muestra, una vez más, que la tradición es la forma suprema de la originalidad (origen).
Espero haberte entretenido, colega, con estas filologías. Como sé que estas cosas te gustan, puedes si quieres ponerlo en tu blog.
Recuerdos y besos para los tuyos.
José Antonio Ponferrada
Amigo José Antonio, dicho y hecho. Henos aquí ambos a dos, como siempre estuvimos. Un fuerte abrazo.
José Carlos Aranda.