No conocía a Eleuterio, aunque sí conocía a ese personaje de leyenda que se pierde en la nebulosa de otros tiempos. Entonces lo llamaban «el Lute» y se ganó la fama de indomable por sus fugas de distintas prisiones españolas. Lo veíamos en los noticiarios de la televisión y oíamos sus «proezas» que, en aquella época, sonaban a rebeldía y revestían un aura de resistencia, dureza, heroicidad lastimera. ¿Quién me iba a decir que con el paso de los años llegaría a conocerlo? ¿Quién me diría que la vida me daría ocasión de sentarme cara a cara con él para hablar durante más de tres horas de su vida, de la vida, de nuestras vidas, de literatura y de ciencia, de economía y política, de religión, del sentido de la existencia, de la superación, del amor y la traición, de los hijos y de la suerte, de ese todo que se entrega de buenas a primeras cuando sentimos la confianza de haber encontrado un amigo inesperado a mitad de camino hacia ninguna parte?
Eleuterio es una persona afable, educada, culta, enjuta y ceñuda, locuaz y tozuda, fibroso de cuerpo y pensamiento, con esa dureza que da la experiencia del golpe que, aunque bien encajado, nos deja dolorida el alma. Su pecado fue el estar en el lugar menos indicado en el momento menos propicio en una época donde no había segundas oportunidades y la ejemplaridad una necesidad y una urgencia de propaganda. Atracó con dos amigos una joyería, lanzó un adoquín contra el escaparate para robar unas joyas. Él no sabía que uno de sus amigos llevaba una pistola. Tampoco pudo imaginar las consecuencias porque eran inimaginables. Consejo de Guerra y pena de muerte conmutada por una cadena perpetua, el encierro en vida, 30 años sin derecho a remisión de pena, la muerte administrada en pequeñas dosis dentro de un habitáculo donde el ansia de libertad y fuga fueron su único aliciente para mantener la cordura.
Pero descubrió en la lectura -a los 22 años aún era analfabeto-, cuando aprendió, otro tipo de fuga y se convirtió en un devorador de libros. La mente puede derribar los muros más espesos, la imaginación no conoce de cárceles y puede aligerar el alma. Se convirtió en abogado, salió de prisión. Pero otro fantasma lo esperaba más allá de las alambradas y las torres: su propia leyenda que lo persiguió tenazmente y aún hoy lo sigue persiguendo en el tiempo y la memoria colectiva. Por eso, porque hoy es quién es, esa persona maravillosa forjada a golpes de vida, me he negado a utilizar el nombre de «El Lute» en el título de este artículo. Sé que habrá menos entradas, menos lectores que si hubiera recurrido a su apodo histórico. También sé que a él no le importará como a mí tampoco, porque hoy quiero traer a esta breve reseña quien es hoy alejado de mitos y de leyendas. Quiero reivindicar al pensador que vive y siente nuestra realidad desde las claves de su propia experiencia, a una persona que tiene tanto que transmitir que confío en que los medios lo atiendan como quien hoy es y dejen de utilizar el quién fue o, mejor dicho, aquel que nos dijeron que fue. Sobrepasar la leyenda para escuchar a la persona.
Coincidimos en el plató de televisión española, en TV2, yo acudía a un programa tertulia para hablar de la «Educación en valores», él intervino a continuación para presentar su último libro, Cuando resistir es vencer (Almuzara, 2013). Regresamos a Sevilla en el mismo avión y la coincidencia nos dio la oportunidad de comer juntos con Lola Hermoso, mi mujer, y compartir más de cuatro horas de tertulia. Porque sabía que iba a coincidir con él, llevé su libro, me lo dedicó. Ya lo llevaba medio leído, lo suficiente para tener el ánimo sobrecogido por haber encontrado en sus páginas a una persona con esa capacidad de sentir y de interpretar. No me sorprendió cuando describía su libro como medio biografía medio ensayo, porque las anécdotas históricas trascienden hacia la reflexión sobre la vida y el ser humano, el sentido de lo justo y lo injusto, sobre esta sociedad que se nos ha ido creando entre empujones de improvisación y modernidad.
¿Cómo no va a trasmitir Eleuterio que la clave de la transformación de la sociedad y la erradicación de la injusticia pasa por la educación, si fue la educación la que le otorgó el don de la libertad en prisión? Tuvo que conquistar su libertad para comprender que para alcanzarla no basta con estar fuera, que es una conquista personal difícil de medir, de encontrar, de controlar; algo que requiere un esfuerzo permanente, algo que no todos consiguen en la vida aunque paseen tranquilamente por la calle.
Hoy, Eleuterio es una persona extraordinaria que camina buscando lo que todos buscamos, la felicidad en la paz y el equilibrio. Y, a pesar de él o gracias a él, se ha convertido en otro símbolo, en otro mensaje de esperanza y de futuro.
Aquí os dejo un enlace para oírlo en directo en una entrevista realizada en Canal Extremadura, pero si queréis escucharlo en persona, y merece la pena, basta con teclear su nombre en «youtube». No os perdáis la aventura de conocerlo.
Bastantes noches se llevó mi padre sin dormir ¨»por culpa de el lute», cuando por entonces vivíamos en Almodóvar y mi padre era sargento de la Guardia Civil. Eran otros tiempos, no recuerdo muy bien si era allá por los años 70, yo debía de tener 8, 9 o 10 años, pero si recuerdo que a todos nos traía de cabeza con sus andanzas.
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