A menudo los niños pequeños, y no tan pequeños, reaccionan con rabietas que parecen incontrolables. A los padres les resulta frustrante el no saber qué les ocurre o cómo pueden actuar en ocasiones como estas. Situaciones cotidianas como irse a la cama, ducharse, ayudar a recoger, ordenar su cuarto o aceptar que no hay “chuches”, se convierten en una auténtica odisea. Hemos de comprender, sin embargo, que el niño nace sin saber comunicarse; de hecho, el aprendizaje de la lengua no empezará a desarrollarse hasta los seis meses, y tardará tres años en comenzar a ser mínimamente operativo.
La forma de comunicación primera, aquella que es inconsciente e instintiva, es el llanto. Y nos resulta tan insoportable porque es su mecanismo de defensa para la supervivencia. Pero durante los primeros años, el aprendizaje del niño es conductista, es decir, desarrollará hábitos y conductas a partir de las respuestas que obtenga del entorno familiar. Ahí reside la enorme importancia de medir cómo actuamos frente a esas rabietas
Aquí os dejo el enlace a la entrevista. Espero que os guste.