¿Qué os puedo contar? Fue una toda una experiencia en clave positiva en todos los sentidos. En la Feria del Libro de Madrid los nombres cobran sentido: es un feria, el libro es el protagonista y el personal lo vive y lo disfruta.
Llegué despistado como buen provinciano. La Feria está en el Parque del Retiro, íbamos con la hora pegada porque el hotel reservado quedaba excesivamente lejos. Cuando ya llegué al Retiro me encontré que las distancias no eran las de mi Córdoba. Desde la entrada de Atocha hasta la caseta donde debía firmar a las 18:00 había ¡1 kilómetro! Así que no pude disfrutar de ese ir paseando entre carátulas y gente que sin prisa iba parándose donde le apetecía buenamente.
Aparte de este primer desencuentro con las prisas y las distancias, solo tengo una palabra para Madrid y los madrileños: ¡Gracias! Gracias por vuestra curiosidad, vuestro desparpajo, por las ganas de estar en la calle, por hacerme sentir como en casa desde el primer momento.
Sería muy arduo tratar de contar lo que siente un escritor sentado detrás de un mostrador en una Feria del Libro, lo que sí os digo es que no sé cómo a nadie se le ha ocurrido todavía un guion cinematográfico con este trasfondo, porque las anécdotas son como para escribir un libro. Pero hay una que sobresale, de esas que te dicen que nunca sabes con quién puedes encontrarte ni lo que puede ocurrir en una ocasión como esta. Esa es la maravilla del directo en vivo con los lectores:
Mi mujer me acompañaba en el viaje -la inteligencia natural nos invita a combinar el trabajo y el placer, a convertir una buena causa en una magnífica excusa-. En un momento determinado se me acercó al quiosco con tres señoras: «José Carlos, estas señoras te quieren conocer». Saludé con mi mejor sonrisa manchada de perplejidad, porque no podía imaginar que fuera conocido en Madrid a pesar de mis cinco publicaciones. En realidad no me equivocaba. La señora apurada me contó la historia de su interés: «Pues verá… Resulta que me he detenido ahí enfrente y, mirando el cartel y leyendo su nombre, se me ha ocurrido decir: `José Carlos Aranda: a ese lo conocerán en su casa´ Y entonces su señora va y me dice: `Pues sí señora que lo conocen, yo soy su mujer y si quiere se lo presento´. Y aquí estoy». A todo esto, una de las amigas que la acompañaba, apostillaba entre risas: «Mujer, con lo grande que esto, dónde te has ido a parar para soltar la gracia». ¿Qué os puedo decir después de semejante anécdota? Que acabamos entre risas como buenos amigos y, por supuesto, se llevaron su ejemplar dedicado.

Allí conocía a Felipe Díaz Pardo, autor de Claves para educar en tiempos de crisis (Toromítico, 2013)
Entre las personas que me encantó conocer, está Felipe Díaz, también autor de Toromítico, colección en la que me he estrenado con Inteligencia natural, al que sigo desde hace años, filólogo con mucho que decir en esto de la educación. Felipe es una persona cercana y tranquila, estoy seguro de que habrá un antes y un después porque, como diría Miguel Hernández, «tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero». Él acaba de publicar Claves para educar en tiempos de crisis, le deseo toda la suerte del mundo.
Otra persona que me llegó, cercana, inquieta, inquisitiva y magnífica, fue la periodista Alejandra Rodríguez, especialista en medicina y salud, con una larga trayectoria profesional. Presentada por un gran amigo, Luis de Vicente, tuvimos ocasión de charlar más despacio una vez finalizado el tiempo de firmas… También tendremos que hablar y concretar mucho sobre educación y felicidad, salud y educación. Había tantos temas cruzados que me supo realmente a poco:
Espero verlos pronto por Córdoba cuando sus respectivas ocupaciones se lo permitan. Tienen una invitación «formal» por nuestra parte. Una buena excusa, además, para compartir con Luis de Vicente una de sus grandes aficiones: la fotografía. Córdoba es una ciudad espectacular para fotografías nocturnas de larga exposición.
Podría seguir hasta el agotamiento, algunos de los contactos, por las circunstancias, no me los pude anotar, pero quedaron en comunicarse conmigo, y espero que lo hagan y podamos así mantener un contacto vivo. Comprometí una entrevista a una periodista «comprometida» con la Cruz Roja a la que desde aquí le digo que mantengo mi promesa y espero su llamada.
Solo un apunte más para terminar: recuerdan aquel dicho que rezaba «De Madrid al Cielo», pues va a resultar que era verdad. Y eso porque la Feria solo es una pequeña parte de lo bien que nos los pasamos, pero eso ya son otras historias que transcurren por la Alcarria y merecen su propia entrada.
Gracias a todos y no dudéis de que volveré a la mínima oportunidad. No os merecéis menos. Un fuerte abrazo
José Carlos Aranda