Me encanta encontrar este artículo donde la Academia Americana de Pediatría de EEUU refrenda una de las tesis que planteo en Inteligencia natural para promover el desarrollo neurolingüístico de los niños, algo tan sencillo como leerles. El artículo hace hincapié en una evidencia: la lectura fomenta el aprendizaje léxico, a mayor número de palabras, mayor capacidad de comprensión y expresión, mayor desarrollo neurolingüístico y mejor predisposición y actitud hacia el aprendizaje. En Inteligencia natural daba dos razones más que me parecen igualmente importantes: La primera es que no solo aprenden palabras, también aprenden estructuras y combinaciones, nexos, sintaxis y esto incrementa exponencialmente su capacidad de relación y comprensión, de expresión de conceptos complejos, las palabras se integran mucho mejor en un aprendizaje contextualizado que de forma aislada como planteaban algunos métodos de los años 80; la segunda, el componente afectivo del acompañamiento durante los primeros años. El niño asocia la lectura a ese rato de intimidad, tranquilidad, comunicación apacible con el progenitor y son las emociones las que, en el futuro, moverán sus actos. Esta asociación de las emociones positivas a las acciones que tratamos de promover para convertirlas en hábitos, son fundamentales en la primera infancia. En Inteligencia natural, doy además algunos consejos sobre tipología de libros y algunas técnicas sencillas para incrementar su capacidad de redacción en el futuro. Me alegra coincidir con los pediatras estadounidenses y es que el sentido común solo tiene una posible dirección. Aquí os dejo con el artículo:
Pediatras recomiendan la lectura a los niños desde que nacen
Por primera vez, el martes, la Academia Americana de Pediatría hizo un llamado oficial solicitando que los pediatras informen a los padres sobre los beneficios de la lectura y que los aconsejen a leerles a sus pequeños en voz alta por lo menos quince minutos al día desde el momento que nacen.
“El cerebro se desarrolla de manera significativa durante los primeros tres años de vida”
Los estudios han señalado que los niños que nacen en familias de altos recursos económicos por lo general escuchan más palabras en sus primeros 3 años que los niños que nacen en familias de bajos recursos creando una brecha. Esta brecha se traduce en una gran desventaja escolar para los niños de bajos recursos económicos. Una nueva investigación muestra que esta brecha empieza a ser evidentes desde los 18 meses.
«Con el tiempo esta brecha se hace más y más grande,» dijo Kris Perry, directora de First Five Years Fund, «Es una brecha muy real y muy difícil de deshacer.» Kirs Perry es una gran defensora de la educación temprana para los niños de bajos recursos económicos.
La Academia Americana de Pediatría espera que al alentar a los padres a leerles diariamente a sus pequeños desde el momento en el que nacen, ayude a reducir las brechas académicas entre niños de altos y bajos recursos económicos.