ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE: LA HIBERNACIÓN CADA VEZ MÁS CERCA.

HIBERNACION

El mes pasado me invitaron a participar en un programa de Cuarto Milenio donde tratamos el tema de la «milagrosa recuperación» de Luis. ¿Estuvo realmente muerto? ¿Qué ocurrió desde que se clavó una pequeña navaja en el corazón hasta que llegó al hospital? ¿Hubo o no paro cardíaco? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Cómo pudo afectar la hipoxia al cerebro? ¿Qué evitó que muriera o que el deterioro fuera irreversible? ¿Hubo conciencia durante el coma y el periodo de estado vegetativo? Su regreso, ¿guardaba relación con la atención y las estimulaciones que se le dedicaron o no? En su momento, ya le dediqué una entrada al libro y al programa (ENLACE).

Para preparar el tema, después de leer todo lo posible, me reuní con mi hermano Francisco Aranda. Me interesaba su opinión como médico de urgencias por su experiencia directa para que me dijera ¿qué había ocurrido en esa ambulancia camino del hospital? Me interesaba su opinión sobre la regeneración neuronal como Coordinador Regional de EPES de Procesos Neurológicos y Médico, porque en numerosas ocasiones me ha comentado los estudios y ensayos sobre protocolos de atención para mejorar los resultados en recuperaciones de Ictus.

Fue el primero que me habló de que uno de los procedimientos que se seguían para conquistar tiempo para el cerebro durante el traslado en la atención de urgencias era reducir la temperatura corporal. Esto es tan sabido que no podemos hablar de «muerte» hasta que esta se contrasta a temperatura normal.

A veces, la hibernación puede producirse en condiciones muy particulares no controladas. Me mencionó el caso de un japonés que logró sobrevivir tres semanas aislado en la nieve gracias a este proceso. Busqué la noticia para profundizar más en el tema. El diario El País, refería el hecho así:

«Mitsutaka Uchikoshi, de 35 años, disfrutaba de una barbacoa, el pasado 7 de octubre, junto a unos compañeros de trabajo en el monte Rokko (880 metros), cercano a Kobe, en el oeste de Japón, cuando decidió bajar sólo andando, en lugar de tomar el telesilla, como el resto del grupo.

Según publica The Times durante el descenso, se resbaló y se rompió la pelvis, perdiendo además el conocimiento. Sólo, sin poder moverse ni pedir ayuda, el joven japonés fue descubierto tres semanas después por un montañero. Apenas tenía pulso y su temperatura corporal era de 22 ºC.

Después de casi dos meses de tratamiento médico, Uchikoshi ha vuelto a casa, totalmente recuperado» (21-XII-2006: ENLACE A LA NOTICIA)

Hoy me encuentro con esta noticia publicada hace una semana con nombres y apellidos, aunque los experimentos son muy anteriores. Realmente sería maravilloso poder controlar el proceso para ganar el tiempo necesario que impida la degeneración irreversible. Pero nos abre también la puerta a la ensoñación, a esos astronautas de distancias insondables que se despiertan en el interior de una cápsula vomitando un líquido verdoso antes de enfrentarse a la pesadilla «alien». En fin, aquí os dejo con este artículo publicado por el diario El Norte de Castilla de Valladolid. Merece la pena.

Dos profesores estadounidenses encuentran la fórmula para revivir a los muertos

Dos profesores estadounidenses encuentran la fórmula para revivir a los muertos
/ Efe
  • De momento solo ha sido experimentado con animales, pero aseguran que se puede empezar a probar con seres humanos

Peter Rhee, profesor de la Universidad de Arizona, y Samuel Tisherman, profesor de la Universidad de Maryland, han demostrado que es posible mantener durante horas cuerpos en un estado de ‘animación suspendida’, según informa la BBC.

El método, que hasta ahora solo ha sido probado en animales (con un éxito del 90%), consiste en drenar toda la sangre del cuerpo, reemplazarla por una solución salina y congelarlo (20°C menos de la temperatura normal corporal) una vez que el corazón del sujeto haya dejado de latir. Después de tratar la lesión, se vuelve a bombear la sangre por las venas y el cuerpo se va calentando poco a poco.

La animación suspendida es una técnica para ganar tiempo. Una vez que la persona ha fallecido, cada minuto que pasa, la falta de óxigeno en los órganos va matándolos. Por el estado de congelación, el metabolismo del cuerpo está detenido, no se necesita sangre para mantener vivas las células y la solución salina es la manera más rápida de enfriar al paciente. De este modo se pueden tratar las lesiones que han provocado la muerte e intentar reanimarlo devolviéndole la temperatura normal.

«En cuanto se empieza a bombear la sangre el cuerpo se pone rosado», asegura Rhee. «Es raro, a los 30°C el corazón late una vez, de la nada, y luego continúa haciéndolo y recupera el pulso a medida que se calienta».

Aseguran que, asombrosamente, los animales con los que han experimentado han mostrado muy pocos efectos secundarios al despertar. «Están un poco confundidos, pero después de un día vuelven a la normalidad».

La noticia surgió cuando Rhee y Tisherman aseguraron que estaban preparados para actuar en seres humanos, aunque sólo se practicaría en malheridos cuyo corazón hubiera dejado de latir y que esta fuese su última vía para volver a vivir .

‘Animación suspendida’

Tisherman utiliza con mucho cuidado el término ‘animación suspendida’. «Es importante que la gente sepa que no se trata de ciencia ficción, que debemos experimentar científicamente y con disciplina antes de poder usarlo como un método para evitar que la gente muera».

Las ideas de Tisherman de rescatar de la muerte a las personas que están al borde de ella comenzaron en la facultad de medicina, donde fue alumno de Peter Safar. En los años 60, Safar fue pionero en Resucitación Cardiopulmonar (RCP), el procedimiento de masaje cardíaco que usamos hoy en día para reanimar el corazón.

Reanimar el corazón es sólo la mitad de la batalla que libran los médicos, aunque la falta de oxígeno tras un paro cardíaco puede causar serios daños en los órganos vitales del cuerpo, el cerebro en particular. «Cada minuto que pasan esos órganos sin oxígeno los va matando», explica Tisherman.

Entre la vida y la muerte

Tisherman cree que la muerte es un punto subjetivo en el que los doctores dejan de intentar resucitar al cuerpo, pero, incluso entonces, algunas personas han logrado regresar a la vida.

«Si un paciente viene a nosotros dos horas después de morir no podemos devolverle a la vida», asegura Peter Rhee. “Pero si se está muriendo o acaba de morir y le suspendes, tienes la oportunidad de devolverle a la vida después de arreglar sus problemas estructurales». (ENLACE DIRECTO A LA ENTRADA)

 

Acerca de #JoseCarlosAranda

Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Filosofía y Letras; Creador del Método Educativo INTELIGENCIA NATURAL (Toromítico 2013, 2016). Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba (España). Profesor universitario y de EEMM, educador, escritor, conferenciante, colaborador en TV, Prensa y Radio. PREMIO CENTINELA DEL LENGUAJE 2015 de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
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