«Para lograr educar personas felices conviene primero conocer cómo evoluciona nuestro cerebro, luego reflexionar sobre cómo podemos ayudar a cada uno según sus capacidades y su desarrollo, para así aprender cómo podemos actuar en cada instante. Es importante partir del conocimiento de qué está ocurriendo en el cuerpo, en la mente, en la vida del niño para enfocar nuestra línea de actuación desde la comprensión del alcance y efectividad de los recursos que utilicemos, porque no corregimos de la misma forma a un niño de dos años que a un niño de seis o de diez; tampoco podemos utilizar los mismos mecanismos de ayuda y refuerzo porque el estadio de evolución en cada una de las inteligencias citadas será diferente, de ahí la importancia de la adecuación del método a los estadios de evolución en cada una de las etapas de crecimiento.
De todo esto vamos a hablar ahora, del camino a la conquista del ser adulto, de la conquista de la felicidad en el tránsito por la etapa consciente más apasionante de la vida».
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José Carlos Aranda