«El factor «anti-» es una de las diferencias principales que existen entre el patriotismo y el nacionalismo. El primero puede existir por sí mismo y el segundo necesita de un enemigo, y si no lo tiene, lo fabrica […]. El primero es un amor generoso y sin posesión, mientras que el segundo le dice al objeto de su amor «eres mía o de nadie: de ahora en adelante, yo decidiré cómo tienes que ser y lo que te conviene». El nacionalismo es enemigo siempre de la diversidad y confunde intencionadamente diferencias de opinión con traición […]. El nacionalismo suele servir de trampolín a un grupo que por medio de él consigue riqueza y engrandecimiento social, mientras que el patriotismo no reporta beneficios, sino más bien disgustos y esfuerzo […]. Estos tres rasgos suelen ser suficientes para diferenciarlos: el enemigo creado, la posesión y el provecho». María Elvira Roca Barea. Imperiofobia y leyenda negra. Madrid, Ed. Siruela, 2018 (20ª ed.), pág. 227.
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