LA PRIMERA MISIÓN HUMANITARIA GLOBAL LA ORGANIZÓ ESPAÑA: LA HAZAÑA DE BALMIS

LA PRIMERA EXPEDICIÓN MÉDICA EN EL MUNDO LA ORGANIZÓ ESPAÑA.TAMBIÉN HAY MOTIVOS PARA ENORGULLECERSE: LA HAZAÑA DE BALMIS

Hoy, en pleno siglo XXI, nos suena normal oír hablar de misiones humanitarias, el ver cómo el mundo se vuelca cuando una catástrofe asola un país o una región. Estamos acostumbrados a que, incluso el ejército, esté en primera línea en estas labores. Pero no era algo normal a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. La historia no solo se compone de batallas y guerras, hay episodios que merecen ser recordados por la trascendencia que en su momento tuvieron, la grandeza de miras y el sacrificio en aras del bien común. Es el caso de la hazaña llevada a cabo por Francisco Javier Balmis y José Salvanys. Estos españoles, auspiciados por la corona, encabezaron una expedición para llevar la vacuna contra la viruela a todos los territorios de la España de entonces que incluía los de América y de Asia. Pero no dejaron de ofrecerla por donde pasaron con independencia de su vinculación o no con nuestro país.

En 1796 se descubrió la vacuna contra esta enfermedad que diezmó la población, fue obra de un cirujano inglés, Edward Jenner quien observó cómo las mujeres que ordeñaban vacas nunca se contagiaban. Dedujo que era debido a una “vacunación” natural a través de las pústulas que les salían en las manos, similares a las de la viruela, pero sin los efectos fatales de esta. Produciendo esta viruela e inoculándola en las personas, podrían quedar vacunadas, como así fue y comprobó con un niño de 8 años. Tras varias pruebas, dos años más tarde, anunciaría al mundo su descubrimiento. La noticia corrió como la pólvora y ya en 1801 se estaba vacunando en Madrid. Pero si la epidemia era un problema en España, aún más lo era en los territorios de Ultramar donde, desde la conquista, asoló a una población sin defensas. El contacto entre Europa y América tuvo graves efectos en la transmisión de enfermedades, Europa exportó algunas como la viruela, e importó otras como la sífilis que llegó a afectar al mismísimo rey de Francia. En 1802 una epidemia de viruela asoló Colombia que solicitó ayuda al rey de España para llevar allí la ansiada vacuna. La expedición se organizó nombrando a Balmis para encabezarla, no solo por ser médico sino por conocer América donde había ejercido como médico militar. Balmis aceptó entusiasmado, quería “poder realizar una expedición tan gloriosa que fuera envidiada por todas las naciones”. Como subdirector de la expedición fue nombrado José Salvany, cirujano militar, no menos entusiasmado con la trascendencia de la misión y cuyo celo lo llevaría hasta la muerte.

El problema consistía en cómo lograr llevar hasta allí la vacuna, dado que la conservación no admitía el tiempo necesario para la travesía. Solo se mantenía durante diez días y la navegación duraba más de un mes. La solución que se le ocurrió al mismo Balmis fue utilizar a niños como portadores de la vacuna. Los niños viajarían con ellos, se vacunaría solo a dos de ellos. Antes de que las heridas cicatrizasen, con el líquido de las pústulas se vacunaría a otros dos niños formando una cadena hasta llegar al destino. Había que mantenerlos separados para que los niños sanos no contrajeran la enfermedad antes de tiempo.  Pero, ¿qué niños podían ser los elegidos? El problema se solucionó acudiendo a reclutar niños huérfanos de hospicios e instituciones. Así se seleccionaron veintidós niños de entre 8 y 10 años. Para cuidar de ellos, les acompañó en el viaje la directora de la Casa de Expósitos de La Coruña, Isabel Zendal quien, según cuentan las crónicas, cuidó de ellos como una madre durante tres años. Y el plan funcionó.

Salieron del puerto de La Coruña en noviembre de 1803 y, antes de llegar a América, hicieron escala en las Islas Canarias donde la vacunación fue todo un éxito. En Venezuela tuvo un recibimiento a lo grande y, por hacernos una idea, en esa campaña se pusieron más de 2.000 vacunas. La proeza sería cantada en verso por el mismo Andrés Bello. Pero había que actuar rápido y, para eso, Balmis decidió dividir al grupo. Un grupo dirigido por Salvany se dirigió a Cartagena, de ahí siguió el curso del Magdalena llevando la vacuna a las poblaciones ribereñas hasta llegar a Bogotá. Las cifras de vacunación superaron las 56.000. De allí se adentró en Perú en un viaje lleno de penalidades que dejaron su huella: Salvany perdió un ojo, un brazo le quedó paralizado y respiraba con dificultad debido al mal de altura. A pesar de su enfermedad, continuó hasta el final, murió en Cochabamba. Fue en 1910 y tenía solo 33 años.

Balmis viajó a Cuba y de allí a Nueva España donde logró que se vacunaran 100.000 personas. Llama la atención la cifra teniendo en cuenta los recursos y medios de la época. El éxito se debió a las dotes organizativas de Balmis y a su visión social. Al llegar a una capital, hablaba con el alcalde, los obispos y los nobles. Empezaba vacunando a la gente principal, de este modo daba ejemplo, después a los nobles, después a la alta burguesía y luego los demás se acercaban solos una vez vencida la reticencia a la novedad. No se limitó a vacunar, sino que instruyó a los médicos locales para que pudieran ellos mismos elaborar la vacuna y continuar con la prevención de la enfermedad, idea clave para su erradicación. Por último, viajó hasta Filipinas con 26 niños mejicanos al cuidado de Isabel Zendal, y regresó a España por el Oeste llevando la vacuna a su paso. El 14 de agosto de 1806 llegó a Lisboa. Fue recibido por el rey de España entre grandes felicitaciones por el éxito de la empresa.

Merece ser recordado el protagonista y quien auspició el viaje. Jamás antes en la historia se había organizado una empresa como esta, una aventura cuyo único fin era llevar la salud a todos los rincones del Imperio, sin distinción de regiones ni clases, de aquí o allá. Una visión de la grandeza de España. Si los conquistadores llevaron la enfermedad dos siglos antes, la corona llevó el antídoto en cuanto pudo. Apenas cinco años después de su descubrimiento.

Justo Hernández: España vacuna a su imperio: el viaje de Balmis. Univ. De La Laguna. Historia. National Geographic. Nº 208, pp. 18-23.

Acerca de #JoseCarlosAranda

Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Filosofía y Letras; Creador del Método Educativo INTELIGENCIA NATURAL (Toromítico 2013, 2016). Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba (España). Profesor universitario y de EEMM, educador, escritor, conferenciante, colaborador en TV, Prensa y Radio. PREMIO CENTINELA DEL LENGUAJE 2015 de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
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