
Quisiera empezar este artículo con una cita de nuestro poeta Antonio Machado que dice así:
““La política, señores -sigue hablando Mairena-, es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Sólo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo: de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos.
Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos politicos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiado revolucionaria, siendo, en el fondo, perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarla con estas o parecidas palabras: “Toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos -de una vez- en la cuneta del camino”.
Parecen palabras escritas para los tiempos que corren. Puede que nunca fuera tan alto el riesgo de abandono por cansancio y resignación. Pero, como dice Machado, ese no es, no puede ser el camino. En política, como en la vida, puede haber opiniones, pero también hay certezas. Sin embargo, en la toma de decisiones son muchos los factores que influyen en la imagen que nos formamos del mundo y, entre ellas, la razón basada en la experiencia no es la más importante. En el ámbito científico, nos movemos con certezas contrastadas, toda hipótesis debe ser demostrada. Pero hoy se sustituye la comprobación por la intuición y la opinión se vuelve ley. Todos hemos vivido situaciones en que, ante las evidencias, hay quien persiste en su postura. Es una actitud emocional y cerrada. Cuando hablamos y nos informamos solo con quienes piensan como nosotros, las opiniones se vuelven cada vez más cerradas, más extremistas (“desconfía de quien solo lea un libro”). Pero para tener una democracia, para vivir una democracia necesitamos que todos puedan expresarse libremente, respetarnos los unos a los otros. No es esto lo que está ocurriendo. Vivimos en un mundo en blanco y negro, de amigos que opinan como nosotros y de enemigos, todos los demás. El diálogo se hace imposible, también el acuerdo, y el panorama se vuelve explosivo.
No todas las opiniones son iguales, las hay más o menos firmes, y confundimos la opinión con el “ser”, nuestro pensamiento se convierte así en una seña de identidad propia que nos define y justifica como personas; pero nos alineamos en el pensamiento colectivo por una necesidad de integrarnos en la sociedad, es lo que psicología se conoce como pensamiento o comportamiento de rebaño[ii]. Con frecuencia, evitamos los temas conflictivos o nos guardamos de expresar nuestra opinión, guardamos silencio[iii]. No quiere decir que el tema nos sea indiferente, pero el clima de agresividad existente nos hace apartarnos por miedo, por cansancio, por hartazgo, porque sabemos que vamos a sufrir el rechazo social si decimos lo que pensamos, cuando es algo diferente a lo que todos repiten… ¿es esa la solución? Si actuamos así, solo quedará una voz. Se confunde nuestro silencio con asentimiento, con conformidad y se crea una falsa ilusión de consenso en torno a esta única voz. La impresión generalizada es, entonces, que hay una sola opinión, que todos pensamos igual. Llegados a este punto, cualquier opinión disonante ha de ser eliminada, perseguida, soslayada, criticada.
Hemos pasado de la censura impuesta desde el poder, a una censura mucho más sutil, una censura social que trata de anularnos, de silenciarnos. Para ello utilizan herramientas burdas, como el grito o la violencia. Esto es una amenaza flagrante a la libertad de expresión sin la cual no se entiende la democracia. Si callamos, si no nos expresamos libremente, como apuntaba Antonio Machado, estamos cediendo el control a los que deciden hablar.
Atrevámonos a hablar, a decir nuestra opinión en voz alta, a ser voces disonantes, a participar activamente en la política. El futuro nos va en ello. Pero separemos opinión, ideología, de persona. Podemos estar en contra de una doctrina, de un dogma, de una postura, de una opinión cualquiera, pero esa persona con la que hablas merece todo el respeto como ser humano y, seguro, son muchas más las cosas que tenéis en común que las que os separan. Es importante opinar en voz alta sin miedo, como también es importante saber escuchar, saber comprender, saber atender para aprender. La intolerancia solo lleva al enfrentamiento, el enfrentamiento a la violencia y, en ese campo de batalla, solo serán ganadores los que tienen experiencia. Y hay quien busca a conciencia precisamente esto porque es ahí donde dominan. Desconfía de quien te brinde un mundo plagado de enemigos, porque no se construye una sociedad desde el enfrentamiento, sino desde el entendimiento.[iv]
[i] Antonio Machado, Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (1934)
[ii] Ruk, Laurens (2007), Un enfoque económico-psicológico del comportamiento de rebaño. Cuadernos de Economía, vol.26 no.46 Bogotá. Recuperado de http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722007000100008
[iii] El cirujano británico Wilfred Trotter popularizó la frase «comportamiento de rebaño» en su libro Instincts of the Herd in Peace and War (1914). Carl Jung habla de inconsciente colectivo, Everett Dean Martin, de comportamiento de multitudes, y Gustave Le Bon, de la mente popular. La idea de inconsciente colectivo es recogida por José Antonio Marina en Biografía de la humanidad (2018) en una interesante alegoría en la que cada individuo funciona como la neurona integrada en un cerebro formado por los millones de personas que conforman el colectivo..
[iv] Guadalupe Noguer, Cómo hablar con otros que piensan distinto, Charla TED (14 ‘) https://www.youtube.com/watch?v=ESwDIXXyh_Y