SOBRE LOS ABUSOS SEXUALES EN LA IGLESIA CATÓLICA

Para quienes no me conozcan, diré que soy un simple profesor de Lengua y Literatura. Todos los que estudiamos literatura sabemos del arte de la idealización y denostación. Consiste simplemente en enfocar la atención solo en lo positivo -idealización-, o solo en los aspectos negativos -denostación-. El resultado es una visión sesgada porque ofrecemos una realidad parcial que evita la contemplación de la verdad desde una perspectiva objetiva, es decir, manipulamos la percepción del receptor generando emociones que mueven a la admiración o el rechazo. También sabemos cómo se pueden instaurar corrientes de pensamiento mediante la manipulación mediática ofreciendo solo aquellos aspectos que interesa en aras de ideologías o intenciones imperantes de distinto sesgo, y lamentablemente es lo que está sucediendo con la persecución a la Iglesia Católica que llega incluso al Congreso de los Diputados donde se solicita una comisión de investigación al respecto cuando ha sido negada en casos como los de Baleares o Valencia. El que quienes lo impidieron allí, lo soliciten en Madrid ya es más que llamativo de lo que venimos diciendo. Debo también constatar el no haber visto ninguna institución que haya realizado una investigación parecida a la llevada a cabo por la Iglesia Católica al respecto, ni que haya mostrado mayor preocupación a pesar de un silencio negligente anterior.

Vaya por delante mi más sincera repulsa al abuso a menores, venga de donde venga, y me repugna profundamente que los protagonistas sean sacerdotes. Pero el árbol no hace al bosque y la sociedad debería saber, en serio, que el 80 % de los abusos se producen en el entorno familiar, algo de lo que no se habla (ver, por ejemplo, Los abusos sexuales a menores de Nives Rivera Gil, pero hay muchos más estudios que merecen leerse con atención porque es algo que afecta al 20 % de las niñas y al 10 % de los niños menores de 16 años ). Sobre los efectos demoledores en el niño convendría leer El niño mal amado de Valentina Supino-Viterbo, por ejemplo, lo digo por la trascendencia que puede tener el introducir una educación sexual (¿?) en las escuelas infantiles. Hay temas que no se hablan, que no salen en los noticiarios ni son motivo de tertulias, simplemente, porque no interesa. Lo mismo podríamos decir del incremento de suicidios, por ejemplo.

Pero el que exista pecado en la Iglesia no invalida las buenas obras que se realizan, el problema es que no son noticia y pasan desapercibidas a la opinión pública. Se trata de generar odio, invalidando aquello que es admirable y que también existe, quizás en proporciones infinitamente mayores (ver el cuadro inserto). En este sentido, quiero traer hoy la carta de un sacerdote remitida a un periódico de EE.UU., simplemente para la reflexión. Espero que os sea útil:

Carta de SACERDOTE CATÓLICO AL NEW YORK TIMES

Querido hermano y hermana periodista:

Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas, que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

Pero ¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en México mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas. Que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños…

No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU.

No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio.
Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados.

No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o sobretodo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.
No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…

Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.
periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión. Sólo le pido eso amigo.

En Cristo,

P. Martín Lasarte sdb
«Mi pasado Señor, lo confio a tu Misericordia; Mi presente a tu Amor; Mi futuro a tu Providencia»

Acerca de #JoseCarlosAranda

Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Filosofía y Letras; Creador del Método Educativo INTELIGENCIA NATURAL (Toromítico 2013, 2016). Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba (España). Profesor universitario y de EEMM, educador, escritor, conferenciante, colaborador en TV, Prensa y Radio. PREMIO CENTINELA DEL LENGUAJE 2015 de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
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