TEXTO IV:
«Se habrá notado que el motivo céntrico de mis ideas es la restauración de la vida espiritual de España; pero falta ahora precisar el concepto, porque están las palabras españolas tan estropeadas por el mal uso, que nada significan mientras no se las comenta y se las aclara. Cuando yo hablo de restauración espiritual, no hablo como quien desea redondear un párrafo, valiéndose de frases bellas o sonoras; hablo con la buena fe del maestro de escuela. No voy a proponer la creación de nuevos centros docentes ni una nueva ley de instrucción pública: todas las leyes son ineficaces mientras no se destruyen las malas prácticas, y para destruirlas, la ley es mucho menos útil que los esfuerzos individuales; y en cuanto a los centros docentes, tal como hoy existen, aunque se suprimiera la mitad, no se perdería gran cosa. Yo he conocido de cerca más de dos mil condiscípulos, y a excepción de tres o cuatro, ninguno estudiaba más que lo preciso para desempeñar, o mejor dicho, para obtener un empleo retribuido. Nuestros centros docentes son edificios sin alma; dan a lo sumo el saber; pero no infunden el amor al saber, la fuerza inicial que ha de hacer fecundo el estudio cuando la juventud queda libre de tutela. (Ángel Ganivet, Idearium español)
COMENTARIO DE TEXTO:
OBSERVACIONES PREVIAS: Vamos a seguir los apartados de comentario tal y como se plantean en Selectividad. Las ideas que quedan aquí expresadas son de carácter orientativo. Cada comentario puede elaborarse desde distintas perspectivas igualmente válidas y certeras. Lo importante es “razonar” y, a partir de las perspectivas seleccionadas, alcanzar una conclusión personal. Planteamos claves que pueden desarrollarse atendiendo al manual CÓMO SE HACE UN COMENTARIO DE TEXTO. Berenice, 2009 (3ª edición)
RESUMEN:
Debemos centrarnos en restaurar la vida espiritual en España, dotando la expresión de todo su significado real. Para ello no es necesario crear más centros escolares ni aprobar una nueva Ley de Educación, sino destruir las malas prácticas y centrarnos en el esfuerzo individual. Debemos procurar infundir el amor al conocimiento y no limitarnos a transmitir el saber.
ESQUEMA:
………. 1. Debemos restaurar la vida espiritual española.
………………(¿Cómo?) 1.1. Recuperando el auténtico significado de los términos.
………………………………1.2. Potenciando el esfuerzo individual.
………………………………1.3. Infundiendo el amor al conocimiento.
………2. Nuevas leyes o centros escolares no traerán la regeneración.
……………..(Porque) 2.1. De nada sirven la leyes si no cambiamos las prácticas.
…………………………… 2.2. De nada sirven los colegios si solo transmiten conocimientos.
El texto se desarrolla en un solo párrafo y plantea una organización deductiva. Establece la idea fundamental (1), desarrolla la argumentación (cómo no se logrará, 2, 2.1. y 2.2) para plantear su conclusión ( los medios necesarios para llevarla a cabo (1.1; 1.2 y 1.3).
TEMA:
La educación es clave para la regeneración espiritual de España.
COMENTARIO CRÍTICO:
El texto de Ángel Ganivet, autor de la Generación del 98, es de una rabiosa actualidad. Por una parte afirma una clave importantísima: la necesidad de devolver a las palabras su significado para que puedan comunicar. Y por otra, centra la posible recuperación de España en un cambio del modelo educativo que centre sus esfuerzos no en obtener un título o un trabajo, sino en aquello que va a procurar que el individuo mantenga una inteligencia despierta a lo largo de toda su vida: el amor al conocimiento. Estas inquietudes, krausistas, fraguarían en la Institución Libre de Enseñanza y, a pesar de los cien años transcurridos, parece escritas para los tiempos que corren.
Ls primera idea es una de las claves de la confusión que vivimos hoy en día. La lengua es un instrumento de comunicación al servicio de quien la emplea, y con frecuencia es usada no para transmitir una información clara, precisa y correcta, sino para encubrir la realidad. Son los giros, paráfrasis, metáforas o hipérboles tan al día en el lenguaje político y oficial donde la crisis se transforma en «desaceleración económica», las bajadas de sueldos en «reajustes presupuestarios», o el traicionar unos principios se convierte en «adaptarse a las circinstancias». La única diferencia con el tiempo de Ganivet es que hoy la difusión y adaptación de estas deformaciones tienen el poderoso aliado de la Televisión.
Así llegamos a generar una desconfianza generalizada en la población que, instintivamente, desconfía de estos discursos y se siente engañada porque todo suena igual. Hemos apartado palabras de nuestro vocabulario que debemos recuperar y llenarlas de todo su significado. En una clara apuesta por un estado garantista de «derechos» se nos ha olvidado hablar de «obligaciones», por la exaltación de la «libertad» camuflamos el sentido de la «responsabilidad», y es mucho más rentable en votos hablar de «diversión y sexo» que de «esfuerzo, trabajo y estudio». La escuela es una prolongación de este estado de «bien-estar» y, gracias a las leyes de educación, no escapa al confusionismo oficial («itinerarios», «curricula», «diversificaciones curriculares», «competencias», «implementación», «dinamizar», etc.
La crisis que estamos viviendo devuelve a la actualidad estas ideas noventayochistas: la necesidad de una regeneración espiritual de España. Pero la escuela es hoy, y cada vez más, un reflejo de esa sociedad virtual que crea la televisión. Los alumnos se creen que lo que sucede en «Física o Química» es lo normal en un centro escolar, por ejemplo. Los referentes externos que se ofrece no van encaminados a reforzar iconos de esfuerzo, trabajo, altruismo, o generosidad, sino de egoísmo, arribismo, pelotazo y chismorreo. Los debates se preparan para que la gente grite y se insulten, eso garantiza la audiencia más que el intercambio razonado de opiniones. Se exalta al «donnadie con suerte, dinero o bragueta o abre-fácil», y ese es el icono que la juventud trata de conseguir imitando vestuario, léxico y actitudes.
Sucede que cuando aquellos que pueden dirigirnos (llámese partidos políticos o sindicatos, por ejemplo) no son el camino, volvemos al planteamiento del texto: la revolución que nos traiga la regeneración espiritual solo puede salir de cada uno de nosotros. El planteamiento de la intrahistoria de Unamuno: seamos uno de esos millones de seres anónimos que aportan su esfuerzo diario, con la fe en que es posible la transformación de la mentalidad de un país por contagio de la verdad individual de millones de personas que, sin hablar, compartimos el amor al conocimiento, al trabajo y a los demás.
Hay quien afirma que el individualismo no consigue nada, que se requiere el esfuerzo colectivo y el asociacionismo para alcanzar metas, etc. etc. Yo pienso que para que un cuerpo esté sano lo importante es que todas y cada una de sus células esté sana, que no existe «colectividad» amorfa y neutra, sino la suma de vidas individuales. Debemos procurar mantener nuestro espíritu sano, amar el diálogo, la verdad, la transparencia, el esfuerzo y el conocimiento: el ser. Y debemos dejar que estas actitudes vitales se derramen en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestros amigos, en nuestro colegio. Y si, al cabo, nada se consigue, al menos habremos tenido la certeza de haber sido parte de la solución y no parte del problema.
José Carlos Aranda Aguilar