CUÉNTAME UN CUENTO: EL UNIVERSO A TRAVÉS DE LA PALABRA

La lectura es fundamental, la narración también, el contar historias sentados en círculo mirándonos a lo ojos y permitiendo que el tono de la voz, las palabras y los gestos dibujen en la mente infantil un universo imaginario e imaginado en el que ocurren cosas.

Como muy bien afirma Rosa Tiziana, la velocidad a la que vivimos en el mundo moderno lo hace cada vez más infrecuente. Las imágenes se han instalado en nuestra vida a través de las pantallas de plasma de la televisión, de los ordenadores, de las tabletas… Y bien usada la tecnología es magnífica, pero no tiene los beneficios de la narración, de la lectura.

Hagamos una pequeña prueba: observad brevemente este dibujo:
BRUJAS CALDERO

 Si estuviéramos contando un cuento, la imagen no estaría presente y para transmitir esa información tendríamos que decir algo así:

«En la habitación cerrada, tres brujas se inclinaban ansiosas sobre un caldero burbujeante. Tenían las caras arrugadas, melladas, las narices ganchudas y los pelos largos y revueltos. Sus ojos muy abiertos observaban el líquido hirviendo. Una de ellas cogió al pequeño diablillo de los dos cuernos puntiagudos para elevarlo hasta la pócima que emitía un resplandor verde. Una pequeña columna zigzageante de humo se elevaba hasta el techo. Las brujas reían dejando a la vista su boca desdentada iluminadas las caras por el fulgor del fuego. Afuera, por la ventana, el color verde contaminaba la luz del amanecer»

Hemos necesitado casi cien palabras para describir la escena y los personajes. La descripción no es tan fiel como la imagen, pero tiene una enorme ventaja, obliga a la imaginación del niño a reconstruirla transformando cada palabra, cada estructura en una figura. Y, lo más importante, vestirá el cuadro desde su propio ingenio aportando de su ser sus emociones y sus miedos propios. El enriquecimiento del sistema lingüístico es innegable porque no solo hemos manejado vocabulario, también estructuras sintácticas, relaciones lógicas, marcadores textuales.

Ahora añadamos la necesaria interpretación emocional de la gestualización del narrador, los matices añadidos que ponderan o matizan de forma más o menos sórdida el cuadro que estamos transmitiendo, los movimientos de manos que acompañan la historia, la ambientación del espacio cuando hemos apagado las luces para quedarnos con el resplandor de una linterna… El resultado es que, además, estamos trabajando la socialización y la empatía. Nunca será lo mismo una actividad graticante practicada en grupo que una actividad aislada, obligar a la mente a trabajar afina sus capacidades y sus competencias para la comprensión y expresión. Y esto no solo afecta a su forma de comunicar con los demás, afecta a su forma de comunicarse consigo mismo.

Aquí os dejo con este artículo de Rosa Tiziana Bruno que inspiró la entrada.

La importancia de la narración: leer escuchando

Por
Publicado el 12 de febrero de 2012

Actualmente nuestra vida cotidiana se basa en la velocidad. La velocidad con la que cogemos todo lo que necesitamos y la que utilizamos para eliminar todo lo que ya no nos sirve. Todo tiene que estar listo para acelerar los acontecimientos. Las verduras se venden peladas y cortadas, las casas están prefabricadas e incluso las imágenes ya están hechas, creadas por otros, de manera que nos ahorremos el tiempo y no inventemos imágenes nuevas y personales. Por ejemplo, las que enseñan en la televisión, que detienen el pensamiento, colonizan los sueños y los deseos. No tengo nada en contra de las imágenes, por supuesto sirven, y son de gran alcance porque activan todas las funciones psico-físicas humanas. Pero hay una enorme diferencia entre las imágenes que vemos con nuestros ojos y las que se forman en nuestros pensamientos mientras que alguien nos cuenta algo.

Bruner afirma que narrar renueva la vida social porque permite el continuo “mercado de los significados“. El desarrollo del pensamiento crítico nace en la conciencia y en la capacidad de descentralizarse para escuchar activamente. Hasta hace cuarenta años había la tradición de contar cuentos de hadas, anécdotas, poemas. Los niños no tenían prisa. Cuanto más largo era el cuento, más tiempo los niños podían quedarse con los adultos a escuchar. Había una investigación del significado. Hoy en día ya no se cuenta. A menudo se leen los cuentos a los niños o se les deja solos delante de un libro, o mas, a ver historias a través de narradores virtuales.

La narración como hospitalidad

La narración es una forma avanzada de hospitalidad y marca en lo profundo tanto a los que narran como a los que escuchan.

El narrador nos da la bienvenida para entrar en su mundo y se declara disponible para interactuar con el mundo de los oyentes: los invita y también se deja invitar.

La reunión entre narrador y oyente estimula a los dos. Es una página escrita que se vuelve algo vivo. Es el gusto de leer escuchado.

En realidad lo que pasa es un intercambio, por medio de esta actividad también el escritor se enriquece. Un autor no puede considerarse aislado, es parte de una comunidad, vive dentro de una sociedad y tiene que ser parte de esta interactuando con los demás.

La narración como una invitación a la decisión
Hay comunicaciones que no tienen sentido, que no te dejan nada. Por ejemplo las conversaciones hechas en las salas, las palabras vacías entre desconocidos pronunciadas en un compartimento de un tren. La narración es otra cosa, busca la interacción. Un fuerte vínculo que une los acontecimientos contados al pasar inexorable del tiempo, nos invita siempre a “estar listos”, sin perder la concentración. Eventos insignificantes se convierten en algo que merece nuestra participación. La historia contada se refiere al interlocutor con la misma intensidad con la que el narrador siente su participación. El oyente es empujado hacia esta aventura, porque se siente como si fuera parte del cuento. La fuerza de la participación no deriva de la agudeza de los conceptos. Son los hechos evocados por una ola emotiva que nos lleva a sentirlos nuestros, a pesar de que los protagonistas sean muy lejanos. El narrador ama la realidad contada y lo hace de manera que los demás la amen también; por eso, se vuelve una invitación a decidir individualmente: “¡Ten cuidado! Tu también tienes algo que ver con la historia.” que supera la tentación de la indiferencia. El narrador pide una decisión valiente y arriesgada: estar a favor de la lógica de la historia o no. No lo hace severamente, simplemente pide una decisión, mientras que cuenta su historia.

La narración como una sorpresa
A través de la narración tienes la certeza de que tendrás participación por parte de los demás porque tiene la capacidad de sorprender, de poner en discusión su proprio mundo, desconocido e indescifrable. Los que aceptan experimentar el vértigo de la sorpresa, tienen la capacidad de exponerse delante de lo que no conocen. La narración es capaz de crear maravillas porque se extiende hacia una aventura que todavía no se ha experimentado. Y eso con una secuencia que nunca es igual, es lo mismo que pasa cuando se intenta demonstrar un teorema de matemáticas. En la infinita sucesión de eventos reales, la historia sólo elige algunos y los organiza de una manera que sigue siendo “cuento”. Se enfrenta con una realidad considerada más amplia y más solemne de la que es contada.

 

Acerca de #JoseCarlosAranda

Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Filosofía y Letras; Creador del Método Educativo INTELIGENCIA NATURAL (Toromítico 2013, 2016). Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba (España). Profesor universitario y de EEMM, educador, escritor, conferenciante, colaborador en TV, Prensa y Radio. PREMIO CENTINELA DEL LENGUAJE 2015 de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
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