«CÓMO EL MALTRATO FÍSICO Y PSICOLÓGICO AFECTA AL CEREBRO DE LOS NIÑOS Y CONDICIONA SU VIDA ADULTA»
VÍDEO: Entrevista en TVE a @JoseCarlosArand sobre las repercusiones del maltrato infantil en la edad adulta.
El reciente suicidio de una chica de 16 años me dolió en el alma (UN DÍA DE LUTO, POR FAVOR. S.O.S. MALTRATO. STOP MALTRATO http://wp.me/pTRlh-1Li). No podemos permitir que la historia se vuelva a repetir. La semana pasada, leí el artículo periodístico a mis alumnos de 1º de la ESO. No pude acabar de leerlo, la voz se me quebró y David salió a hacerme el relevo para continuar la lectura. Esa clase la dediqué a explicarles que no estaban solos, que era importante saber cómo operan estos «depredadores» de pasillos o de redes sociales, que era importante saber actuar a tiempo, tener confianza, no sentirse aislados, inculcarles la idea de que allí estábamos todos para ayudarles, para oírlos, para superar las dificultades que pudieran presentarse, que me importaban antes como personas que como alumnos, que supieran que mi puerta estaría siempre abierta para atenderlos, que formaran grupo y no permitieran que uno solo de ellos sufriera. No creo que perdiera la clase, quizás fue la clase más importante que pude darles en todo este año.
La única solución es anticiparnos, abrirles cauces, escucharlos y estar atentos. En definitiva, la «educación preventiva» que tanto predico en Inteligencia natural.
Vamos a clase todos los días, compartimos aulas, vemos rostros de ojos abiertos y caras sonrientes, serias, dispersas, traviesas… Pero no podemos penetrar en ellos. Para entrar en su mente debemos llamar y pedir permiso, ganarnos su confianza, que sepan que nos importan, que estamos a su lado, que no están solos. Y mejor si padres y profesores trabajamos juntos. Mejor si las leyes nos apoyan, si los medios de comunicación colaboran. Los profesores podemos actuar, intervenir, vigilar en clases y pasillos, cuando salen por la puerta no tenemos nada que hacer. Hoy tenemos el gravísimo problema de los teléfonos móviles. La tecnología es una avance imparable, pero supone un enorme riesgo a determinadas edades. El problema de esta alumna, como el del «depredador sexual» gaditano, vinieron por ahí. Por eso importa actuar y educarlos. Pero, ¿cómo?
Los profesores podemos hacer mucho en este sentido, pero no todo:
Está demostrado que para prevenir importa crear conciencia de grupo instalando hábitos positivos de conducta a través de la información objetiva y la continuidad. Para ello podemos y debemos:
1: Programar sesiones explicativas sobre los riesgos de las nuevas tecnologías: adicción y peligros de acoso.
2: Programar sesiones durante el primer trimestre explicando protocolos de actuación tanto si eres víctima como si eres testigo (a quien acudir, por qué medio) facilitando al máximo el flujo de la información.
3: Actividades grupales de Role Playing (teatro guiado) en las que los alumnos intervengan como acosadores y acosados con una puesta en común sobre las sensaciones que han experimentado durante la actividad (desarrollo de la empatía).
4: Cuentos guiados con el tema de fondo, realización de redacción reflexiva donde se les pida que propongan líneas de actuación preventivas y puesta en común de las opiniones e ideas (alcanzar acuerdos de grupo).
5: Visualización de cortos o películas que traten el tema de fondo, verlas hasta el nudo y solicitar por equipos que continúen la historia elaborando posibles resoluciones del conflicto (asertividad, creatividad, empatía).
6: Solicitar al Consejo Escolar de Centro que elabore un protocolo de actuación claro de intervención en casos de acoso, tanto hacia el acosador como hacia el acosado, incluyendo en este protocolo la implicación e información de las familias (cada profesor, coordinados por Orientación, debe saber la importancia que se le concede al tema, cómo tratar el asunto en clase temporalizando actuaciones concretas y cómo actuar exactamente si se presenta el caso).
Como padres podemos y debemos:
1: No confundir un teléfono móvil con un juguete. Informarse e informar al hijo de los riesgos, usos y normas familiares cuando llegue el momento (procurar dilatarlo lo más posible, mejor a los 13 que a los 12 años, mejor a los 10 que a los 9).
2: Practicar la escucha activa, prestar atención a los cambios de conducta o cambios de humor intensos, crear espacios de intercambio de experiencias y opiniones. No centrar la conversación solo en los resultados escolares, mostrar cariño, y amor desde la convivencia (fomentar autoestima).
3: Llegada la pubertad, tener paciencia, dejarlos explicarse, escucharlos hasta el final antes de intervenir. Aprovechar al máximo los momentos en que hablen con nosotros. En lugar de imponer soluciones -serían las nuestras- pedirles que propogan las suyas, negociar la que estimemos oportuna. Pero exigir el cumpliento.
4: Realizar con ellos actividades que permitan el abrir cauces de comunicación. En especial, ver juntos películas o programas de televisión puede ofrecernos la ocasión de tratar el tema del acoso y dejarles claro que deben tener confianza para comunicarlo tanto si les ocurre a ellos como si son testigos.
5: Procurar que el niño no se lleve al dormitorio teléfonos con conexión a internet aunque confiemos en nuestros hijos. El hábito abre las puestas a la navegación indiscriminada y a la adicción a redes sociales a costa de horas del sueño que impiden el descanso necesario y generan hábitos negativos para la concentración, con independencia del riesgo de acoso.
6: Ante la más mínima sospecha, ponerse en contacto con el tutor para que observe el comportamiento del niño en el Centro escolar. Para ello, debemos acudir al Centro, conocer al tutor de nuestro hijo y procurar un contacto y seguimiento periódico.
7: Si el centro escolar no responde, ir a Comisaría y poner una denuncia. Debemos fomentar la autonomía, tratar de que ellos solucionen por sí mismos sus problemas, pero hay una línea roja clara, sentir que están en peligro, que la situación los supera y que no están siendo debidamente protegidos.
Acabar con los malos tratos es asunto cada uno de nosotros, pero nada pueden hacer las leyes ni los Gobiernos si no colaboramos desde la concienciación, desde el corazón, en que ningún niño tiene que crecer sufriendo, que tienen derecho a su infancia, si no sentimos el problema como algo propio, si no pensamos en qué ocurriría si esa noticia tuviera como protagonista a nuestro propio hijo.
Un niño maltratado arrastra complejos, inseguridades, aislamiento y baja autoestima durante toda su vida. La violencia solo engendra violencia.
Eduquemos en la felicidad y la curiosidad los llevará al conocimiento.
Un abrazo, ni un día más de luto, por favor. Unamos nuestras manos en este proyecto.
Gracias.
#JoseCarlosAranda, autor del libro #Inteligencianatural