A menudo repito que cuando eres un maestro no cabe la desilusión ni la desesperanza. Nunca dije que fuera fácil, ni cómodo, ni sencillo, ni previsible… Cuando implicamos nuestro corazón en lo que hacemos nos exponemos a sufrir, pero es eso justamente lo mejor que podemos ofrecer, lo único que ellos reconocen como auténtico en nosotros. Solo desde el corazón se le habla al corazón. Por eso los milagros existen y quiero compartir este con todos vosotros. Mi enhorabuena al «maestro Guillén», y a su tutor Javier Mur por transformar la amenaza en una oportunidad de ilusión y supervivencia.
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