88: Andando pues en esta amistad el señor obispo, le nació un hijo que le llamaron don Maximiliano de Austria. Ya el don Juan era mozo de 18 años y agradecido el obispo a su lealtad, comenzó a darle capellanías y beneficios y últimamente una canonjía que con prestameros le dejó cuando murió cuatro mil ducados de renta. Este canónigo fue el tutor de don Maximiliano y por él se le daba todo lo que había menester. Luego, pues que su señoría se vio con un sobrino, determinó de acomodarlo, y para ello puso los ojos en la Villa de Fuenteovejuna, que es villa de Córdoba, pareciéndole que sería buena para darle título de Marqués o Duque. Y así trató con la Majestad del rey Felipe Segundo que le vendiese aquella villa. El rey, que no ignoraba el para qué, y para no darla después sin blanca, se la vendió en cuatrocientos mil ducados. Gustó de ello el obispo porque tuviese el emperador un nieto duque o marqués en España. Enviose a la Corte el dinero en cuatro acémilas [137] y esto no fue tan secreto que no se supiese luego en la corte y predicando al Rey un freile jerónimo, le dijo en el sermón: “He sabido que le han enviado a Vuestra majestad cuatrocientos mil ducados de la sangre de los pobres de Córdoba. Vuestra majestad mire donde los pone porque es sangre de Abel que está clamando. El rey se quedó espantado de que se supiese.
89: Fue pues el concierto que entregándose al rey el dinero, iría su Ilustrísima a tomar posesión. Luego, pues, que se supo, fue su Ilustrísima con todo el aparato posible; llevó toda su casa, fuéronle acompañando de toda la ciudad muchos caballeros. Partió sano de Córdoba y por el camino lo fue y muy contento por haber comprado aquella villa; y aunque le había costado tanto dinero hacía cuenta que se la daban de balde. Con esta y otras semejantes razones llegaron a una venta que está a dos leguas de Fuente Obejuna y allí se apeó por descansar un rato, donde de improviso le dio el mal de la muerte. Y en un triste poyo, sobre una esterilla, dio su alma a Dios diciendo antes de morir que dejaba a don Juan de Espinosa, su criado, toda su hacienda junto con Fuenteovejuna, y esto era en confianza para que lo diera a su sobrino que se llamaba don Maximiliano de Austria.
90: Viendo los criados lo que pasaba se volvieron con el obispo muerto a Córdoba sin tomar posesión de Fuente Obejuna que tanto lo había deseado. Dio harto que pensar en toda España la muerte inopinada de este príncipe en tan vigorosa ocasión tan indigna y ajena de un Obispo a quien castigó Dios tan visiblemente no permitiendo que él ni su hijo gozaran de aquel señorío. Porque el Rey luego que lo supo se tomó los dineros y se quedó con la Villa y lo más que le dio a Don Maximiliano fue hacerlo Abad de Alcalá y después Obispo de Cádiz y muerto Felipe 2º, su hijo Filipo 3º le hizo Arzobispo de Santiago. Esto es lo que yo he sabido del Obispo don Leopoldo de Austria, bien diferente de lo que después hizo Don Martín de Córdoba, hijo de Marqués de Priego, fraile dominico que por ser opuesta toda su vida a lo que he contado diré en suma lo que hizo.
CASOS RAROS OCURRIDOS EN LA CIUDAD DE CÓRDOBA. CAJASUR, 2003 (2 TOMOS, EDICIÓN FACSÍMIL)
Transcripción del original, publicado en edición facsímil. Los números iniciales corresponden a los párrafos, los números entre corchetes a las páginas. Hemos respetado el léxico y la sintaxis por entender que se trata de un tesoro, pero hemos actualizado la ortografía para no inducir a error.
- La vida de su hijo Maximiliano, primo ilegítimo del emperador Carlos V, fue ejemplar, un auténtico hombre del Renacimiento. En este enlace se anota cómo aparece en el testamento del obispo, su padre: https://dbe.rah.es/biografias/67471/maximiliano-de-austria.
- Para ampliar información:
ARANDA DONCEL, Juan, “La carrera eclesiástica de Maximiliano de Austria, abad de Alcalá la Real y arzobispo de Santiago”, en Boletín de la Real Academia de Córdoba, de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, 129, 1995, pp. 261-268.
ARANDA DONCEL, Juan, “La familia del Emperador: Leopoldo de Austria, obispo de Córdoba (1541- 1557)”, en MARTÍNEZ MILLÁN, José (coord.), Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001, vol. 2, pp. 403-424
DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio, La sociedad española en el siglo XVII. Vol. 2, El estamento eclesiástico, Granada, CSIC y Universidad de Granada, 1992.
JUAN LOVERA, Carmen y MURCIA CANO, María Teresa, “Jaén y don Leopoldo de Austria, obispo de Córdoba. Un testamento ejemplar”, en Boletín de Estudios Jiennenses, 198, 2008, pp. 251-288.