
COMO DON JUAN PONCE DE LEÓN MATÓ EN UTRERA A DON PEDRO DE CÓRDOBA:
156: Ya que va de lástimas, dice Colodro, quiero contar lo que le sucedió a otro caballero de Córdoba que no es de menos lástima que el pasado y sucedió de esta suerte. En la villa de Utrera estaba un pariente de aquel caballero que mató a su sobrina que se llamaba Pedro de Córdoba (dos líneas tachadas). Casó con una señora muy principal y vivieron algunos años con mucho contento estimándola el don Pedro como a hija de quien era y ella para sí lo merecía por su nobleza y hermosu-[178]-ra y grande entendimiento. Ella pagaba a su esposo en la misma moneda. Estando estos dos buenos casados con el gusto que se podía desear, sucedió una de las mayores desgracias que jamás se han oído y fue que esta señora tenía una criada de labor, era doncella y hermosa y preciábase de ello. En Utrera estaba un caballero que se decía don Juan Ponce de León, el cual puso los ojos en la criada, y viéndose del caballero favorecida diole audiencia a sus demandas, y de lance en lance le vino a dar entrada en casa de su señor. Fue tanta su desvergüenza que le vino a meter en la antecámara donde sus amos dormían sin advertir la traición que hacían a Dios y a su amo. Una noche entre otras oyó don Pedro que estaban consejando y conoció ser habla de hombre lo que oía. Levantose de la cama y tomó una espada y salió de la sala a oscuras y en la mesa de la escalera sintió ruido (B) arremetió como un león. Mas el don Juan, viéndose acometer lo aguardó extendiendo el brazo para defenderse pero fue tan a mal tiempo que le metió a don Pedro la espada por los pechos, y como no traía defensa con las ansias de la muerte dio una gran voz diciendo: “Ay, que me han muerto”.
157: El matador se salió viendo lo que había hecho por donde había entrado y se fue a San Francisco entendiendo que no muriera. La pobre señora estaba en la cama muy sobresaltada, luego que oyó la voz se levantó a gran priesa y halló que su marido estaba muerto. Dio mil voces y clamores a que acudieron los criados y toda la vecindad, y trayendo lumbre hallaron abrazada, caída y amortecida a la desdichada señora sobre su marido. Volvió en sí haciendo las mayores demostraciones de dolor que se puedan imaginar, acudieron los parientes y conocidos y entre ellos su tío, el que degollaron en Sevilla [179]. Este, sabidos los indicios que había de la criada y del don Juan, el cual sabiendo de la muerte de don Pedro, no teniéndose por seguro en San Francisco por ser tan poderosos los contrarios, envió a por un caballo para irse a Sevilla, saliendo, como dicen, a las voladas. Quiso su suerte que al salir por cerca de la villa le encontró un criado de don Pedro que venía de su cortijo y llegando a casa de su señora y viendo lo que pasaba dijo que cerca del lugar había encontrado a don Juan que iba camino de Sevilla a grandes carreras.Y que, aunque iba embozado, que conoció ser don Juan y también el caballo que era morcillo.
158: Sabido por su tío del muerto subió en su caballo y avisó a sus criados que le fuesen siguiendo y partió a grandes jornadas. Iba preguntando a los que encontraba y todos le decían cómo iba cerca aquel hombre por quien preguntaba con todas las señas que decía. Con esto el (B) buen cordobés volaba tras su enemigo de suerte que lo vino a columbrar en unas cuestas al fin de esta jornada. Llegó el don Juan a Sevilla y barruntando que la Puerta de Carmona era de mucho concurso y que su modo de ir había de ser de nota, dejó aquel paraje y se fue a la puerta de Jerez. El cordobés que le iba en los alcances juzgo como él lo dijo después, que don Juan tenía en San Agustín un deudo y entendiendo que se iba allá, por ser tan gran Convento, fuese derecho a él, pero engañose. Llevó la justicia, de camino y requiriolos que buscase a don Juan, que había entrado allí porque había muerto a don Pedro de Córdoba.
159: La justicia hizo todas las diligencias posibles, cerraronse la puertas, mirábanse los hombres que salían, al fín hiciéronse las demás diligencias que en un caso tan grande se suelen hacer. Mientras esto pasaba en la ciudad, don Juan Ponce de León estaba en la Compañía de Jesús y para que el caballo no fuese conocido, dieron orden de pintarlo muy al vivo de otras manchas diferentes [180] y salió tan bien que su propio dueño no lo conocía. Tratose con el padre Prior de San Agustín que se llevase allá el caballo y que la justicia lo viese y con eso dejasen las demás iglesias y monasterios. Pareció bien al Prior la estratagema y lo llevaron con una carga y lo pusieron en la caballeriza, laváronlo con agua caliente con que se le quitaron sus manchas. Estando pues la justicia a visitar el convento dijo un fraile echadizo a un alguacil, su amigo, que no habían faltado nada el día pasado para topar con don Juan, que nos hubiera dado hasta pena. No lo echó en saco roto, porque luego de su hora fue avisado el asistente y llevando a su lado el tío del muerto y toda la justicia de Sevilla no dejaron cosa en San Agustín que no anduviesen. Finalmente, un criado que fue hacia la caballeriza y viendo el caballo dio voces, acudió el asistente con los demás, y conociendo el caballo se confirmaron en que don juan estaba dentro y así se quitaron las guardas de los demás conventos y se acudió solo al de San Agustín (B). Con este engaño y descuido de la justicia, se dio traza de sacar a don Juan de Sevilla en hábito de Padre de la Compañía, quitáronle las barbas tiñéndoselas de negro, diéronle no sé qué humazos con que el color blanco se trocó en trigueño y pusiéronle un parche en un ojo, que todo esto fue necesario para desmentir las señas que decía el pregón.
160: Con este disfraz salió don Juan con otro religioso de la Compañía por la puerta Macarena sin que nadie lo pudiese conocer y en pocas jornadas llegó a Portugal con que él quedó seguro y don Pedro de Córdoba muerto, cuya muerte se sintió en todo el Andalucía por ser muy conocido en toda ella por su mucha nobleza. Era tío de este caballero el Padre F (ray? Rancisco?) Gaspar de Córdoba, confesor del rey don Felipe Tercero que hoy vive y viva felices años, y este es el de 1618.
CASOS RAROS OCURRIDOS EN LA CIUDAD DE CÓRDOBA. CAJASUR, 2003 (2 TOMOS, EDICIÓN FACSÍMIL)
Transcripción del original, publicado en edición facsímil. Los números iniciales corresponden a los párrafos, los números entre corchetes a las páginas. Hemos respetado el léxico y la sintaxis por entender que se trata de un tesoro, pero hemos actualizado la ortografía para no inducir a error