
SUERTE INFELIZ DE LA PRIMERA ARMADA QUE FUE A INGLATERRA Y LO QUE SUCEDIÓ A DON ANTONIO DE CÓRDOBA.
175: Yo os quiero contar, dice Colodro, otro caso no menos lastimoso que el que habéis contado y sucedió de esta manera. Cuando hizo aquella jornada famosa la Majestad del rey Felipe 2º a petición de los católicos que había en Inglaterra tan sus aficionados desde que (B) fue Rey de aquel infeliz reino fue por Capitán General el Duque de Medina Sidonia, hicieron navegación hasta allá con próspero viento. Y llegados a Londres pudieron hacer una grande empresa por el temor que los ciudadanos tenían, viendo una de las mayores armadas que jamás se habían visto en su reino y por no tener bastantes resistencias para con el enemigo. Y si el Duque hubiera acometido luego que llegó, hubiera ganado la ciudad, sin duda. Al fin llevaba orden el General de no hacer nada hasta verse con el Príncipe de Parma y así pasó a vista de la ciudad de Londres dejando su armada a mano izquierda debajo de la artillería.
176: El Marqués pasó por este puerto acorralado y corre con ímpetu de suerte que no podían ser señores para volverse atrás ni para detenerse. Los enemigos que se vieron con la cuesta y las piedras se fueron tras la armada con los fuegos artificiales y se habían de defender ofendieron a los nuestros echando toda aquella noche [188] bombas de fuego en todos los navíos y otras mil invenciones tan prestas en encenderse que parece habían salido del infierno pues sin poderse remediar se abrasaban unos a otros. Fue tanta la pérdida que de doscientos navíos grandes no quedaron cincuenta, y entre los que dieron en la playa de Londres fue el navío de don Antonio de Córdoba que iba por capitán de él.
177: Al fin, viéndose quemar, tuvieron por mejor partido entregarse a los ingleses por esclavos que quedar quemados, pero engañáronse en esto, porque sabido por aquella furia del infierno la reina Isabela, mandó que fuesen y los hiciesen pedazos. El capitán que llevó cargo de esta empresa, sabiendo y conociendo las muchas partes de don Antonio, mandolo reservar con la admiración de todos los presentes, y a todos los demás que eran naturales de Córdoba, no permitiendo que muriesen. Aunque iba contra el orden que se le había dado, que no se dejase parte mínimamente (B) como se ejecutó en todos los demás que no tenían el nombre de Córdoba. El capitán inglés se los llevó consigo y les hizo el tratamiento bien diferente que ellos pensaron, dando orden para enviarlos a su tierra libres y ricos de muchas preseas que les dio. Al fin, el don Antonio admirado de tanta merced y favor le preguntó le hiciese merced de decirle el motivo que tuvo para ello. El inglés capitán dijo que lo que le había movido a hacerle merced fue la noticia que tenía de los ilustrísimos hijos que ha tenido la famosa ciudad de Córdoba, así en tiempos pasados como en presentes. Y que luego que oyó nombrar a don Antonio de Córdoba, y viendo su linda presencia y que estaba en lo mejor de su edad él y sus compañeros, se movió con una amistad y amor natural que tenía por lo mucho que él había leído, a hacerles aquella merced.
178: Oído esto por don Antonio y sus compañeros le rindieron las gracias prometiéndole serles muy agradecidos. Con lo cual, se embarcaron para Flandes haciéndose lenguas dondequiera que llegaban de lo que había hecho aquel hereje, sólo por tener noticia del valor de los caballeros de Córdoba. Al fin, dentro [180] de pocos meses, todos estos caballeros dieron la vuelta para su patria adonde estaban ya llorados por muertos. Fueron recibidos de sus padres y de toda la ciudad con notable alegría. Contaron lo que les había sucedido en Inglaterra y los muchos trabajos que habían padecido y el infeliz suceso de aquella desdichada jornada que en grandeza y majestad fue una de las mejores que en España se han visto, habiéndose hecho a petición de los cristianos de Inglaterra firmándose sus nombres que a la hora que desembarcase el ejército católico se les juntarían más de treinta mil cristianos en su ayuda. Y con ser una demanda tan pía tuvo el fin que habemos dicho. En semejantes casos no hay sino dar gracias a Dios y reverenciar sus juicios.
CASOS RAROS OCURRIDOS EN LA CIUDAD DE CÓRDOBA. CAJASUR, 2003 (2 TOMOS, EDICIÓN FACSÍMIL)
Transcripción del original, publicado en edición facsímil. Los números iniciales corresponden a los párrafos, los números entre corchetes a las páginas. Hemos respetado el léxico y la sintaxis por entender que se trata de un tesoro, pero hemos actualizado la ortografía para no inducir a error