UN CORDOBÉS DIRIGE LA BATALLA EN LA QUE MURIERON TRES REYES (EL RENEGADO) (Casos raros ocurridos en la ciudad de Córdoba)

LASTIMOSA TRAGEDIA DE DON JUAN DEL POZO:

190: Yo contaré, dice Excusado, otro caso que sucedió en esta desdichada jornada, bien diferente del que pasó a don Luis de Godoy que me lastima el corazón, pero es fuerza el decirlo pues que se han contado tantas proezas y se contarán delante de hijos de Córdoba, no es maravilla que caiga una mancha como dicen en el mejor paño. Sucedió, pues, que había en Córdoba entre los demás apellidos de caballeros uno que es el de los Pozos, en cuyo linaje hay 24 canónigos. Tienen en sus armas un pozo con un castillo. Antes de la guerra de Portugal hubo un licenciado deudo de estos caballeros, y de su apellido llamado licenciado del Pozo. Tuvo un hijo bastardo y dicen por Córdoba. Cuentan que su madre fue una honrada morisca. No tuvo este licenciado hijos y por esta razón se hizo más caudal de este caballero; reconociolo su padre por hijo y lo trató muy honradamente y junto con esto lo ejercitó en todos los ejercicios de caballería.

191: Fue junto con esto muy grande estudiante; y entre todas sus habilidades fue una (B), la esgrima, en que salió famoso: tanto que pudiera vivir por ella con mucho provecho y honra. Hacia malabares a un caballo extremadamente tanto que los caballeros de Córdoba le rogaban se los hiciese de su mano. Al fin por todas estas buenas partes era estimado de toda la ciudad y disimulaba la falta de su nacimiento. Sucedió que yendo el Conde de Alcahudete para Gobernador de Orán llevó de los caballeros de Córdoba una escuadra y entre los demás fue este hidalgo don Juan del Pozo. Llegados a Orán se ejercitaron en hacer correrías como se acostumbraba para ejercitar los jinetes, defendiéndose y ofendiendo como quería. Con que quedó estimado y tenido de su capitán y de los soldados por uno de los más señalados caballeros que había. Con estos buenos sucesos se comía las manos por guerra y deseaba por momentos ocasiones para señalarse más pedía el don Juan esto al Conde rogándole se hiciese alguna buena entrada la tierra adentro para ellos cobrar fama y los enemigos temor. Poreciole bien al Conde y a [196] los demás soldados y capitanes y así determinaron hacer una buena empresa a los aduares (1) más cercanos. Sucedió que sin pensar habían venido el día de antes gran cantidad de mozos a holgarse bien descuidados que de Orán les saliesen a ofender por la paz que hay entre los vecinos moros: viendo la ocasión salieron a ellos de Oran y viendo que los ofendían se dieron tan buena maña que temiendo no tuviesen los mozos alguna emboscada como suelen, comenzaron a recoger los soldados con poca reputación todos obedecieron.

192: Pero don Juan del Pozo o por su valor o por hacerse famoso se había adelantado tanto que cuando quiso retirarse se halló en medio de los enemigos sin hallar quien le ayudase porque los demás iban marchando: con gran priesa combatiéronle los moros tan fuertemente que le mataron el caballo y no por esto perdió el ánimo, antes viéndose a pie comenzó a hacer mil proezas y muy cansado por haber más de dos horas que estaba peleando. Viendo los moros su valor y mucha valentía le rogaron que se rindiese prometiéndole toda amistad y buen tratamiento, y viendo que de allí no se podía escapar hizo lo que le pedían. Rindió las (B) armas y lleváronlo a sus aduares adonde lo curaron y regalaron y sobre comida se trató de la batalluela y dijeron cómo ninguno sino él había mostrado tanto valor, y que si tuviera otros que le acompañaran que sin duda ganaran la victoria.

193: Con esto, se hizo tan afable con los moros que no le echaron prisiones ni se recelaban de él, antes le trataban como a hermano y con mucha cortesía, esperando un gran rescate por parecerles un grande caballero. Al fin, retirado el conde se echó menos don Juan del Pozo y se envió un soldado de paz a los moros, que si quedaba cautivo que tratasen del rescate y si estaba muerto se lo dieren para enterrarlo en Oran. Llegado el soldado, supo que no era muerto y que por el rescate habían de dar dos mil duros. Escribió don Juan al Conde y a su Padre en el estado que quedaba; que se enviase el rescate. Sabido por el conde que estaba cautivo se alegró, pareciéndole sería fácil el sacarlo o por trueque o por dinero. Sabido por su padre de don Juan recibió notable pena por amarlo tiernamente que lo mismo hicieron todos sus parientes y conocidos, pero templáronse estos disgustos con las grandes cosas que escribió el conde de sus hazañas y valentías y mucha nobleza de las muchas esperanzas que tenían todos de su mucho valor.

194: Los moros que lo cautivaron para asegurarlo más, metiéronlo la tierra adentro y, determinando ya a Marruecos a dar cuenta al Rey de lo que se había hecho, llevaron consigo a don Juan del Pozo. Llegados, dieron aviso al Rey de lo sucedido y que en la escaramuza se había cautivado un caballero que por las muestras que había dado se había echado de ver ser una gran persona y muy esforzado y gran jinete. Oídas las buenas partes del caballero diole deseo al Rey de verlo y traído a su presencia hízole tantas cortesías y reverencias como si fuera a su propio Rey, con que quedó muy satisfecho y le pareció que los que lo cautivaron habían quedado cortos en alabanzas. Al fin, satisfecho de su (B) persona le preguntó por su tierra y como se llamaba y a todo respondió con mucha cortesía y discreción.

195: Pidiole el Rey que dejase su ley y tomase su secta, dándole su palabra de tratarlo y honrarlo como a su propio hijo. Tuvieron tanta fuerza estas palabras que no supo contradecirle dándole su palabra de hacerlo. Se hincó de rodillas y le besó las manos. Hecho esto, diole el Rey por nombre Solimán del Pozo. Hízolo luego su caballerizo mayor y hallando en él mucha capacidad, tomaba su consejo y parecer para todos los asuntos y negocios de más importancia que se le ofrecían. Casole luego con una dama de la reina muy hermosa y principal con que todos le estimaban y honraban. Estando las cosas en este estado, llegó el dinero del rescate que lo traía de Córdoba un fraile mercenario. Llegó a la Corte y sabido por él lo que pasaba quedó fuera de sí. Para ver si era cierto lo que le habían dicho, visto ser todo verdad y que él estaba muy contento, le comenzó a persuadir, todo lo cual fue en vano. Al fin él le dijo que le volviese a su padre el dinero y le dio de lo mucho que ya tenía otra suma de doblones que les llevase, quedó con esto el fraile absorto viendo aquel mancebo en lo mejor de su vida tan rico y bien emparentado y que sin haberle hecho fuerza hubiese hecho tal disparate solo por gozar de la privanza del rey y de sus gustos.

196: Sabido esto por su padre y parientes no es posible encarecer el sentimiento que hicieron, escribiéronle muchas cartas y procuraron otras de grandes señores y de la misma Inquisición asegurándole el perdón, pero nada fue bastante a sacarlo de su dureza. Ofreciose en esta ocasión la Jornada del Rey de Portugal, don Sebastián.(2) Estaba a la sazón el rey moro malo, y por esta ocasión convidó a Rey con la paz saliendo a muchos partidos y el principal era acudir con una gran suma de dinero para el gasto. A todo esto, se hizo sordo don Sebastián y el Rey moro, aunque enfermo, se metió en una litera y acudió a la defensa de su reino. Aderezó lo necesario para la jornada y llegado a vista de sus enemigos dispuso su ejército y puso en orden todas las cosas, llevando siempre a su lado a don Soliman del Pozo, que era él quien todo lo hacía y ordenaba (B) y así era de todos obedecido.

197: Sucedió que el día de la batalla por la mañana murió el Rey de la agitación del camino y por el temor que tenía del suceso de la batalla. Finalmente, se dice que ciertamente estuvo en manos del cordobés el dar la batalla o no, pero el maldito renegado, olvidado de Dios, no quiso aprovecharse de la mejor ocasión que hombre ha tenido. Quedo muerto el Rey y él por absoluto señor a quien todos obedecían. Ordenó el ejército con tanta discreción y prudencia militar que queriéndolo así Dios, quedó por su parte la victoria, muriendo en un día tres Reyes que fueron don Sebastián, el Despojado, a cuya petición había hecho la guerra y su primo el que poseía uno de los más extraños sucesos que han sucedido en el mundo. Tantos días antes pronosticado, con aquel cometa tan famoso que se apareció sobre Portugal.

198: Ganada pues la victoria, le cupieron a don Soliman gran suma de despojos, y entre ellos fue gran cantidad de cautivos. Con esta pérdida acudieron los redentores [199] de las órdenes y entre ellos fue un Mercenario natural de Córdoba de quien yo supe toda esta historia, llamado el padre Fray Luis de Ahumada, este padre trató con don Soliman del Pozo de rescatarle una gran partida de cristianos cautivos. Hecho el concierto, le faltó alguna cantidad de dineros y concertóse con él que los dejase ir, y que él se quedaría por el dinero que faltaba. Tuvolo por bien don Solimán, pero puso una condición, pero que si no se traían para tal día el dinero que quedase el fraile para esclavo y para más seguridad lo llevó preso a su casa. El redentor lo tuvo por bien a trueque de enviar todos los cautivos. Satisfecho que en el dinero no habría falta, quedó el buen fraile en Marruecos consolando a los cautivos enfermos, acudiendo al hospital que tienen en Marruecos, confesando a unos y a otros, sacramentando y acomodando los rescates otros.

199: En esta ocasión y santa ocupación se entretuvo este santo religioso y las veces que hablaba con don Solimán trataban de Córdoba y de sus parientes y amigos y de todo le daba cuenta como hijo de la patria. No olvidaba el santo fraile en estas ocasiones de rogarle se convirtiese a Dios (B: en blanco [200]) dándole palabra de alcanzarle perdón del Rey y del Papa y de su Majestad. Le prometía grandes mercedes atribuyendo todos a su poca edad y experiencia el yerro que había hecho. Contábale muchos ejemplos, así de la Escritura como de nuestros tiempos y todo lo escuchaba con gusto, pero a cabo de rato salió con decir si el Rey me hace mercedes y el Santo Padre me perdona, dejarían de decir por eso este es el que renegó, padre? Deje esas pláticas que no tiene remedio.

200: Al fin pasose el tiempo que estaba aplazado y algo ofendido don Solimán de las persuasiones y ruegos del fraile, por vengarse de él, lo prendió y metió en una mazmorra adonde no se sabía si era de noche o de día. Y así lo tuvo hasta que vino el dinero, sin bastar con el renegado de Solimán todos los ruegos del mundo para sacarlo de la mazmorra. Al fin salió de ella el santo fraile muy contento por haber padecido algo por la fe, aunque muy indignado contra aquel hereje. Vino a Córdoba y dio aviso a aquel santo Tribunal de la Inquisición de la obstinación de aquel maldito renegado. Hizo este Santo Oficio sus diligencias notificán-(B)-dole por tres veces que se volviese a su Dios y Santa Ley. Y viendo que no quería, pronunciaron su sentencia que fuese quemada su estatua con el mismo traje que allá traía, y así se hizo el año de 1584 en un auto adonde le leyeron la sentencia y que fuese quemado fue cosa muy lastimosa lo que sintió esta afrenta toda la ciudad como tan católica viendo un hijo suyo y de tantas esperanzas echado al fuego con afrenta y deshonra de todos sus parientes. En este día noté que todos a una voz disculparon a este mozo en lo que había hecho por tener el medio camino andado como dijimos por ser hijo de una morisca (y esta maldita canalla jamás ha probado bien en España) y en confirmación de esto contaré uno con que contó un padre de la Compañía que se lo oí yo y dijo que viviendo en la ciudad de Granada conoció un caballero de los principales de ella que lo había criado una morisca desde niño y en lo que dicen que en la leche se mama en la mortaja se pierde se verificó en este caballero y fue que siendo ya grandecito le [201] dieron a comer tocino como se usa en aquella tierra pues destetan con él los muchachos y al punto lo echó del cuerpo y todas la demás veces que se lo daban sucedía lo mismo.

201: Al fin siendo ya grande le reprendió este padre sabiendo lo que pasaba y el caballero le respondió con juramento que le sabía cuando lo comía como almendras pero que en entrando en el estómago se le revolvían con el las entrañas y sin ser en su mano lo lanzaba luego y así se quejó de sus padres porque lo habían dado a criar a la morisca, de donde le venía su trabajo. Al fin, por dar fin a esta historia yo conocí y traté a su padre de Solimán que se decía el Licenciado del Pozo y a dos hermanas monjas en Santa María de las Dueñas y puedo afirmar que no se ha hecho sentimiento igual al que hicieron estas religiosas rogando a Dios con muchos ayunos y asperezas retrocase el corazón a su hermano. Lo mismo hacía el padre con otros muchos parientes y amigos, pero a todo se hizo sordo el maldito renegado hijo.

202: Estando yo en Cádiz supe (B) de un mercader que venía de Marruecos cómo era alcaide de una ciudad y me dijo que él había ido algunas veces a pedirle limosna para los pobres cautivos y que siempre se la dio con larga mano y que sentía bien de la fe, pero que poco le prestaba esto pues tenemos obligación de protegerla y morir por ella. Dícese que cuando quiso morir hizo llamar un sacerdote y le pidió le absolviese de sus pecados. El sacerdote le respondió que él no podía hacerlo si no se desdecía públicamente confesando haber ofendido a su Dios. Él lo dejó de hacer por la vergüenza que tuvo para desdecirse y así se lo llevó el diablo y estará allá harto arrepentido por no haberlo hecho. Este fin tuvo el desdichado don Solimán del Pozo.

  1. Campamento
  2. Se refiere a la batalla de Alzcazarquivir donde también murió el rey de Portugal.

CASOS RAROS OCURRIDOS EN LA CIUDAD DE CÓRDOBA. CAJASUR, 2003 (2 TOMOS, EDICIÓN FACSÍMIL)

Transcripción del original, publicado en edición facsímil. Los números iniciales corresponden a los párrafos, los números entre corchetes a las páginas. Hemos respetado el léxico y la sintaxis por entender que se trata de un tesoro, pero hemos actualizado la ortografía para no inducir a error

Acerca de #JoseCarlosAranda

Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Filosofía y Letras; Creador del Método Educativo INTELIGENCIA NATURAL (Toromítico 2013, 2016). Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba (España). Profesor universitario y de EEMM, educador, escritor, conferenciante, colaborador en TV, Prensa y Radio. PREMIO CENTINELA DEL LENGUAJE 2015 de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
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